Si habíamos elegido Frankfurt como destino para nuestro viaje sólo-chicas de 2017, entre otras cosas había sido gracias a Heidelberg. Toda la información que caía en mis manos sobre Heidelberg, la dibujaba romántica y verde y así es como yo la ví, a pesar de que parte del día fue gris, con lo que no resaltaba tanto su belleza, y a pesar de la cantidad de turistas que tuvieron aquel sábado la misma idea que nosotras y que hacía que el casco histórico estuviera a rebosar de gente.
A Heidelberg la atraviesa el río Neckar, quedando sus riberas enmarcadas en sendas colinas verdes. A la izquierda el centro histórico, la zona comercial y dominando en lo alto el castillo. A la derecha, la parte de la ciudad más nueva y una zona de jardines y bosques que, esta vez, me quedé con las ganas de conocer. Probablemente fue eso, el río, el derroche de verde, su arquitectura, lo que me traía constantemente a la memoria la escapada que el año anterior habíamos realizado a Ljubljana.
Una vez en Heidelberg, nos dirigimos caminando hacia el centro, y en unos 20 minutos ya estábamos allí. Tomamos una calle paralela a la concurrida Hauptstrasse para llegar al funicular que nos subiría al Castillo, pero antes hacemos una visita a la Biblioteca de la Universidad, la más antigua de Alemania, con la mala suerte de que la mayoría de sus salas se encuentran en obras y no podemos acceder a ellas.
Tras la visita al castillo recomiendo pasear sin prisas y admirar las vistas que desde allí se obtienen del río y de los tejados de la ciudad. Sólo por contemplar este paisaje, ya merece la pena subir al castillo.
Es la zona comercial por excelencia y hoy está a rebosar. Hace buena temperatura para la época y no llueve, al contrario que el día anterior, así que los alemanes han salido a la calle a disfrutar del día y no cabe ni un alfiler.
De aquí parte la Hauptstrasse, la calle peatonal más larga de Europa y si lanzamos la vista a lo lejos sólo vemos un mar de gente.
Desde aquí nos fuimos paseando por toda la Hauptstrasse, entrando y saliendo de el infinito número de pequeños comercios que la recorren. De esta calle principal, también parten un sinfín de callejuelas por las que apetece adentrarse y perderse, algunas confluyen en una pequeña plaza, otras no tienen salida, pero es la forma de conocer los entresijos de esta ciudad.
Cuando finalizamos la calle nos acercamos al río. En los alrededores también hay gente practicando deporte, ya sea corriendo, en bici o practicando vela. Nosotras aprovechamos estas vistas para despedirnos de Heidelberg.
La próxima vez continuaré subiendo con el funicular más allá del castillo, me adentraré en los bosques de Odin y llegaré a la silla del rey, el Königstuhl, desde donde se disfrutan de unas vistas del Neckar y del valle del Rhin insuperables, y que ahora me he tenido que conformar viéndolas en fotos. A la próxima, espero poder perderme por los bosques que se alzan en la orilla derecha del Neckar, y al menos, realizar el Camino de los Filósofos. Y sí, también la próxima vez, embarcaré en uno de esos pequeños cruceros que recorren el Neckar y te llevan a conocer bosques y pueblos cercanos. Así que, la próxima vez, será mejor que pernocte en esta preciosa ciudad y de esta forma disfrute de sus vistas nocturnas.
Heidelberg ofrece muchas cosas por conocer que no se pueden abarcar en una excursión de un sólo día, pero un día te permite realizar una buena toma de contacto con ella, visitar lo principal y convencerte de que tendrás que volver.
Posts de esta escapada:
- Paseando por Frankfurt y Heidelberg
- Frankfurt, "Mainhattan" y un Paseo por el Meno
- Heidelberg, Romántica y Verde
Bon Voyage!