Sleepy Hollow me recuerda un poco a muchas cosas, encuentro referencias y homenajes por todas partes, un poco de The X-Files, un toque de Twin Peaks, algo de Fringe, una dosis de American Horror Story (sí, sí y sí), bastante de National Treasure -aquellas películas protagonizadas por Nicolas Cage y su peluca- y algo de Supernatural (jinetes del Apocalipsis, elegidos, demonios).
Los creadores Alex Kurtzman (Alias, Fringe, Hawaii 5-0), Roberto Orci (pareja creativa de Kurtzman), Phillip Iscove y Len Wiseman (Underworld), conocedores de los resortes que hay que tocar para crear sólidas y atractivas mitologías, combinan sabiamente temas e ideas dispares dando como resultado un entretenimiento sin pretensiones ni vergüenza capaz de desplegar una trama de conspiraciones masónicas y luchas milenarias entre el bien y el mal sin caer en el ridículo absoluto.
Crane es un inglés del siglo XVIII que luchó en la guerra de independencia bajo las órdenes de George Washington. Un hombre culto, profesor de historia en Oxford, casado con una bruja y con una memoria prodigiosa que muere decapitando a un enemigo en el campo de batalla. Pasados más de doscientos años despierta en el Sleepy Hollow actual solo para descubrir que un "amigo" de los viejos tiempos también ha llegado a la ciudad; el descabezado enemigo, el jinete sin cabeza, la Muerte en persona.
Abbie es teniente de policía. Una joven con un pasado problemático a sus espaldas ligado a una extraña experiencia en los bosques de la ciudad. Tras ser testigo de la muerte del sheriff, casi un padre para ella, se encuentra envuelta en la lucha entre el bien y el mal. Abbie se resiste a jugar el papel que el destino le ha asignado pero la insistencia de Crane y el recuerdo de su mentor asesinado la obligan a replantearse y redefinir su vida y prioridades.
Este dúo ha conseguido desarrollar en siete capítulos una interesante, cómica y equilibrada relación en la que la fuerza y la inteligencia se reparte equitativamente. En sus conversaciones hay sarcasmo, compañerismo, comprensión y su relación fluye con sencillez, casi sin esfuerzo. Crane y Abbie se complementan y compensan el uno las carencias del otro. Si la serie continúa por ese camino podríamos estar ante una gran pareja a la altura de los Booth y Brennan de los buenos tiempos o los Crews y Reese de Life.
Con la renovación ya asegurada, Sleepy Hollow puede navegar tranquila por las turbulentas aguas de la parrilla televisiva. Espero que no le pase como a Once Upon a Time, que tras una primera temporada atractiva no supo poner fin a sus males y naufragó sin remedio con su segunda entrega. Sleepy Hollow no carga, por ahora, con el lastre que representan 22 capítulos por temporada. La fórmula de los trece episodios le sienta como un guante, y por eso la FOX la aplicará a la segunda temporada.