Para ello se valen de varios autobuses que, cual vallas publicitarias rodantes, recorren las ciudades españolas con el mensaje de que los niños tienen pene y las niñas vulva, de tal manera que cualquier otro modo de sentir y vivir la identidad sexual es un engaño y una falsedad. Al mismo tiempo, han encartado en los principales periódicos de tirada nacional un sobre que incluye un librito, titulado “¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio?”, junto a una carta en la que exponen sus quejas, denuncian una supuesta persecución política y judicial y, de paso, solicitan un donativo para ¡”seguir defendiendo las libertades de expresión y educación”! Causa estupor que los que en este país han disfrutado de toda clase de privilegios y han impuesto su ideario religioso en escuelas e institutos de manera intolerante, adoctrinando a niños sin capacidad crítica en la enseñanza y en las parroquias, no toleren precisamente el derecho a la libertad de educación y expresión y culpabilicen a minorías invisibilizadas y victimizadas por su condición sexual de no respetar esas libertades. Tal parece que les dicten “hazte adoctrinar”.
Hazte adoctrinar o déjate adoctrinar es la real intención de la campaña que promueve sin escatimar medios la asociación HazteOir, ofendida por la libertad y los derechos que se reconocen a las minorías que sienten y viven distintas identidades sexuales. No luchan contra la pobreza infantil, la violencia machista contra la mujer, la desigualdad progresiva que sufre la sociedad española ni contra la precariedad laboral y salarial que se ha impuesto a esa especie en extinción que son los trabajadores. Su lucha es por algo mucho más grave e importante: luchan contra el respeto y la dignidad que se les reconocen a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, disponiendo para ello de unos recursos ingentes que estarían mejor empleados en Cáritas, por ejemplo, otra asociación católica, aunque no fanática ni intransigente. Así que, cuando vean su autobús, tapónense los oídos.