La pirámide Henning Mankell
Editorial Tusquets 2005
Este libro lo forman cinco relatos, son cinco casos que el detective Wallander, tendrá que resolver. Mankell, nos presenta al principio del libro a un policía que patrulla las calles y sueña con llegar a ser inspector. En su intento se lanza a intentar resolver un caso él solo y eso le lleva al hospital con una cuchillada que le deja al borde de la muerte. El autor nos va descubriendo en las páginas a un Wallander humano y entrañable, es un personaje con el que te encariñas a la vez que descubres los aspectos íntimos de su vida privada: la relación pésima con su mujer y lo que se desencadena, y con su padre que nunca le perdonó que se hiciera policía y que se lo recrimina y le martiriza en cada ocasión que puede. Un padre por otro lado bastante alocado que se dedica a pintar el mismo tema en diferentes lienzos y que un día se va a Egipto a escalar una de las pirámides resultando detenido y teniendo que ir en su ayuda Wallander. Mankell nos muestra a un hombre hermético, alejado de las relaciones, incluso con su hija a la que ve de tarde en tarde, de carácter melancólico, alguien que ya ha renunciado a la felicidad, aficionado a la ópera y con tendencia al sobrepeso. El libro tiene diálogos sencillos sin grandes recursos literarios, pero quizá ahí radica su capacidad para enganchar al lector y pasar páginas sin descanso.
Un fragmento:
Cundo Wallander despertó, no sabía dónde se encontraba. Con los ojos abiertos, veía el cielo estrellado. Sintió frío y, cuando tanteó con las manos bajo su cuerpo tendido, sintió el asfalto. Entonces recordó lo ocurrido. Se incorporó y quedó sentado. Le dolía la mejilla izquierda, donde había recibido el golpe. Se tocó la dentadura con la lengua y notó que le faltaba una muela, justo la que le había empastado el dentista el día anterior. Se puso en pie con no poco esfuerzo. Le dolía la rodilla y la cabeza estaba a punto de estallarle. Miró a su alrededor pero, como era de esperar, el hombre había desaparecido.