Hermanos y futbolistas. Cuando genes y deporte tienen algo en común (I)

Publicado el 02 julio 2015 por Davidmaldini @ConDdeDeporte

Hermanos y algo más. O futbolistas y algo más. Como si del título de una película se tratase en esta sección echaremos un pequeño vistazo a aquellos jugadores que probaron las mieles del fútbol profesional compartiendo entre ellos no sólo su afición por el balón. Y es que, como suele decirse, este deporte se lleva en la sangre y sorprende ver las cantidad de ejemplos que se pueden encontrar de hermanos que llegaron a lo más alto o por lo menos, a hacerse un hueco en el mundo del balompié. Eso sí, ¿Madres con el corazón dividido? Eso nunca.

Javier Zanetti, el “tractor” del norte de Italia, y Sergio Zanetti

Presentar a Javier Adelmar Zanetti para todo aquel que haya vivido el fútbol de los noventa es poco menos que innecesario. Longevo como pocos, casi hay que obligarle a retirarse, algo que no ocurrió hasta el 10 de mayo de 2014 con los 40 años ya cumplidos y jugando en la élite como si fuese casi un chaval. Todo un ejemplo de desempeño y esfuerzo en el terreno de juego. Cuando fichó por Inter en 1995 llegaba casi como un desconocido a la sombra de Sebastian Rambert, contratado por los italianos para ser el jugador estrella de esa temporada. Con su primer traje recién comprado, una corbata horrible que no iba a juego y sin apenas recibir la atención de los medios de prensa, no sabían que habían contratado a un jugador que se convertiría entre otras cosas en el futbolista argentino con más partidos en la Serie A y en el futbolista con más partidos disputados en toda la historia del Inter de Milan (857 ni más ni menos). Aparte de Rambert y el propio Zanetti, habían sido contratados Roberto Carlos y el inglés Paul Ince. El Reglamento de aquella época sólo permitía tres extranjeros por partido así que alguno de ellos no correría buena suerte (Fue Rambert el damnificado). Un amistoso de pretemporada ante Varese fue providencial. Brilló Zanetti y convenció a todos. Como tenía que elegir dorsal, escogió uno que nadie había querido, el “4”, mismo dorsal que recientemente fue retirado en homenaje a su carrera deportiva digna de un post entero.

Lo que no muchos saben es que mientras Javier Zanetti intentaba ser alguien en el mundo del fútbol fichando por Inter, su hermano mayor, Sergio Zanetti (6 años mayor), llevaba unos cuantos años desarrollando su carrera deportiva, aunque es de admitir que sin la misma suerte. En cierta manera lo único que les unió fueron sus comienzos pues ambos empezaron sus carreras en el Talleres de Remedios de Escalada en Argentina, aunque no coincidieron allí. Sergio abandonó Argentina en 2001 para probar nuevos aires y jugó tanto en Italia (Cremonese y Verbania) como en Suiza (AC Bellinzona y F.C Locarno). Recientemente, ya retirado, ha firmado como entrenador del Calcio Lecco 1912.

Nunca coincidieron en el terreno de juego aunque es innegable que llevaron el apellido Zanetti a cotas muy altas.

 Xabi Alonso y Mikel Alonso. Cuando el pequeño superó al mayor

Eran principios de los 80, apenas eran unos bebes casi más pequeños que un balón y su padre, el mítico Periko Alonso, acababa de redondear dos años excelentes con la Real Sociedad. Bicampeón de Liga y fichaje por el F.C Barcelona. Desde luego estaba claro que el fútbol corría por las venas de los Alonso. Aquellos dos pequeños: Xabi y Mikel tomaron el camino del deporte rey, puros genes paternos. Su otro hermano, Jon, menos conocido quizá, optó por el arbitraje.

Xabi y Mikel, ambos naturales de Tolosa y con apenas un año de edad de diferencia entre ellos (1981 y 1980 respectivamente) tuvieron trayectorias similares en inicio jugando en el Antiguoko, club donostiarra en el que tanto ellos como otros grandes jugadores vascos (Arteta, Murillo, Iraola o Aduriz por poner algún ejemplo) comenzaron a formarse en sus categorías inferiores. En 1999, y tras una brillante campaña en el modesto equipo, llegando incluso a semifinales de la Copa del Rey juvenil, ambos llegaron a la Real Sociedad, su primer club profesional y primer punto de despegue de sus carreras. Xabi, reconocido por él mismo como un mediocentro de perfil defensivo pero muy amante del toque de balón (algo que le diferenciaba de su padre, duro y bregador, muy del estilo del los 80) comenzó a escalar hasta debutar en Copa frente al Logroñés. Sin embargo, Javier Clemente cortó su progresión y le mandó al Eibar cedido. Se da la casualidad de que el propio Clemente fue destituido y sustituido por Periko Alonso (Su padre) que, a su vez fue destituido y sustituido por John Benjamin Toshack el cual tomó como primera decisión repescar a Xabi para el primer equipo. En cierta forma indirecta su padre desató los acontecimientos que hicieron de Xabi Alonso el centrocampista que la Real llevaba tiempo buscando llegando a ser incluso subcampeones de Liga en 2003. Desde ahí le llegó el reconocimiento, la Selección llamó a sus puertas y lo más importante de todo, Rafa Benítez se lo llevó a la tierra de los Beatles en donde se convirtió en Campeón de Europa y una figura mundial.

Y, mientras tanto, ¿Mikel? Mikel Alonso compartía entre otras cosas, demarcación con su hermano pequeño lo que hizo que se le cerraran las puertas de la titularidad durante años. No consiguió establecerse y en 2003 salió cedido al Numancia tras alternar el primer equipo con el filial de la Real Sociedad. Durante ese tiempo llegaron a compartir terreno de juego ambos futbolistas aunque de forma escasa. Cuando Xabi se marchó al Liverpool, Mikel obtuvo la titularidad y siguió esa linea hasta que en 2007 una campaña horrible mandó a la Real a segunda siendo además señalado como culpable por una parte de la grada. Buscando aliviar la presión interna recaló cedido en el Bolton inglés en donde si bien no coincidió en el terreno de juego con Xabi al menos volvieron a sentirse cerca el uno del otro.

Y lo demás es historia. Volvieron a coincidir, aunque como rivales en 2010 cuando Xabi ya jugaba en el Real Madrid y Mikel en el Tenerife. A modo de curiosidad decir que, como hermano mayor, Mikel era considerado el “bueno” en las categorías inferiores y llegó a debutar antes en Primera que Xabi, el cual incluso tuvo que marcharse cedido al mencionado Eibar. Y luego… lo que son las cosas. Xabi Alonso continúa su prolífica carrera profesional en el Bayern de Munich mientras que Mikel, que llegó a estar recientemente dos años sin equipo, terminó recalando en el Real Unión de Irún, actualmente en Segunda B.

Diego Milito y Gabi Milito, creando y evitando peligro a partes iguales

Ninguno de los dos disfrutó de los mejores años de su carrera cuando jugaron juntos pero sí que dejaron para las hemerotecas unas cuantas alineaciones del Real Zaragoza en las cuales el apellido Milito se repetía tanto en ataque (Diego) como en defensa (Gabi). Y eso que no podían ser más distintos. A diferencia de los hermanos Alonso, los comienzos de Diego y Gabi, naturales de Bernal, (perteneciente a Quilmes, un barrio sur de Buenos Aires) no fueron de la mano sino más bien al contrario. Diego Milito aterrizó en Racing de Avellaneda desde bien pequeño y dio el salto profesional allí mientras que su hermano Gabi optó por el Club Atlético Independiente abriéndose paso hasta el primer equipo. Cabe destacar que ambos equipos mantienen una enorme rivalidad histórica en lo que se conoce como el “Clásico de Avellaneda” y existe una curiosa anécdota en la cual la madre de ambos futbolistas tuvo que abandonar el Estadio disgustada por el enfrentamiento que ambos estaban teniendo en el césped llegando a declarar que “¡Ya les pillaré en casa. Les tengo dicho que no se peleen!”

En sus primeros años en la liga argentina ya llegaron a coincidir en el terreno de juego en alguna ocasión, la mencionada anteriormente con reprimenda materna incluida y una anterior incluso, la primera vez que se veían las caras y que resultó en un completo desastre pues Diego se lesionó en el minuto 9 de juego y su hermano fue expulsado sólo diez minutos después. Sin embargo, en 2003 se acabarían los derbis para ambos pues Gabi se convirtió en protagonista (casi involuntario) del mayor culebrón del verano pues cuando todos daban por hecho que ficharía por el Real Madrid, una revisión médica de última hora descartó su incorporación argumentando serias dudas sobre su rodilla derecha (Se rompió el cruzado en 2001). Dos días después, y junto a otro ex-madridista, Savio, era presentado con el Real Zaragoza. Cabe destacar que nunca se supo nada de aquellos recelos por el estado de su rodilla y Gabi se convirtió en un total referente de la zaga maña durante varias campañas.

Mientras tanto, Diego Milito daba el salto a Europa y firmaba en 2004 con el Genoa italiano de la Serie B en donde rinde a gran nivel y logra el ascenso en su segunda temporada. Sin embargo, un caso de sobornos y amaños relega al equipo a la Serie C y Diego consigue recalar cedido por dos años en el Real Zaragoza. Los hermano Milito, esta vez sí, se reúnen de verdad en la cancha pero como compañeros. Cuentan siempre que, como hermanos competitivos que eran, no querían siquiera ir juntos en las pachangas de los entrenamientos. Si bien es verdad que en el terreno de juego era otra cosa y su rendimiento fue bastante notable. Seguramente su momento cumbre fue el impresionante 6-1 que le endosaron al Real Madrid en Copa del Rey con cuatro goles del propio Diego.

En el verano de 2007 volvieron a separarse sus carreras. Christian Chivu era el deseado por el F.C Barcelona pero sus altas pretensiones económicas le descartaron y fue finalmente Gabi Milito el que recaló en el equipo azulgrana. Ambos volvieron a enfrentarse en Liga aquella temporada pero Diego al final de la competición dejó Zaragoza rumbo a Genoa (Esta vez sí en la Serie A) y un año después al Inter de Jose Mourinho en donde evidentemente se volvieron a ver las caras en aquella semifinal famosa de los aspersores en el Camp Nou. Por cierto que nunca fue capaz de marcar un gol a su hermano como rival, penalti fallado incluido.

Cabe decir también que las lesiones en efecto retiraron a Gabi Milito del fútbol aunque ni rastro eso sí de aquella supuesta rodilla maldita que, al menos de forma indirecta, consiguió unir a ambos hermanos en cierta medida. Mientras tanto, Diego apura sus últimos años de futbolista en cómo no, el Racing Club de Avellaneda, que le vio crecer y fue testigo de sus primeros duelos con su hermano.

DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ