Hablar de películas basadas en hechos reales, como si esto mismo significara algo importante a la trama en si, me resulta molesto, pues en la mayoría de los casos, los involucrados se apoyan en eso para tratar de trasmitir emociones encontradas en el publico y provocar las lagrimas fáciles. Digo, tampoco es que este mal, a fin de cuentas el cine como medio audiovisual se presta de muchas maneras para trasmitir historias verídicas a personas que ignoraban su existencia o que tal hecho hubiese ocurrido.
La historia como tal es potente y promete mucho, es quizás por ello que la decepción es grande cuando vez que todos los elementos que el director Tony Goldwyn tenia a su alcance se ven echados a la borda por tratar de llevar una narrativa sencilla y sin ninguna complicación, cuando en realidad tenia para usar un poderoso drama y sacarle mucho mas provecho a sus actores para que estos mismos se lucieran. Mas si tienes en tu reparto actores de lujo como Minnie Driver y Melissa Leo, los cuales salen sobrando y no aportan nada a la trama. Una lastima.
Goldwyn cae en el lastimoso error de contar una historia como simple anécdota, plana y sin ningún conflicto. Un error si me preguntan, pues si quería hacer una simple anécdota bien pudieron realizar un documental, el cual, por mucho, es mas realista y tiene mas impacto en historias verídicas. Ni la sobreactuación de Swank ni el buen trabajo de Rockwell logran, a final de cuentas, salvar un producto que se hundió en su falta de talento y de atrevimiento. Pudo haber sido un drama memorable y emotivo, pero se quedo en un frio intento. Un intento que queda mas en evidencia al ver como escenas con una alta carga dramática son desperdiciadas, como el tramo final.
Calificación: ★★☆☆☆