Se inició apenas con 12 años como sodero junto a su padre, Luciano, donde también condujo el camión repartidor. Para los 14; trabajaba, estudiaba y jugaba al fútbol. Pasó de volante lírico en Huracán de Córdoba a la rudeza de Río Ceballos. Hasta acá, el referato brilló por su ausencia. A los 19 se vino a Buenos Aires después de abandonar la carrera de medicina en segundo año. Mientras trabajaba en una metalúrgica, con la ayuda del árbitro Marcelo Negrete, se inició en el mundo del referato.
Una vida normal, tranquila, como seguramente la de muchas personas en el país. Así comenzó la historia de Baldassi en el fútbol. Ahora, en 2011, luego de sobrepasar 20 años de carrera, la “Coneja” determinó que a fin de año dejará la actividad profesional. Se retira el mejor árbitro del fútbol argentino y quien más veces se encargó de controlar las acciones en un “Superclásico” (16). A falta de seis meses ya se vislumbra el vacío que esa decisión conllevará.
Naturalmente pasó por todas las categorías del fútbol nacional. En 1991 dirigió en la “D”, cinco años después subió a la “C”. En 1997 estuvo en la “B” Metropolitana y el Nacional hasta que en 1999 inició su periplo en Primera que aún continúa. Desde aquel encuentro entre Gimnasia de Jujuy y Newell’s que terminó 1-0 para los rosarinos, con decisiones acertadas y erradas, Baldassi se fue forjando un nombre en el ambiente y se ganó el respeto tanto de jugadores como de dirigentes. El hincha, incluso hoy, se siente aliviado cuando oye que el cordobés será el encargado de impartir “justicia” en el partido de su equipo.
A pesar de ésto su manera de dirigir fue varias veces criticada por el hecho de permitirse hablar con los protagonistas, aconsejarlos y advertirlos, antes que cometan una locura.“Mi objetivo es manejarme bajo las 17 reglas y llevar el juego por carriles normales sin ser autoritario”, declaró en una nota a “El Gráfico” en abril 2009. Lejos de Javier Castrilli, Guillermo Marconi y SaúlLaverni, Baldassi siguió los pasos de Francisco “Pancho” Lamolina, Horacio Elizondo y Juan Carlos Loustau, quienes privilegiaron la dinámica del juego y del espectáculo.
Hoy a los 45 años, a seis meses de su retiro, dirigió casi en todas las competencias, excepto un Mundial juvenil. Tuvo su oportunidad en 2007, en Canadá, pero no pudo completarla a raíz de la fallida prueba física de su asistente Walter Velaz. “No alcancé a llorar, aunque le pegué unas piñas a la pared del baño del hotel”, expresó.
A esa desazón se le sumó este año una mayor, tal vez la más importante de su carrera: su ausencia en la Copa América. El cordobés de extensa trayectoria no fue elegido para representar al país organizador como árbitro del certamen. "No dirigir me molestó mucho, porque más allá de la operación de apendicitis que me hicieron un tiempo atrás, podría haber estado”, declaró a la agencia Télam hace dos días. La lesión también lo privó de estar en el ¿último “Superclásico”?.
Más allá de aquel ápice de mala suerte, pudo arbitrar en el fútbol argentino, Copa Libertadores, Sudamericana, Juegos Olímpicos y puntualmente, en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Allí debutó el 13 de junio en Serbia – Ghana, donde el conjunto africano ganó 1-0 con un gol de penal perfectamente cobrado por el argentino. También estuvo en Holanda – Japón, Suiza – Honduras y España – Portugal. Éste último en octavos de final. A pesar de haber tenido uno de los mejores desempeños del torneo, la FIFA simplemente no creyó necesaria su participación en los partidos subsiguientes.
“Ahora me voy a retirar a fin de año, aunque no sé exactamente si en algún partido de eliminatoria en noviembre o a más tardar en alguno de las copas de verano. Sé que voy a extrañar mucho esto, desde las expectativas por los partidos hasta los vestuarios y también las notas periodísticas”, afirmó la “Coneja” quien pretende, al igual que Elizondo, seguir ligado a la profesión desde la docencia.
Sin duda su ausencia se sentirá en el ambiente, más aún sí el nivel de los arbitrajes se mantiene. Habrá confiar en el perfeccionamiento y la mejora de la sangre joven, como Patricio Loustau o Néstor Pitana quienes se perfilan para ocupar satisfactoriamente su lugar. Aún así el fútbol argentino pierde a uno de sus mayores exponentes de los últimos años.