![Hécuba y Julio César](http://m1.paperblog.com/i/243/2438489/hecuba-julio-cesar-L-X12k36.jpeg)
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En «Hécuba» se nos muestra el dolor de los perdedores, su humillación y su vergüenza, su ira y su resignación. José Carlos Plaza ha creado un espectáculo dominado por las ruinas, inteligente y de excelente factura; teatro del de antes, del de siempre, con todas sus connotaciones. Teatro de altura, de costuras perfectamente asentadas, donde todo gira en torno a una figura, la de Concha Velasco, en la que es su primer contacto con la tragedia clásica. Concha es una actriz dominante, luminosa, y le da su jerarquía a un papel exigente que ella resuelve con sus armas habituales. A su lado destacan la desvariada anciana de Pilar Bayona, el Poliméstor de Alberto Iglesias y la Polixena de María Isasi.Lo mejor que se puede decir del «Julio César» que ha dirigido Paco Azorín es que la sangre de William Shakespeare late en el montaje (algo que no todas las producciones shakespearianas pueden decir). Brusca, directa, viril (se ha eliminado a los personajes femeninos de la obra), incisiva, el texto aparece bruñido en una puesta en escena desposeída de elementos superfluos y basada en la palabra y la interpretación de los actores. El montaje abraza a los espectadores, los convierte en cómplices de la historia de conspiración, traición y lealtad, donde el director subraya la pregunta que Shakespeare se hace: ¿Es lícito matar a un tirano?, sin llegar a responderla y sin jugar a buenos y malos. Un reparto compacto y afinado ilumina la función, con mención especial para Mario Gas, un firme y confiado Julio César; Sergio Peris Mencheta, un Marco Antonio enérgico y vibrante; Tristán Ulloa, un Bruto atormentado, y José Luis Alcobendas, un ladino Casio.