Y así ha sido. Vivimos el mundo que nosotros mismos hemos creado y parece que salirse de lo establecido no está ya bien visto en ningún sitio, ni siquiera en aquellos lugares que toman la libertad como bandera de su quehacer.
Y Firefox no es ya una excepción. En Firefox 57 todo cambia. No digo que Mozilla no decida tomar ese rumbo en favor de intentar salvar a un navegador que hace años perdió la batalla contra Chrome, cuando por meritos debió ocurrir todo lo contrario. Me entristece que Chrome, aupado simplemente por quien está detrás, monopolice la navegación en Internet. ¿Acaso no monopoliza ya lo suficiente Google la Red?
Así que con un Firefox abandonando a su suerte las millones de extensiones que lo hacían la alternativa más interesante por su apertura de miras, cambiando completamente su tecnología (que por cierto, hay que reconocer que funciona como un tiro) y optando por una interfaz horrorosa que no se adapta a ninguna regla de escritorio alguno, he decidido decir basta. No de una forma tajante y absoluta, si no como una oportunidad de explorar nuevos caminos y nuevas formas de entender la red.
Y en ese punto aparece Gnome Web (Epiphany). Rápido, hiper-ligero, libre y perfectamente adaptado a los escritorios que uso actualmente (Gnome y Budgie Desktop). Un navegador con Client Side Decoration activado por defecto. Y que desde la versión 3.26 se sincroniza utilizando la tecnología Sync de Firefox, además de contar con un bloqueador de anuncios integrado.
No pido mucho más, simpleza y que el programa me deje hacer lo que yo quiero en Internet con una interfaz limpia y moderna. Por ahora es Gnome Web.