El incesante anhelo de un deseo que cae siempre en la insaciabilidad. Ése es el alma del corazón del condenado. Clive Barker publicó en 1986 la novela The Hellbound Heart, y un año más tarde él mismo escribiría y dirigiría la versión cinematográfica, Hellraiser. Cuando la imposibilidad de satisfacer la voluntad constante del ser humano se hace palpable –la voluntad de la propia voluntad- es el instante en que el abismo se hace presente, y la oscuridad del otro lado -ese otro lado que nos persigue, nos susurra, y nos acosa en las sombras de nuestra consciencia- se apodera del timón que hace naufragar nuestro barco desde las profundidades de nuestro subconsciente hasta los territorios desconocidos que hay más allá de las fronteras que nuestro insaciable deseo ha derribado. La muerte como fin y principio del placer imposible de satisfacer, del querer constante ser más, sentir más, gozar más, construye las teclas que formatean las notas musicales de una sinfonía sobre el horror más profundo al que puede conducir la voluntad del ser humano. Todo ello compone una novela breve pero magníficamente escrita que se configura como una notable obra de terror que ya es un clásico en las colecciones del género, la cual, gracias a esta nueva y excelente versión de Hermida Editores –traducida por Juan Carlos Postigo Ríos-, podemos volver a disfrutar nuevamente de forma renovada y actualizada, justamente en el año en que se celebra el 30 aniversario del estreno de la adaptación cinematográfica.
-Ah, ¿ya has terminado de soñar? -dijo la cenobita examinándolo, mientras él, tumbado en el suelo, jadeaba-. Bien.
La mujer se puso de pie. Las lenguas cayeron al suelo como una lluvia de babosas.
-Ya podemos empezar.“[ii]