Hay una esencia intangible en todo ser humano, llamada alma, llamada misterio, llamada cielo,
llamada dios, es para cada ser algo distinto, a pesar de que le llamen igual. En mi caso esa esencia
se llama convicción de la existencia. Todo ser humano a través de su trasegar le han creado
convicciones y el mismo ha ido creando las suyas, por todas estas justifica sus pasos y acciones,
por estas justifica sus aciertos y escuda sus fracasos, aumenta su esperanza o minimiza su aliento
de vida. Pienso que el mayor caos en el que un ser puede llegarse a encontrarse, es un caos de
ausencia de convicciones, ya que si existe algo peor que la muerte aun sin conocerla es vivir una
vida sin propósito, es vivir sin convicción de porque lo haces, de porque es importante esperar un
mañana, si tus pasos son importantes para un cambio o para un continuidad. La mente humana
tiene un poder tan incalculable hasta para ella misma, que todo lo que pasa por nuestros sentidos
es una creación de nuestro mundo consiente porque queremos que así sea, nuestro mundo está
en nuestra mente y es el cristal de nuestra capacidad imaginativa el que nos permite o incapacita
ver los colores que dibujen ese mundo siendo así nuestra mente nuestro principal aliado o
enemigo a la hora de encontrar respuestas sobre nuestro porque estamos, de dónde venimos, si
hay algo más allá que domine nuestro cristal de juicio; aliado o enemigo a la hora de comprender
las fronteras del mundo que vemos y el que no.