Encontraba el ambiente raro. Llegaba yo a las consultas y los médicos me trataban de manera impersonal, extraña, como si tuvieran ganas de mandarme al carajo.
Yo lo atribuía a que los médicos están cansados de tener que dedicar seis minutos por paciente, -cosa que en realidad es ilógica y patética-, y por ese motivo, siempre intentaba dar el menor trabajo posible al médico.
Teniendo en cuenta que en los últimos cinco años mi salud ha caído en picado, esa falta de empatía de los médicos, se me hacía extraña.
Hay que tener en cuenta que he tenido un infarto de miocardio con parada cardiorespiratoria, colocación de cuatro stents, tres de ellos a través de ambas ingles y que tras estas inserciones, he sufrido dos hernias inguinales con riesgo de estrangulamiento.
Dicho esto, las hernias parece que han sido producidas por la urgencia del procedimiento y no seré yo quien ponga ningún pero.
En la sección de Urgencias del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, me salvaron la vida, me trataron de manera cariñosa, amable, familiar y aunque viviera cien años más, no tendría tiempo suficiente para dar las gracias.
De hecho, lo hice públicamente en su página de facebook, al poco tiempo de salir de los quince días que estuve ingresado.
Tras esta odisea, pasé por Neumología, me diagnosticaron EPOC grave y como en Valdecilla vieron que al dormir roncaba de manera peligrosa, me mandaron también a la Unidad del sueño y acabé siendo paciente de ambas unidades.
La noche que estuve haciendo las pruebas en la Unidad del sueño, tuve 420 paradas en la respiración en una noche. Al menos, eso dice el dictamen de la unidad.
Me colocaron una mascarilla que unida a una máquina tengo que usar para dormir y cuando empecé a utilizar la medicación para el EPOC, me daba alergia.
Me cambiaron la medicación y también me daba alergia.
Entonces, el neumólogo me dijo que me mandaría hacer unas pruebas para saber qué era lo que me producía la alergia. Normal.
Todavía estoy esperando que me llamen para hacerme las pruebas. He tenido que dejar la medicación y punto. De eso hace ya dos años.
En resumen: Un infarto, cuatro stents, dos hernias inguinales que no me permiten hacer deporte, EPOC severo, descanso muy mal y cuando ya estaba yo pensando que peor no podía ir, me siento una noche paralizado de la parte izquierda del cuerpo. Llamo al 061, me llevan a urgencias y tras hacerme pruebas, descartan que fuera un ictus, pero para quedarse tranquila, la doctora me pide un "scanner doppler". Perfecto.
A los tres meses, me hacen el famoso scanner doppler y la muchachita que me lo hacía, sale deprisa a buscar a un doctor. Llega el médico jefe del servicio, me hace lo mismo y se marcha. Vuelve con otros doctores más y al final me dicen que han detectado un tumor en la parte baja del cerebro y que hay que quitarlo rápidamente.
Lo que me faltaba.
A los quince días me llama la neuróloga, -yo pensando que me iban a abrir la cabeza sin remedio-, pero me dice que tengo un "tumor de glomus", que es algo muy atípico, que suele haber un caso cada diez años y que por la situación, es imposible de operar.
Es una canica de 2.5 cms. y por el mismo centro están, mi esternocleido, mi arteria parietal y algunos músculos faciales. Es imposible meter el bisturí en un espacio tan pequeño y no estropear algo.
¿Solución? Ninguna. Esperar que sea lo que ellos dicen, (todavía no es definitivo); han mandado que me hagan una resonancia magnética, pero la lista de espera es tan larga, que aunque la neuróloga dice que la ha mandado urgente, tardará como uno o dos años. Deprisa, deprisa.
Entonces, llegó lo bueno.
Me presenté a la Seguridad Social, para decirles que no me encontrado capacitado para trabajar; ni física, ni moralmente, me encuentro preparado.
Me citaron y me recibe el doctor J. Santiago de Cossío Jiménez.
Me manda quitarme la camisa, me ausculta, me monta una pequeña bronca por no sé qué y claro... Chocamos, porque a mi edad, no me monta la bronca ni mi padre, que está bajo tierra.
Su pregunta fue:
- ¿Usted bebe?
- Pues si se le llama beber, me tomo una cerveza para comer y luego un chupito de whisky como un dedal, para la digestión. Por la noche puedo beber otra cerveza para cenar. Nada más. Nunca he sido bebedor. He fumado desde los doce años y lo he dejado radical desde el infarto.
Esto es lo que ha puesto en el informe que los médicos están viendo cuando voy a consulta y es el resultado de lo que estaba yo detectando.
Es decirles a los colegas: "Ojo con el listo este, que lleva dos años para que le hagan unas pruebas de alergia y se queja, pero además, le han detectado dos hernias inguinales y como no le operan, se queja, el muy gilipollas. Ya sabes, colega: Que le den y que se muera. Total, uno menos. Saludos. Dr. Cossío".
Y como dice Revilluca.... "En Cantabria tenemos la mejor Sanidad del mundo. Con mucha diferencia".
Sí, claro. Para ti y tus colegas.