Ubicada en la ciudad de Shenzhen, en el sur de China, esta curiosa villa de pintores especializada en copiar cuadros famosos, produce y exporta más del sesenta por ciento de los óleos del mundo.
Hace 102 años un comerciante argentino llamado Eduardo Valfierno convenció al carpintero italiano y empleado del Museo del Louvre en París, Vincenzo Peruggia, de robar el famoso cuadro de Da Vinci “La Gioconda”. Mientras Peruggia simplemente descolgaba la pintura y se alejaba a pie camuflándola entre su ropa, el pintor y falsificador francés Yves Chaudron, ya se encargaba de realizar seis copias que se vendieron como originales a distintos coleccionistas.
Luego de dos años el cuadro apareció en perfecto estado, cuando Peruggia fue capturado intentando vender la obra al director de la “Galleria degli Uffizi”, en Florencia. Al ser indagado acerca del motivo del robo, Peruggia declaró “devolver la obra a su verdadera patria”, y jamás mencionó a ninguno de sus cómplices. Sin embargo en 1931, poco antes de morir. Valfierno contactó a un periodista estadounidense para revelar su verdad, y la razón de su fortuna.
Tras dicho robo, y otros casos similares, los escépticos se permiten dudar de la originalidad del actual cuadro en exhibición. De hecho, la historia abunda en casos de artistas suficientemente talentosos que han sido tentados por el lujo y el dinero fácil, elaborando perfectas imitaciones de grandes maestros del arte, como fue el caso del húngaro Elmyr de Hory, acusado de reproducir y vender más de 1000 obras de artistas como Modigliani, Picasso y Renoir.
En Dafen, una villa de pintores ubicada al sur de China y a sólo media hora de Hong Kong, realizar réplicas es la principal actividad y sustento de vida. Cada pintor se especializa en un par de estilos y se dedica a falsificar obras de arte a pedido y gusto de consumidores de cualquier tipo y parte del mundo. Para graficar, cada vez que usted entra a una oficina, supermercado o incluso en la sala de espera de la consulta de su doctor, hay un 60 por ciento de posibilidades de que las obras maestras que embellecen las paredes hayan sido hechas en Dafen.
Reconocida en China como la ciudad de los copistas, la villa es un laberinto de callejones plagados de pinturas, colores y artistas en acción. Es posible encontrar también obras originales, caligrafía china, esculturas o suministros, todo a un muy bajo precio, en un pueblo que cuenta con más de 600 galerías y talleres, y es el hogar de más de 3000 artistas.
Originalmente una pequeña villa de pescadores, probablemente destinada a ser dejada atrás por los tiempos modernos, vio como su destino tomaba un giro inesperado cuando Huang Jian, un empresario del arte, se estableció en 1989 buscando mano de obra para poder hacer frente a los miles de pedidos que las grandes compañías americanas y asiáticas realizaban.
Pero no fue hasta 1997 que Dafen cobró popularidad, y el gobierno decidió que para sacar provecho a su potencial la villa debía ser restaurada al más puro estilo europeo con cafés y galerías de arte.
Hay que mencionar que a lo largo de los últimos años, la producción original de Dafen, aunque mínima, ha obtenido varios logros. Entre ellos destacan haber sido seleccionada como una de las sedes de la I Feria Internacional de la Industria Cultural de China en el 2004, participar en el Festival Cultural del Área Metropolitana de Nueva York en el 2006, y realizar exposiciones de sus trabajos en Australia y Rusia durante el 2008.
Sin embargo, no todo es favorecedor, ya que el 80 por ciento de la demanda sigue siendo de obras copiadas, haciendo que muchos de los pintores, en su mayoría licenciados de escuelas de Bellas Artes de China, no puedan permitirse el lujo de progresar en una carrera artística por mérito propio.
Si el pintor trabaja solo, realiza aproximadamente unas 35 copias a la semana. Ahora, si es de los que forman parte del sistema de fabricación en cadena, en donde cada artista se especializa en una parte específica del cuadro, hablamos de 30 reproducciones por día. En total serían unos 5 millones de lienzos al año, es decir el 60 por ciento de todos los que se venden en el planeta.
Como es de esperar, la villa se las ha arreglado para sobrevivir a las grandes demandas legales que han caído sobre ella desde el inicio de su actividad. Debido a ello el gobierno chino ha prohibido a las galerías vender copias de artistas vivos, u obras de pintores fallecidos hace menos de 70 años. Dejando en claro su posición “proteccionista” hacia Dafen.
Actualmente la villa se ha convertido en una importante atracción turística en Shenzhen, la típica ciudad con la fama de “no tener mucho para ver” entre los viajeros. Pero lo más prometedor, y sin duda el mayor logro de esta comunidad artística, es que mientras Estados Unidos y Europa, donde se encuentran las capitales del arte por excelencia, se convierten en sus principales clientes, los productos “made in Dafen”, quizás impulsados por el carácter romántico que supone una villa entera poblada por artistas expertos en la falsificación, en lugar de un previsible taller clandestino, empiezan a quitarse de encima las connotaciones negativas asociadas a la baja calidad del famoso “made in China”.
Este artículo es el mismo que escribí para Revista Caras Chile. Todos los Derechos Reservados. Texto y Fotografías Gia Luxardo.