Durante estas últimas semanas en las que he pasado unas agradables vacaciones en un hospital -por una razón que no viene al caso, porque al blog hay que venir ya llorado-, rodeado de un grupo de maravillosas enfermeras, congoleñas, tangerinas, melillenses, libanesas, canarias e -incluso- alguna belga, he tenido tiempo de sobra para dedicarme a la lectura. Ya os iré dando la brasa con los libros que me he devorado en los ratos que no estaba de palique con las enfermeras o con los amigotes que venían de visita. Hoy os voy a hablar de "Herejes" de Leonardo Padura. Es la primera novela suya que leo. Aunque su estilo es muy prolijo y detallista, me ha gustado bastante. Sobre todo los capítulos que suceden en La Habana. Se ve que es lo que domina y lo borda. La trama, muy interesante, describe algunos hechos históricos terribles que sucedieron en los años treinta, cuando el buque "St Louis" llegó a Cuba lleno de judíos que huían de Alemania y no les dejaron bajar, con lo que tuvieron que volverse a Europa a volver a caer en las garras de los nazis.
La novela tiene un capítulo, más que un capítulo casi un libro -de hecho se llama "Libro de Elías"- en el que, en una ruptura importante, la acción pasa en Amsterdam en 1643. Es, para mi gusto, demasiado largo y prolijo, pero cuenta unas historias interesantes sobre los judíos que habían huído de España y Portugal y sobre las matanzas de judíos polacos/ucranianos que tuvieron lugar en 1648.
Vuestro amado bloguero, que soy yo, digo, vamos, viajó mucho por motivos profesionales a Ucrania entre 2000 y 2008, como puede verse en mi pasaporte, así que el tema me interesó mucho, y más, ahora que Ucrania, por motivos que todos sabemos, está en primera página de todos los medios.
No sé como estarán ahora las cosas, pero a mí Kiev es una ciudad que me gusta mucho. La verdad, nunca ví ninguna discrepancia entre la gente de por allá que indicara que iban a acabar a castañazos entre unos y otros.
Kiev. El monasterio de San Mihail
Para hacer un intento de entender lo que está pasando, y lo que pasó en 1648 según cuenta Padura, hay que echar para atrás algunos años más. La historia empieza hacia el año 882, en el que una serie de tribus eslavas se unen formando lo que hoy se llama "Kievan Rus" (Ки́евская Русь).
Fue el primer estado (por llamarlo así) ruso, aunque en realidad era un conglomerado de señores feudales bajo el mando de un soberano que reinaba en Kiev. Su máxima extensión puede verse en el mapa que os he colocado aquí (y que he copiado de la Wikipedia, que yo no me invento las cosas, que luego lo mismo decís que vaya morro). Por supuesto, se le considera un estado idílico visto más de mil años después, el mito fundador de Rusia, dedicado a la agricultura y al comercio, sobre todo con Bizancio.
En Kiev, a estas alturas, lo único que queda del Kiev de aquellos tiempos, se supone que es la "Golden Gate", aunque hay malas lenguas que dicen que la reconstrucción, que data de 1982, es un invento, ya que nadie sabía como era en realidad. Pero bueno, queda chula. Además, hay un par de bares enfrente con sus terracitas en verano.
Otro detalle en la Golden Gate es el monumento al gato Panteleimon. La verdad, creo que es el único monumento a un gato que yo he visto. Podeis ver más detalles aquí.
La Kievan Rus se hundió definitivamente hacia 1240 por la invasión de los mongoles de la Horda de Oro y el "sálvese quien pueda" de los diversos señores feudales (boyardos). La ocasión la pintan calva, se dijeron los reinos católicos del norte: el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que aprovecharon la ocasión para apropiarse gran parte de la Ucrania actual, en vez de ayudar a los de Kiev que, al fin y al cabo, eran ortodoxos. Mientras tanto, los rusos que se habían sometido a los mongoles o tártaros (como los queráis llamar) crearon un nuevo reino con sede en Moscú.
Bueno, y ya estamos así como así en 1648. Los grandes duques de Polonia/Lituania controlan una vasta extensión de terreno que llega hasta casi el Mar Negro y empiezan a suceder las cosas que cuenta Padura en su novela. Los nobles polacos delegaban la recaudación de impuestos en los judíos, que, como es natural eran aborrecidos por las gentes que tenían que pagar. Ese aborreciemento les costó caro. Los cosacos del sudeste del reino, comandados por el héroe nacional ucraniano, Bogdan Khmeltnisky se sublevaron, fueron avanzando hacia el norte y por donde iban, se dedicaban a exterminar judíos.
Bogdan Khmelnitsky
Monumento a Khmeltnisky en Kiev. Enfrente, el monasterio de San Mihail
Como véis, Oh queridos amigos, la semilla de un pais esquizofrénico ya está puesta. Por un lado, fue el origen de Rusia, por otro, estuvo siglos bajo dominio polaco y otras regiones del Oeste, como Galitzia, pertenecieron al imperio Austro-Húngaro. Por cierto, lo de Galitzia, tiene su chiste. Un diario francés, hablando de Manu Chao, gallego de Galicia, dijo que era originario de una región al oeste de Ucrania.
Pero bueno, ya para acabar os diré que vuestro amado bloguero (insisto, que si no soy yo, que ni me lo digáis) recalaba con frecuencia en el Hotel Dnipro en Kiev, que, según parece ha sufrido bastante en las movidas de las últimas semanas, cosa que no es de extrañar, porque está a medio camino entre la Plaza de la Independencia (que ahora llaman "euro Maidan") y el Parlamento. En mis tiempos, era un buen hotel. Lo único que había que tener cuidado es que no te dieran una habitación de las que miran al frente, porque el ruido de los coches en la calle adoquinada te podía tener toda la noche en vela. Eso sí, en el Bar había siempre bellas señoritas dispuestas a hacerte interesantes proposiciones por un módico precio. Una vez, una colega alemana que iba con mi grupo y que parecía más bien un saco de patatas, se escandalizó al saber que todas esas nenas eran de pago. La pobre me dijo: -"¡qué horror y si voy yo sola al bar pensarán que soy una de esas y me harán proposiciones!". No creo que corriera ningún riesgo. Claro, que hay gente pa tó.
Si las cosas se calman en Kiev y os váis a dar una vuelta por allí, ya os dije donde se compra caviar. Si vais en verano, no dejéis de ir a tomar una cervezota a la orilla del Dniéper, que está muy agradable:
Y nada más. Si os interesa la historia de la Kievan Rus, podéis encontrar más detalles en este libro:
Besazos, que ya estuvo suave.