¿Cómo se es Mesías? ¿Cómo se convive con la certeza de saberse venido con una finalidad? Supongo que no será cuestión de andar repitiéndolo por ahí, no tiene ningún sentido, ya me haré a la idea. Y después, de desparramar actos de iluminación a destajo, si total no se agotan.
También puedo relajarme en la tranquilidad de saberme El Elegido –de mi película- y reposar y hacer la plancha en el mar de las bravedades y dejar que se presenten los hechos a resolver. Porque si le doy más vuelta pareciera que el ayudar es un trabajo, un esfuerzo full-time, y yo no quiero tomármelo así… Es un don se supone. ¿Quién dijo que debo padecerlo o estar siempre pendiente de él? Apenas si me contaron que llevo a Dios en mi pecho, pero eso no me habilita a querer derrochar y desparramar mis verdades como Universales.
Las respuestas aparecen en el devenir, no hay igualdad sistematizada para dar resultados. Menos queja o reproche y más acción. En ese tren, el Mesías es cada uno que pueda creerlo, el que no se convence no lo ve, es como los ovnis.
Así que ya saben, no lo cuenten mucho si se saben descubridores del Mesías, y sepan transmitir la cadena de favores, nada cristianos y puritanos, del modo en que les salga.