“Hermosa juventud”: La generación perdida

Publicado el 03 junio 2014 por La Mirada De Ulises

Son muchas las voces que se han levantado últimamente alertando sobre una generación que se está perdiendo… porque ni estudia ni trabaja, y sobre todo porque se le está robando la esperanza de construir una vida decente y digna. En “Hermosa juventud”, Jaime Rosales nos ofrece su mirada comprometida para recoger la vida de una pareja de jóvenes que, como tantos otros, intenta salir de ese pozo de angustia cuando tienen una hija que les obliga a madurar. Carlos y Natalia se quieren y están dispuestos a cualquier sacrificio por el bebé -incluido alguno que les degrada como personas-, pero les falta preparación personal, académica y familiar para salir adelante en ese campo de minas que supone ser padres primerizos y sin trabajo. Están indefensos en un mundo que habla de justicia pero explota miserablemente al débil, que se dice libre pero atropella cualquier posibilidad de progreso, que alardea de vivir la era de las comunicaciones pero se vuelve sobre sí mimo en un individualismo atroz.

Rosales acerca su cámara a una triste realidad, dejándola en un discreto segundo plano desde donde no incomode a los personajes, sin música manipuladora de los sentimientos ni interpretaciones poco contenidas, cuidando tanto el trabajo de sonido como la elipsis narrativa y el fuera de campo. Nada es nuevo en el cine del director de “La soledad”, aunque aquí vuelve al color y abandona el plano fijo, y además se apunta a la moda de utilizar el lenguaje de las nuevas tecnologías y de las redes sociales para aportar actualidad al problema, y la pantalla recoge chateos de whatsapp o skype, o se apoya en las fotos digitales enviadas por el smartphone para hacer pasar el tiempo y discurrir la historia. El resultado es un retrato dinámico de la juventud que sabe explotar los recursos de la imagen, y que también refleja la preocupación del director por una generación desorientada.

 

Sin embargo, ya desde las primeras secuencias se advierte un enfoque pesimista de la cuestión: rostros tristes y absortos en el videojuego, comportamientos ligeros y sin referencias morales en jóvenes inmaduros, madres superadas por las circunstancias y padres ausentes, chavales sin ilusión por aprender y sin respeto a sus mayores… El panorama no es alentador, ni en España ni en Alemania -el nuevo sueño americano-, y no es porque falte trabajo y oportunidades… que también, sino porque esta generación no ha sido educada en el esfuerzo frente a la adversidad, porque se le ha privado de valores que vayan más allá de las circunstancias del momento, porque la familia ha dejado de ser un edificio que construir para ser un lugar donde recibir. Con Carlos y Natalia, vemos que no basta con ser bueno y tener las mejores disposiciones… porque lo que se exige es estar preparado para trabajar y para vivir, y aunque quieran… no saben o no pueden.

Jaime Rosales hace una película digna y valiente en la que demuestra oficio y también de inquietud por esta juventud perdida, pero su mirada no deja resquicio de esperanza por el que se pueda remediar el problema… ni siquiera a medio plazo. En eso, le falta confianza en la persona para sobreponerse a los malos tiempos, y también profundidad para percibir que la solución pasa por la mejor formación del individuo -al menos, no lo transmite-, en el plano personal y en el familiar. Sin esa educación necesaria, con paro o sin él, esta generación y cualquier estará expuesta a los vientos que soplen y sin posibilidad de resistir. Porque, para afrontar los problemas, hay que ir al meollo de la cuestión, y este se encuentra en el propio alma del protagonista y en lo que necesita para ser estable y suficientemente feliz.

 

En las imágenes: Fotogramas de “Hermosa juventud”, película distribuida en España por Wanda Visión © 2014 Fresdeval Films, Wanda Visión y Les Productions Balthazar. Todos los derechos reservados.