Cuando alguna vez he jugado al rol y nos hemos votado los unos a los otros la clase de nuestro personaje, conmigo nunca lo han dudado: Bardo. Y les doy toda la razón. Sé un poco de todo, sin llegar a ser experto en nada, y mucho de ese conocimiento es artístico. Soy muy hablador y tengo los sentidos bastante agudizados. No creo que tenga carisma, pero algunas personas me han dicho que transmito al hablar.
Otras veces me han considerado también Explorador por dos motivos. El primero es que amo a los animales, sobre todo a los perros y gatos. Les tengo en general un cariño inmenso, es verlos y me muevo por dentro, y por lo general algo parecido les ocurre conmigo. Una amiga dice que debe ser sobrecompensación porque tengo un gato que es precioso pero no muy cariñoso XD, pero fuera de bromas, le quiero muchísimo, hemos pasado juntos 18 años nada menos. Está muy mayor y algún día pasará lo que tiene que pasar, pero nunca entenderé a las personas que no quieren tener un animal porque sufrirán cuando se muera; sin duda, no han pensado en lo que son 18 años de momentos felices en comparación con eso.
La otra cosa que tengo de Explorador es que me encanta viajar y explorar en general los lugares. Conozco mucho Madrid, me apasiona recorrerlo y descubrir nuevas calles, barrios y edificios. He escrito además muchos relatos ambientados en Madrid, me parece una ciudad mágica por completo. Respecto a viajar, no lo hago todo lo que desearía por temas monetarios, pero me gusta ir sobre todo a otras grandes capitales, aunque he realizado otro tipo de escapadas también. No me gusta el turismo de guiri de coger un pack e ir cogidito de la mano a todos sitios; me gusta sentirme libre e independiente, y conocer otras personas y entornos; los viajes con una mochila al hombro y en soledad son los mejores que he hecho sin la menor duda. Los dos lugares que más me han fascinado son Venecia, una ciudad para enamorarse, en sentido metafórico y literal, y sobre todo Meteora, en Grecia, el lugar más increíble en el que he estado a día de hoy. Tengo el sueño de visitar algún día Lhasa, he leído mucho sobre ese lugar, y me gustaría revisitar Londres y sobre todo París, que fue una ciudad que conocí de manera muy precaria, como comiendo bajo puentes, aunque eso también tiene su encanto cuando lo recuerdas.
Al contrario de lo que alguna vez me han dicho, yo no tengo talento para la escritura. Mis primeras historias estaban mal escritas y eran pésimas. Lo que sí tengo es mucha constancia: me gusta meterme en proyectos, solo o en compañía, y tratar de que salgan adelante. No me considero escritor profesional, pero sí me considero escritor; son muchos años metido en ello. He escrito siete novelas, como una decena de novelas cortas y más de ciento cincuenta relatos. Muchos aún son inéditos, pero tengo la esperanza de que los mejores algún día sean publicados.
Y aunque parezca lo contrario, mi pasión no es la literatura, sino la música. La he adorado desde que era niño, pero por verguenza y miedo nunca me puse a ello hasta hace pocos años. Me encanta cantar y lo hago a menudo en un grupo. Hemos grabado un disco y me chiflaría que llegáramos a algo, pero en este caso, ya sólo el cantar canciones propias compuestas por los otros es algo que me llena muchísimo de felicidad, se me colma el rostro sólo de hacerlo. Como afición privada toco (más bien aporreo) la guitarra y la armónica cromática. No sé apenas nada, pero sí lo suficiente para pasármelo muy bien interpretando temas en soledad acompañando con mi voz.
Mi grupo favorito es Hooverphonic, y los que me conocen saben que una de las ilusiones de mi vida es verles en directo debido a que hace unos años compré la entrada para el concierto, lo cancelaron y me enteré justo a unos minutos de entrar. Me gustan muchos otros grupos (Garbage, Depeche Mode, The Cranberries, Queen...). Me gustan muchos estilos de música, no le hago ascos a nada, aunque los que más recuerdos me traen son los de los 80 y 90, debido a mis hermanos. Mi canción favorita es Inhaler de Hooverphonic y también me gustan mucho Summer Sun de Texas, Ice Queen de Within Temptation y Somebody de Depeche Mode.
Me gusta el cine bastante, soy muy cinéfilo, y esto me viene de mis padres. De toda la vida he sentido pasión por Blade Runner, Casablanca, Indiana Jones y la Útima Cruzada y Laura de Otto Preminger, que es una película muy antigua que me fascinó por su mezcla entre suspense y romanticismo. Una película que me gusta mucho y la gente infravalora por culpa de su título es Jo, qué noche; me parece muy atmosférica, me mete mucho en la historia.
Aunque me gusta muchísimo la literatura de ciencia ficción, fantasía y (en menor medida) terror, mi libro favorito no es de ninguno de esos tres géneros. Se llama La luz del día y es obra de Graham Swift. Cuenta la historia de un detective que recibe el encargo de una mujer cuyo marido la ha engañado con una refugia serbocroata a la que acogían en su casa. El encargo del detective es fácil: sólo debe seguir al marido y la inmigrante al aeropuerto y asegurarse que ella, y sólo ella, toma el avión de regreso a su país. Lo cumple pero, a los pocos días, descubre que su cliente mató al marido nada más regresó a casa. Desde entonces pasan los años y va a verla a la prisión donde la encerraron, debido a que, ya antes incluso de que matara a su marido, estaba enamorado de ella. El libro es un compendio de los sentimientos del detective, contados sin orden concreto, como si estuvieras tomando un café con él. Me gusta porque todos los personajes, de alguna manera, sufren un cambio radical: ella, que lo tuvo todo, debe aprender a vivir con la pérdida y rehacer su vida para cuando salga de la cárcel, y él, que lo perdió todo tiempo atrás, de repente siente algo renacer en su interior cuando pensaba que la vida sólo era dolor y decepción.
Empecé a estudiar la carrera de arquitectura. Me gustaba mucho y lo sigue haciendo, pero después de una año allí comprendí que ese mundo era muy, MUY elitista y aquello no era lo mío aunque no se me diera mal (aprobé el año completo). Me cambié a matemáticas y allí sí me licencié. Aunque me considero una persona muy creativa y artística, las matemáticas siempre me han parecido muy bonitas y se me han dado muy bien. Sobre todo, me gusta enseñarlas. En arquitectura aprendí sin embargo muchas lecciones: a trabajar duro, a dibujar (aunque eso ya no lo hago nunca y no se me daba muy bien, pero si tenéis curiosidad: http://magnusdagon.blogspot.com.es/2013/12/mis-dibujos-secretos.html). Mi estilo predilecto es el impresionista, por cierto. Aprendí también a hacer fotografías (que sí se me daba mejor) y, sobre todo, la mayor lección de todas: que si pones el corazón en algo, si no te rindes, entonces, aunque salga mal, el tiempo nunca es perdido, y si sale bien, la satisfacción interior es inmensa y te anima más y más.
Me gustan las series de capítulos cortos y no muy largas, que no sean temporadas a lo loco por llenar. Por eso tengo predilección por el anime. Mi serie favorita es Saint Seiya. Esa serie es para mí un modelo de vida y un ejemplo a seguir. Con esa serie aprendí que no ganan los más fuertes, sino los más valientes y los que no se rinden. Tengo muchos defectos, pero una virtud: valor. Y el valor no es desconocer los miedos, en absoluto. El valor es enfrentarse a ellos. Tengo muchos miedos, pero siempre trato de encararlos de frente. Mi Caballero de Bronce favorito es el Cisne porque es uno de los que más aprende a enfrentarse con sus temores, y la vida le pone pruebas muy duras por delante. Mi Caballero de Oro favorito es Libra porque además de noble, buena persona y valiente, es también un maestro, un mentor, y eso es para mí un ejemplo a seguir. Libra, además, es mi signo también. De los malos adoro a Isaac del Kraken, le entiendo y comprendo total.
Aunque soy un friki de mucho cuidado, sólo me gusta coleccionar dos tipos de frikadas: figuras de Myth Cloth de Saint Seiya y Transformers de Masterpiece, aunque me faltan algunas de las más emblemáticas: ni siquiera tengo aún el Caballero de Oro de mi propio signo. No me gusta ninguna otra clase de merchandising de series ochenteras ni noventeras. La gente tiende también a pensar que albergo toneladas de comics en casa, y no es así: he leído muchos porque me los han prestado o porque los cambiaba en la tienda del barrio, pero en realidad tengo muy pocos, aunque uno que nunca vendería mientras pudiera sería Parábola de Stan Lee y Moebius. Con los libros me pasa igual. En general, le tengo un apego sólo relativo a las cosas.
Sobre el aspecto físico... me han dicho a menudo que tengo una mirada muy profunda, muy intensa. No puedo añadir mucho más al respecto. Tengo un antojo muy visible en el cuello que desde que era adolescente ha sido motivo del clásico chiste 'vaya chupetón que te han dado'. Soy muy delgado pero eso no quiere decir que coma poco, pero tampoco tengo nada endocrino ni nada por el estilo, eso está largamente descartado. Me han dicho también que tengo el pelo muy suave, aunque a mí por las mañanas me parece como si me creciera una enredadera en la cabeza...
Tengo cicatrices, pero no están sobre mi cuerpo.
Odio a los bancos. A muerte. Odio también las injusticias, me revuelven las tripas. En ese sentido soy un poco macarra y eso alguna vez me ha dado algún problema. Esa actitud me viene de familia: mi madre era y es de armas tomar y no se doblega nunca. Digo muchos tacos, una burrada, y trato de quitarme de ello porque decir tacos lo veo bien, es bueno y necesario, pero creo que estoy con los dos pies en el otro lado.
Mi mayor defecto, sin duda, es mi orgullo. Me cuesta mucho abrirme a otro; para que haga algo así, debo confiar de veras en la persona. Y no es por timidez, sino por la sensación idiota y sin sentido de que el otro me conocerá entonces tan bién que no podré 'esconderme', que no podré jugar al misterioso, o al desconocido.
Antes me crujía mucho los dedos, pero ahora ya apenas lo hago porque me he ido quitando poco a poco. No suelo beber casi nunca. Desprecio el tabaco y no por su sabor: cuando robaba cigarillos a una amiga me gustaban bastante, pero por algún motivo no despertó adicción en mí y soy consciente de lo que esa mierda hace a los pulmones.
He pedido salir y me han pedido salir. Las dos cosas tienen su parte dura, pero en general, estando en ambos lados, nunca he tenido miedo de intentarlo si sentía algo por la otra persona, aunque no fuera tan intenso como en el otro caso. Es una experiencia, es la vida: en la vida me han pasado cosas muy duras que no voy a contar aquí (el orgullo, ¿lo veis?), y por eso no temo al dolor de un rechazo o de una relación fallida. Las derrotas nos enseñan más que el mejor entrenamiento.
La muerte me ha rondado dos veces, y las dos por causa similar: caída desde gran altura. La primera vez era pequeño y estaba en la sierra del norte de Madrid: resbalé y empecé a precipitarme hacia un precipicio, y un amigo de mi hermana me agarró cuando ya iba camino hacia abajo. La caída no era letal segura pero sí muy grave (decenas de metros, y luego seguir cayendo). Ese día me dormí con la ropa puesta y sin quitarme siquiera el calzado.
Por culpa de ese incidente desarrollé atracción por las alturas, y un día quise apuntarme a puenting con un amigo. Íbamos a ir a un sitio concreto, un día concreto, a una hora concreta, pero me surgió irme de vacaciones con otros amigos y lo pospusimos. En ese sitio, ese día, y a esa hora, se mató una persona porque la cuerda se rompió por negligencia de mantenimiento. Igual os suena haberlo visto por televisión. Nunca he vuelto a querer saltar y desde entonces no me gustan los deportes extremos, porque pienso en lo absurdo de perder la vida de esa manera, y que ese pude haber sido yo.