Nació en Parral, hija de los profesores Erasmo Hernandez Troncoso y Graciela Aguayo Sobarzo. Ella es la segunda de cuatro hermanos, ellos llamados Orielle, Leonardo y Grace. Realizó la mayor parte de sus estudios en Linares; de segundo a cuarto de primaria (enseñanza básica en Chile) estudia en el Colegio de la Providencia, dirigido por una congregación de monjas canadienses; y el séptimo y octavo básico en el Colegio María Auxiliadora, dirigido por las religiosas salesianas. La enseñanza media (bachillerato) la cursó en el liceo B 27 de la Ciudad de Linares.
Fue una adolescente muy inquieta, perteneció a la Cruz Roja, fue ecologista, presidenta del centro de alumnos de su liceo e incluso deportista de vóleibol y atletismo. Sus cercanos la reconocían por tener un carisma y simpatía especial que siempre la hicieron popular en los colegios por donde estuvo. También en esos años comienza a cantar junto con otras dos amigas en los festivales y actos de su liceo y ciudad.
Su acercamiento al cristianismo
En 1985, a la edad de 14 años, decide conocer más de cerca la persona de Jesucristo, a contracorriente de su padre y del ambiente que se vivía en el Liceo donde ella cursaba la enseñanza media (o bachillerato), en el cual había muy pocos estudiantes católicos. Todo el ambiente que la rodeaba la inducía a conocer otras creencias religiosas y filosóficas distintas al cristianismo católico; a esa edad también realiza sus primeras composiciones: Canciones de amor para su novio y más tarde canciones que le nacían del encuentro con Dios.
Comenzó a cantar en la misa dominical de la Catedral de su ciudad y, a través de este ministerio, poco a poco se va acercando a Dios. Glenda cuenta que poco a poco, iba entendiendo lo que iba cantando. Se quedaba mirando la cruz después de misa y le preguntaba al Señor: ¿Es verdad que has muerto por mí?, ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿Por qué?...
Al ganar en un festival diocesano de música, recibe como premio una Biblia, por cuya lectura tuvo su primera experiencia de encuentro personal con el Señor. Después de la misma se decide a trabajar en la antigua cárcel de mujeres de Linares, aunque primero le fue negada la entrada porque a penas tenía 15 años, Glenda insistió y no pudieron impedirle realizar sus primeras experiencias apostólicas entre los que más sufren. Glenda buscaba comunicar su experiencia de Dios: "¿Por qué yo experimento el amor que Dios me tiene y los demás no?". Esta inquietud la movía a entregarse y dar a conocer a Dios a todos, en especial a sus compañeros de liceo y de ciudad.
A Glenda la marcaron muchas personas, pero sin lugar a duda en esa época adolescente, don Carlos Camus, su Obispo, influyó notablemente en su sensibilidad pastoral. Fue un Obispo muy misionero, visitó todos los rincones de la diócesis a quién el mismo le dio forma y consistencia. Fue uno de los primeros Obispos que arriesgando su vida se enfrentaron abiertamente a la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte. Estuvo muchas veces amenazado de muerte y calumniado. Incluso en cierta ocasión al salir de misa donde Glenda estuvo presente, la asamblea hizo una cadena humana para proteger al obispo de posibles ataques de los militares del régimen. Glenda fue así influenciada por el profetismo de don Camus en decir la verdad y de enfrentarse con los poderosos para defender a los más débiles.
Su vocación
Encuentra a Jesucristo cuando solo tenía 15 años. Fue una experiencia con la Biblia. Ella cuenta que después que se la ganó como premio en un festival diocesano de música, la leía todos los días. Un día como esos, Dios se hizo presente y abrió los ojos de su mente y de su corazón como a los peregrinos de Emaús. Entonces, reconoció al Señor, experimentó y gustó de su presencia y de su amor. Ella nos dice que fue tan grande esa experiencia que cambió por completo su vida. Comienza a dedicarse a comunicar esa experiencia en el apostolado y a la profundización de la misma en la oración. Luego recibe una segunda llamada del Señor. El Señor le pedía dejar su familia, su país, su ambiente, su novio..¡posponerlo todo! y entregarse en cuerpo y alma a servir al Señor. Decide entonces, después de años de lucha y discernimiento, consagrar su vida a Dios. En 1988, Glenda da el paso definitivo, aunque confiesa que tuvo dolor, deja a su novio y entra en las Hermanas de la Consolación. "Eso es lo que siempre he hecho en mi vida -dice Glenda-: consolar, y eso es lo que quiero seguir haciendo". Lleva 20 años consagrada al Señor e intenta "hablar al corazón del hombre", consolando a los demás con el mismo consuelo que de Dios recibe.
Vive sus primeros años de formación en Chile. En 1991 se traslada a Buenos Aires, Argentina y luego reside en Tucumán, al norte de ese país, trabajando como misionera, completamente dedicada al anuncio del Evangelio entre los jóvenes más pobres. Durante años de intenso apostolado en Argentina acompañó a numerosos jóvenes en el descubrimiento de su vocación personal, todavía hoy la recuerdan. Luego Glenda viaja a Roma para estudiar teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Realiza también un servicio en la secretaria de Estado del Vaticano, como secretaria del Óbolo de San Pedro. El año 2000 es enviada a España y comienza sus estudios de psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que ahora es doctoranda. Dios y el ser humano, son sus dos grandes pasiones a quienes les dedica largas horas de oración y estudio. En Europa, la labor de Glenda se ha centrado sobre todo en la evangelización. Ha recorrido casi toda España anunciando al Señor Jesús y provocando a los jóvenes españoles a tener de verdad un encuentro con Cristo.
Esta forma de Consagración le permite dedicarse a sus viajes misioneros, llevando la Palabra de Dios por medio de la predicación y la música, más allá de las obras propias de un instituto religioso: Colegios, hospitales, asilos de ancianos, etc. En esta forma de vida "Consagrada", no se hacen votos, sino que se recibe una "solemne consagración" por parte del Obispo, quien entrega a la consagrada 3 insignias que resumen su vida y misión: VELO, signo de su pertenencia a Dios y su servicio a la Iglesia (uso opcional, según sea conveniente o no para la misión de cada consagrada, ya que esta vocación permite ejercer un carisma particular y no grupal a diferencia de las órdenes religiosas femeninas); reciben también el Anillo, signo de su esponsalidad con Cristo y el' Libro de la Liturgia de las horas para que viva una vida de oración y servicio, según sea su carisma particular. Actualmente en el mundo hay mas 5.000 consagradas en el Ordo Virginum que viven su consagración a Dios de variadísimas maneras: las hay que trabajan en un banco u oficina, sin que nadie sepa su "consagración solemne", hasta otras expresan de una forma más visible su Consagración llevando el velo, cruz y otros signos religiosos, según sea oportuno para la misión que realizan. En esto se rigen por los respectivos Directorios diocesanos y con el permiso del Obispo Diocesano.
En un mundo necesitado de "signos visibles que hablen de Dios y de la Consagración a El y a la Iglesia, nuestra Hna Glenda, con el permiso de su Obispo, ha optado por continuar con la "visibilidad de su consagración", ya que es acorde a la misión que hoy por hoy realiza. "Estamos agradecidos con Dios y con la sabiduría de la Iglesia, que permite a la mujer desde el Ordo Virginum poder ejercer tantos y tan variados carismas y apostolados, con tantos tipos y grados de visibilidad de la Consagración a Dios." Desde ya encomendamos la vida y misión que Dios a pedido a la Hna Glenda a la "Virgen María, y a las vírgenes: Santa inés, Marcelina y tantas otras, que desde los tiempos apostólicos han sabido dar testimonio de un amor de predilección esponsal por el Señor, en lo escondido del día a día, o en la máxima visibilidad social de sus desposorios con Cristo, su Esposo.
Su actividad musical
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