"Diminutos integrantes de una sinuosa, fatigada fila de hombres que se extiende por el largo patio de la fábrica y dos pisos más, los ocho chavales de la pandilla Hermanos de Sangre hacen cola y aguarda, al igual que otros cien, a que por fin los dejen pasar del terrible frío húmedo a las cálidas salas de espera. Faltan todavía tres o cuatro minutos. Después, a las ocho en punto, se abre la pesada puerta de hierro en el segundo piso. El centro de beneficencia del distrito Berlín-Mitte, en la Chausseestrasse, da el tirón de arranque para la puesta en marcha de su complicada actividad burocrática."
Hay libros que atraen a la primera mirada, historias que parecen jamás contadas, que se nos antojan atractivas y desconocidas por mil motivos. Eso me sucedió con este libro. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Hermanos de sangre.
Johny, Konrad, Wili, Fred, Ersin, Walter. Hams Wili y Georg... pero podían perfectamente ser otros nombres, depende de si ya los habían cambiado para evitar ser detenidos. En este libro conocemos la historia de los que se llamaban Hermanos de Sangre. Esas pandillas condenadas a existir desde su nacimiento formadas por niños de entreguerras, muchos sin padres, otros de correccionales o con padres aprovechados o despreocupados que huían hacia Berlín esperando encontrar algo. Jóvenes de la calle que creaban pequeñas pandillas solidarias para no morir de hambre o frío, durmiendo entre cajas y ratas y comiendo lo que buenamente podían. Peleas, prostitución, delincuencia, hambre y supervivencia esperando esquivar palizas y detenciones para seguir adelante.
Publicado por primera vez en 1932 bajo el título Juventud en la carretera a Berlín, esta novela fue quemada y prohibida por los nazis cuando llegaron al poder. Hasta hace poco cayó en el olvido, sin embargo, su reedición, de esas cosas que uno no sabe muy bien por qué suceden, fue toda una sensación. Si os fijamos en su autor, poco se sabe también de él, asistente social durante unos años, recibió una citación de la autoridad nazi en 1938 para regularizar su profesión y... hasta ahí. Nada más se supo de él.
Esta novelita, en apenas doscientas páginas, consigue situar al lector en una realidad muchas veces olvidada. Nos enseña el complicado mundo en el que vive una pandilla de chavales que intentan sobrevivir y no morir de hambre, frío o una paliza por la calderilla que lleven en un bolsillo. Si algo cuenta esta historia, es la solidaridad en la calle, la protección que supone no dormir solo y la capacidad del ser humano para adaptarse a las peores circunstancias. Una lucha continua por seguir adelante y tener algo que llevarse a la boca en una época en la que Hitler estaba a las puertas de cambiar la historia de la humanidad. Pero el libro huye de la política, no hay rastro de ella, lo cual me sorprendió dada su prohibición en su día. En lugar de eso encontramos una prosa sencilla que narra los acontecimientos con una normalidad que gana al lector al hacerlo comprender que está ante una historia de la vida, que hubo mil así y que poco importan los nombres de quienes la pueblan.
Berlín es una de esas grandes ciudades que tienen una historia en cada piedra que, en cambio, nadie recuerda entre los años 20 y los 30. Todas las líneas se las llevan los años posteriores. De este modo, Hermanos de Sangre ha resultado todo un descubrimiento, además de una interesantísima historia llena de momentos para recordar. De la protección del jefe, al que se aprovecha de las miserias, de la niña que siendo apenas mujer ya está ajada por la edad del alma, a las carreras en busca del bullicio es, ante todo, una historia de la calle. Y como tal impera uno de esos códigos de honor de quienes se convierten en hermanos fruto de las circunstancias, consiguiendo que vivamos esa solidaridad del paquete de cigarros compartido. Una gran historia que refleja un momento en el que las calles estaban pobladas por jóvenes desempleados, un reflejo duro, real y certero en el que no hay espacio para sentimentalismos.
Una historia extraordinaria escondida bajo una apariencia común que nos abre los ojos a una realidad social de crisis y hambre. Uno de esos títulos que merece la pena ser descubierto por ejemplo, mañana.
Y vosotros, ¿me podéis decir un título que os gustaría llevaros mañana a casa?
Gracias