Helvia, la madre del filósofo hispano Séneca

Por Sandra @sandraferrerv

Séneca, hijo de Helvia

Poco sabemos de las mujeres que vivieron en el primer siglo de nuestra era. A excepción de las matronas romanas pertenecientes a las élites imperiales, pocos nombres propios han llegado hasta nosotros. Y de estos, los que han sobrevivido al olvido lo han hecho con escasos datos sobre su vida. Es el caso de Helvia, quien ha permanecido en las páginas de la historia gracias a las preciosas palabras que le dedicó su hijo, el filósofo Séneca.


Una matrona hispana.Parece ser que Helvia nació alrededor del año 20 a.C. en la ciudad de Urgavo, actualmente Arjona, en Jaén, en el seno de una de las familias más importantes de la oligarquía de la Bética, conocida como los Helvios. Helvia y su hermanastra Marcia fueron educadas siguiendo la tradición romana, basada en formar a futuras esposas y madres obedientes y con suficientes conocimientos para llevar con efectividad su propia casa o domus.
Casada con el procurador imperial Lucio Anneo Séneca, mucho mayor que ella, se trasladó a Córdoba donde fue madre de tres hijos. El mediano sería el famoso filósofo.


Una matrona filósofa.Helvia, como muchas mujeres de su época tuvieron un acceso, aunque limitado, a una cierta educación intelectual. Su marido fue temeroso, sin embargo, del peligro que pudiera acarrear el tener una esposa excesivamente formada, por lo que no dudó en interrumpir la formación de Helvia. Parece ser que ella lo aceptó con resignación dedicándose a su casa y a sus hijos, a los que transmitió su amor por el saber.


Una matrona viuda.Con 40 años aproximadamente, Helvia quedó viuda y volvió a vivir con su padre. Helvia continuó administrando sus propios bienes y los de sus hijos a los que había ayudado a que prosperaran en su carrera como magistrados.
En aquel tiempo Helvia marchó a Roma con su hijo mayor, Marco Anneo Novato, donde consolidó su magistratura. Unos años antes Lucio Anneo Séneca ya había marchado a vivir a la capital del imperio acogido en casa de su tía Marcia. El filósofo se había convertido en un importante personaje dentro de la vida política de Roma.
El año 41 d.C. vivió la muerte de Calígula y la subida al trono imperial de Claudio en contra de la opinión del Senado. Séneca, uno de sus miembros más prestigiosos fue condenado al destierro por el nuevo emperador. Así, Helvia, tuvo que ver marchar a su hijo a la isla de Córcega contra su voluntad.
La consolación de Helvia.Fue durante el exilio de Séneca en Córcega cuando el gran erudito escribió su Consolación a Helvia, una obra en la que ensalza a su madre y gracias a la cual sabemos un poco de su vida.
En la Consolación, Séneca pone de manifiesto el veto que sufrían las mujeres de su época en el acceso a la cultura y se lamenta de que su madre, mujer inteligente y sabia, no hubiera profundizado en sus estudios: Ojalá mi padre, el mejor de los maridos, menos entregado a las costumbres de sus mayores, hubiese querido que tuvieses no un roce, sino una profunda compenetración con los preceptos de la sabiduría.1
A pesar de no recibir ella misma esos conocimientos, Helvia trasladó a sus descendientes la pasión por el saber. Es, así, el reflejo de muchas mujeres, matronas romanas, que fueron transmisoras no sólo de grandes linajes y herencias, sino de cultura y saber a sus hijos.