Herederos del tardofranquismo

Publicado el 08 agosto 2013 por Benjamín Recacha García @brecacha

El gobierno no quiere “reabrir viejas heridas” reconvirtiendo el monumento de homenaje al fascismo que, bajo la denominación de ‘Valle de los Caídos’ (de los caídos del bando vencedor en la Guerra Civil, por supuesto), los españoles que creemos firmemente en la democracia tenemos que soportar. Una democracia moderna, como pretende ser España, cuenta aún hoy en día con miles de calles, monumentos, edificios, plazas, estatuas, erigidas en honor a un genocida y al régimen sanguinario que oprimió a la población durante casi cuarenta años como consecuencia de una guerra salvaje.

Es de vergüenza. Pero el gobierno no quiere “reabrir viejas heridas”. Esas que sólo pudieron cerrar las familias de los caídos franquistas. Las otras, las del bando derrotado, las que defendían la democracia, la libertad, la dignidad, la legalidad, continúan marginadas por las instituciones públicas, preguntándose dónde se pudren los restos de sus familiares represaliados. Esas decenas de miles de familias no han tenido en casi cuarenta años de “democracia” la posibilidad de cerrar de una vez sus injustas heridas.

Una de las primeras cosas que hizo el gobierno del PP al recuperar La Moncloa fue fulminar la partida presupuestaria destinada a la ley de memoria histórica. ¿Para qué gastar dinero en dar voz a los vencidos si “quienes fueron condenados a muerte” durante el régimen de Franco “sería porque lo merecían”? No, no es la declaración de un falangista o un neonazi (que, lamentablemente, los hay), sino del alcalde del municipio lucense de Baralla, Manuel González Capón. ¿Que de qué partido? Sí, evidentemente, es del PP.

De vez en cuando a alguno de estos indignos se le calienta la boca y se le escapa una barbaridad como la citada, que luego intenta arreglar con el típico “está sacado de contexto”. Pero la realidad es que tales elementos no son residuales. Estoy convencido de que hay muchos militantes y dirigentes del PP que piensan parecido. No lo dicen en voz alta, pero por sus actos los conoceréis. Estos son los mismos que, condescendientes con el franquismo y sus nostálgicos, se enervan porque la izquierda abertzale se pueda presentar a las elecciones (que a nadie se le ocurra ahora pensar que defiendo a los simpatizantes de ETA), o llaman nazis y fascistas a los movimientos sociales que defienden los derechos de las personas por la vía de la movilización.

La ley de memoria histórica contempla la transformación del Valle de los Caídos en un monumento de homenaje a todas las víctimas derivadas del alzamiento militar y la represión posterior, que, evidentemente, son muchísimo más numerosas en el bando republicano. Sin embargo, y en base a ese argumento mezquino de no reabrir heridas, no se hace nada por cumplir la ley (y eso que es tibia a más no poder). Mucho peor: se mantiene el monumento en homenaje al dictador y a sólo las víctimas de la parte vencedora. Yo a eso lo llamo tomar partido de forma descarada.

No es la primera vez que pongo de manifiesto mi indignación con este gobierno heredero del tardofranquismo, y me temo que no será la última. El burdo intento de reescribir la historia suavizando las barbaridades, los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura, es del todo intolerable.

Iñaki Anasagasti, veterano dirigente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ahora senador, escribió en octubre en el diario ‘Deia’ que “lo mejor que pueden hacer con el Valle de los Caídos, previo al hecho de sacar los restos de los allí enterrados, es volar todo”. Nostálgicos del régimen le interpusieron una querella que ahora (menos mal) el Tribunal Supremo ha archivado. Comparto plenamente su opinión. Probablemente lo mejor que se podría hacer es borrar del mapa un lugar que es ostentación del fascismo, de la intolerancia, de la represión, de la opresión, de la violencia sanguinaria de un régimen que, por mucho que traten de reescribir la historia, nadie podrá cambiar lo que hizo.

Dejar un comentario

Archivado bajo Actualidad, Reflexiones

Etiquetado con alcalde de Baralla, democracia, dictadura, dictadura franquista, dignidad, fascismo, Francisco Franco, franquismo, genocidio, gobierno, Guerra Civil, Iñaki Anasagasti, ley de memoria histórica, libertad de expresión, Manuel González Capón, memoria histórica, poder, política, PP, régimen sanguinario, reabrir viejas heridas, represión, represión franquista, Valle de los Caídos, víctimas

’1984′: el modelo a seguir