Héctor Aguilar Camín: "Adiós a los padres"

Publicado el 21 octubre 2015 por Juancarlos53
Esta narración del periodista y escritor mexicano Héctor Aguilar Camín la he leído y debatido junto a mis compañeros y amigos tertulianos del grupo de lectura "Más que palabras". Gracias a ellos me he enterado de que el escritor nacido en Chetumal, Quintana Roo, (Yucatán, México) en 1946 está casado con Angeles Mastretta, periodista y escritora como él. Ambos creadores son especialistas en la creación de personajes sugerentes y de ficciones que reflejan las realidades sociales y políticas de México. En efecto en esta novela que acabo de leer estas dos facetas aparecen con claridad.

La novela apareció en enero de 2014


"Adiós a los padres" es una obra de memorias noveladas, unas memorias que penetran explícitamente a veces en el terreno de la ficción, pues la memoria humana -lo dice el autor en reiteradas ocasiones- es lo que tiene, que confunde, eleva o abaja los sucedidos de manera muy personal. Este aspecto de la reflexión sobre el tipo de narración que está construyendo es algo que en esta obra me parece interesantísimo. El autor se interroga a sí mismo sobre si todo lo que está relatando es verdad absoluta o no:
  • "Todo esto está dibujado con nitidez en mi memoria, aunque su claridad no prueba nada, porque de esos años clausurados recuerdo también, con precisión imborrable, una felicidad adánica, unos almendros azules y, en el aire fragante de la noche, unos dragones jubilosos, que no pudieron ser." (pos. 840)
  • "No llevo diarios, pero los llevé cuando Godot reapareció. Creía tener una memoria precisa de aquellos hechos, pero las entradas del diario me revelan el tamaño enciclopédico de mis olvidos. Sigo aquí aquellos registros, tomados de memoria el mismo día. Explican en su mayor parte la abundancia de detalles y la precisión de los diálogos que siguen." (pos. 3399)
Nota.- Godot llama Héctor a su padre, desaparecido de su vida hacía 45 años y reaparecido al final de sus días. Él como los personajes de Samuel Beckett, Vladimiro y Estragón, se ha pasado la vida esperando inútilmente su regreso.
Es destacable en esta narración la construcción en forma de círculos que se cruzan, cortan y se yuxtaponen unos con otros del mismo modo que actúa el recuerdo en nuestras mentes y más cuando un mismo recuerdo es evocado por diversas personas, entonces aún manteniendo en esencia lo principal del suceso sin embargo unos aspectos son resaltados por unos u otros según su particular manera de valorarlos. Lo de "nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira" se plasma en esta obra de modo claro. 

PersonajesEsta estructuración hace que el relato que en su distribución en capítulos es lineal avance y retroceda según que el narrador, que fundamentalmente es el propio autor -que además forma parte del universo familiar de los Aguilar y de los Camín-, centre la memoria en unos u otros personajes:

  • Los Aguilar (don Lupe, su esposa Juana Marrufo, los hijos de ambos (Angel, Omar, Eustaquio, Perfecto Pilar Efraín y Héctor ) y las relaciones habidas por Héctor Aguilar Marrufo una vez que abandonó la casa familiar (Trinidad Reséndiz / Nelly Mulley y el mundo mexicano de las adivinadoras y echadoras de cartas, la señora Ruelas y Rita Tenorio).
  • Los Camín (Manuel Camín y su esposa Josefa García, ambos españoles de Asturias; las hijas de ambos: Emma que casará con Héctor el padre del novelista, y Luisa, que vivirá siempre con su hermana Emma formando un tándem soberbio que se sobrepondrá a las adversidades familiares y naturales; los hijos del matrimonio formado por Emma Camín y Héctor Aguilar: Catalina, Mateo y Rosario.
De otro lado yo entiendo que el autor centra bastante el relato en las analogías y paralelismos que se dan en los comportamientos de algunos personajes. Me refiero en especial al comportamiento padres - hijos de manera que así como Héctor Aguilar Marrufo acogió en su casa a don Lupe que tanto lo había hostigado en vida, lo mismo hará Héctor Aguilar Camín con su padre años ha desaparecido y que no se había ocupado de sus hijos para nada. Entiendo que este paralelismo quiere enlazar con las creencias supersticiosas y adivinatorias que tanto proliferan por México y que en la misma novela tienen una fuerte presencia al cohabitar el padre del novelista con una echadora de cartas durante casi 20 años. El mismo Héctor Aguilar Camín se deja llevar un poco por estas supercherías en las que él como buen intelectual no cree, pero...
"Hay en estas simetrías secretos cuya profundidad vislumbro pero no entiendo ni podría narrar." (pos. 3956) 
Sin embargo, y a pesar de esta analogía cierta entre los dos Héctor respecto a sus padres respectivos, el autor en lo que atañe al suyo se libera de ese peso tremendo mientras que Héctor / Godot vio siempre a don Lupe como al padre romano del que habla Gibbon en su obra "Historia de Roma" para quien
"Lo que el hijo adquiere por su esfuerzo o su fortuna es, o puede volverse, como el hijo mismo, propiedad del padre" (pos. 1255)
El estiloSorprende agradablemente la belleza del idioma que el autor exhibe en el relato. Es un lenguaje que sirve para evocar la belleza brutal de la naturaleza de Yucatán, un lenguaje lleno de términos mexicanos ('bacadilla', 'embarnecer' ["un adulto que embarnece mal"], 'chumado' ["bailando mambo con su profesora, tan chumado"], etc. muy sugerentes para los españoles, un lenguaje vivo que transforma mediante etimologías populares el léxico extranjero y lo nacionaliza: el ejemplo de la palabra "fallabón" como apropiación de la expresión beliceña 'fire boom' o de algún topónimo como "Orinchuac" (del inglés 'Orange Walk') además de ser un dato anecdótico revela el interés por la comunicación de estas personas para las que un idioma extranjero no supone una barrera.
También hay que anotar en la casilla del buen hacer la descripción ordenada, breve, completa, muy al estilo periodístico impresionista que emplea con frecuencia el escritor:
Ángel es el más varonil de los hijos; Eustaquio, el más equilibrado; Perfecto, el más fuerte; Héctor, el más simpático; Omar, el más parrandero. Ángel domina a Eustaquio, teme a Perfecto, hostiliza a Héctor, consiente a Omar. Eustaquio obedece a Ángel, evita a Perfecto, desprecia a Héctor, maneja a Omar. Perfecto se burla de Ángel, desprecia a Eustaquio, protege a Héctor, adora a Omar. Héctor teme a Ángel, ignora a Eustaquio, maneja a Perfecto, regaña a Omar. Omar seduce a Ángel, engaña a Eustaquio, maneja a Perfecto y confía en Héctor. (pos. 514-518)
La naturaleza desatada, los comportamientos de las gentes de México,  las especies animales desconocidas por estos pagos nuestros..., todo ello se conjuga en la prosa del novelista que en muchos momentos ingresa por derecho propio en los terrenos del realismo mágico. Véase si no este fragmento referido a la reacción provocada en las gentes y animales por el ciclón Janet de 1956:
"No hay en el pueblo otra novedad ni otra alegría que los embarazos postreros del ciclón, conmo si todo el mundo se hubiera acordado de que la vida sigue y hay que hacerla seguir. Mujeres hospitalarias de sus hombres refutan en sus cuerpos los escombros dejados por el Janet, del que Chuy recuerda vivamente, días antes, una plaga de moscos bobos y días después unas cucarachas ciegas que andan por todas partes tropezándose con todo." (pos. 1966)
Otros elementos interesantesDejo para otros el repaso que el periodista da a la política mexicana a través de la vida de esta familia, una política llena de gobernantes que abusan de su posición de poder, que enriquecen a unos u a otros según su capricho, que expropian en su propio beneficio, que extorsionan y roban en definitiva. También hay que hacer notar el destrozo del medio natural realizado en esos años con la deforestación abusiva de zonas inmensas del Yucatán y de la vecinas Guatemala y Belice. Increíble para sensibilidades como la nuestra actual.
Conclusión

Al final de su vida cuando Héctor Aguilar Marrufo dialoga con su hijo Héctor y le cuenta que don Lupe en el lecho de muerte le pidió perdón, éste le dice que no sabe por qué se lo pedía ni qué cosas le había de perdonar él. Hasta este punto la figura brutal de don Lupe le había incapacitado de por vida. Por eso el novelista, su hijo, dice de él: "Héctor es un minusválido amoroso, social y familiar". ¿Lo es también el escritor? Pienso que no, aunque ha estado a un tris de serlo, Quizás -quizás no, seguro- ha conseguido librarse de esta minusvalía a través de este libro con el que ha logrado conjurar a sus demonios. Ahora es cuando cobra pleno sentido el título de la obra: "Adiós a los padres".