Este Bartleby de Herman Melville, se nos presenta como un desafío; un reto al día a día de nuestra monótona existencia. Algo tan sencillo como un frase de tres palabras, pone en jaque toda una vida laboriosa, cimentada en mil sólidos pilares (la abogacía, la solvencia económica, la posición social…) Esa falta de respuesta, que se transforma en distinta y diferente, es la que trasgrede las normas sociales a las que está acostumbrado a hacer frente el prestigioso abogado, por lo que podríamos decir, que una de las interpretaciones de este relato, es poner en solfa las costumbres y el sistema de la época (mediados del siglo XIX) como precursor de los cambios sociales que se produjeron en el siglo XX y que tuvieron como primera gran consecuencia la Primera Guerra Mundial. Pero regresando a lo concreto y dejando a un lado la magnificencia del cuento, Bartleby parece decirnos que existe una realidad ajena y muy diferente a la que nosotros vivimos y vemos. Y es, en esa oscura realidad, donde la pertinaz actitud del escribiente, nos deja entrever esa puerta de atrás que todos poseemos, y que fluye paralela a nuestra realidad, hasta que algo o alguien las hace confluir. Realidad y ficción, van de la mano en un magnífico ejemplo de relato corto.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.