Hay resistencia.
Lo que parecía imposible en la primera mitad de 2020, en aquellos meses de feroz e inútil dictadura promovida por el gobierno PSOE/Podemos y sus cómplices con la excusa de una más que discutible pandemia y con la ocultación y desinformación promovida desde el poder, se está materializando ahora.
El caso es que hay resistencia. Y es una resistencia que comienza a preocupar al poder, quien está tratando de infiltrarla y dividirla con las viejas estrategias de toda la vida; creando movimientos y asociaciones poco beligerantes que tratan de llevarse a la gente de los grupos que sí se mueven y protestan. Pero lo van a tener difícil. Porque esta realidad, la realidad que ante tus ojos cuestiona las delirantes medidas para combatir la “plandemia”, y que te invita a que te preguntes por qué están sucediendo ciertas cosas, esa realidad ahora es demasiado grande como para que la oculten los medios de comunicación que se arrodillan ante los gobiernos y la Big Pharma por un puñado de monedas.
Las manifestaciones del 14 de agosto de 2021 son la muestra de que si verdaderamente el pueblo quiere, el pueblo puede. Sin banderas políticas. Sin políticos estafadores, ladrones, vividores e inmorales. Sin asociaciones parásitas del dinero público esquilado al contribuyente. Sin ideologías que siembran el odio, la división, la pobreza y la desesperanza. A las manifestaciones del 14 de agosto contra la inoculación de las timovacunas a niños y adolescentes acudieron quienes han comprendido que esta gran farsa de la Covid 19 puede tener un final; y que ese final no vendrá precisamente de la mano de gobernantes e industriales de la Big Pharma. Vendrá del pueblo cuando éste mayoritariamente se niegue a seguir confinado, restringido, manipulado y esclavo. Y cada vez somos más.