He venido a vivir. A desplazarme por el tiempo que me ha tocado. He venido a rozar tu piel con la yemas de mis dedos sorprendidos, cada vez. A enfadarme sin razones aparentes, a fallar, a caer y aprender el sabor tierra, a lamerme las heridas, a encajar y disfrazar de sonrisa la peor mueca. He venido a saber que nadie es perfecto, que no somos nadie, que a vivir que son dos días y que si madrugas, el día se te hace largo de cojones.
He venido a vivir. A tomar una birra con amigos, a sentir un abrazo tal como abrigo. He venido a atesorar pequeñas cosas, como el olor del agua del mar el primer día de verano, la mirada del niño en un escaparate, tus zapatos de tacón delante mío. He venido a pedir una de bravas el primer día de terrazas en Madrid, mientras esos turistas se pasean y tu sonrisa se desplaza suavemente y me acaricia. He venido a leer sobre dragones, a viajar a lomos de un montón de papeles y palabras, a buscar verdades mentirosas, mentiras verdaderas, tragedias y aventuras. He venido a intentar juntar un millón de letras y no encontrar la pieza del cielo que me falta de este puzzle.
He venido a vivir. A sorprenderme con la maldad de algunos y la bondad del camarero que sabe como conquistarme poniendo de aperitivo unas patatas. A que me gusten las fotos de Ava Gardner y James Dean. A esperar siempre una buena noticia en las noticias, a querer que nunca se vacíe la botella, a cantar mal en la ducha y a bailar, un poco torpe, un intento de foxtrot en el pasillo. He venido a soñar que nadie mate a Lennon, que Gary Cooper vaya acompañado hacia el peligro, que la fuerza me acompañe y que Houston, solución tenemos.
He venido a vivir. A juntar segundos sin que ni ese de esa esquina se me pierda. A girar la cabeza y verte ahí. A intentar, a probar, a buscar, a querer, a poder, a inventar, a intentar, que lo pongo dos veces porque quiero. He venido a ser dueño y ser deseo, a ser niño saboreando caramelo, a ser alguien sin ser “alguien”. He venido a escribir un post de jueves, un texto más o menos con sentido y consentido, he venido a decirte que te quiero. He venido a preguntarte que si te hacen unas birras y un paseo.
Y todo esto ha venido por deciros, vecinos, a que narices he venido. Y también he venido a desear que, mal o bien, esta noche se pase lo mejor o lo menos malo que podamos cada uno. Y que mañana nos veremos de nuevo en el camino.
Esta entrada la publiqué originalmente en marzo de este año. Pero es que pega como un guante… Pasarlo bien, vecinos.