Hernán Cortés

Por Joaquintoledo

Antes del Nuevo Mundo

Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano nació, aparentemente, en 1485. Aún no se ha precisado el mes pero sí se sabe que fue en Medellín, Badajoz, España. Curiosamente para la época fue hijo único de la unión matrimonial entre Martín Cortés y Catalina Pizarro. Creció en una familia de clase media alta (sus dos padres eran hijodalgos o hidalgos), y como era un hogar pequeño su padre pudo enviarlo a Salamanca para que reciba educación superior, en este caso leyes, con el fin de que su hijo pueda ascenderse socialmente. Empero el joven nunca se entusiasmó con la idea e intentó desde joven embarcarse hacia donde estaban las verdaderas promesas: hacia el Nuevo Mundo. Tras varios intentos fallidos, se embarcó rumbo a occidente y en 1504 zarpó rumbo a la isla bautizada como La Española.

Luego de andar varios años en problemas económicos y como un funcionario público de menor grado, obtuvo un puesto para acompañar a Diego de Velázquez a Cuba en 1511, obteniendo un puesto como alcalde. Luego de algunas diferencias con Velázquez se casa con la cuñada de éste. Éste último no confiaba mucho en Cortés a quien veía con preocupación por sus grandes deseos de ambicionar más y más, bajo una cínica modestia. No se equivocaría, no obstante, como en esa época había exploradores con más experiencia y fama que él, creyó que pronto sería opacado. Lo envío entonces a una de las varias expediciones que los españoles realizaban a través de Yucatán. Cortés reclutó a unos 600 soldados para dicha expedición y se embarcó sin más ni menos, pues creyó que esa oportunidad que le daba Velázquez, era única en la vida. Éste último se arrepintió pero en noviembre de 1518, apresuradamente, Cortés se hizo a la mar. Las tropas eran ridículas e iban en total en once naves. Se trataba de 518 infantes, 16 jinetes, 200 indios, 32 caballos, 10 cañones, además de arcabuceros y ballesteros, todas tropas menores.

En pos de la gloria

Hernán Cortés y Malinche

Cortés llegó a Cozumel, y allí entabló contacto con los indios. Luego siguió por la costa hasta la actual Grijalva, donde se encontró con algunos grupos mayas, donde venció en la Batalla de Centla después de entablar un tremendo combate. Después debido a su victoria los habitantes le dieron regalos y también una intérprete, Malinche. Fundó Santa María de la Victoria y marchó rumbo al país al cual todos los indios parecían temer: Tenochtitlán, que era en realidad una ciudad-estado. Con el tiempo se percató que los mexicas tenían muchos enemigos. Sus tropas le apoyaban, renunciaron a Velázquez en su mayoría, y decidieron continuar adelante. El siguiente paso de Cortés fue la alianza con los totonacas. Estos llamaron a otros amigos y aportaron más de mil guerreros a las filas de Cortés rumbo a Tenochtitlán.
Para evitar cualquier marcha atrás, Cortés decidió hundir los barcos. En su marcha siguió Tlaxcala, ciudad integrada por cuatro señoríos, y enemigos de los mexicas. Los españoles no pudieron evitar la guerra y vencieron, permaneciendo en dicha ciudad durante varias semanas. A esto siguió Cholula, aliada de los mexicas, y ciudad con 30 mil habitantes. Allí los nativos, al menos eso dicen las crónicas, querían exterminar a los visitantes ni bien llegasen. Pero Cortés decidió adelantarse y se produce la matanza de Cholula muriendo una gran parte de la población. Los invasores anduvieron allí varias semanas y al marcharse incendiaron la ciudad. Finalmente, luego de recibir varios regalos de Moctezuma, el rey de Tenochtitlán quién trataba de persuadirle que no visite la urbe, Cortés pasa por Ayotzinco y llega finalmente al valle de México. El 8 de noviembre de 1519, Cortés y sus ejércitos españoles e indios ingresaban a Tenochtitlán. Moctezuma salió a recibirlos y ambos intercambiaron algunas palabras y también regalos. Fueron hospedados en el palacio del padre de Moctezuma llamado Axayácatl. Ahora bien, conformen pasaban los días los españoles se mostraban temerosos de los guerreros mexicas y no encontraban tesoros. Por temor a una emboscada y tras encontrar oro escondido en una pared del palacio, Moctezuma es hecho prisionero.

El pretexto llegó cuando sucedió en la afueras de la ciudad una batalla entre mexicas y españoles, donde, tontamente, se trae la cabeza de una de las víctimas hasta el emperador. Esto arruinó la relación con Cortés, pero no fue adrede, pues los sacerdotes querían hacerle ver al emperador que se trataba de humanos, no de dioses. Ante esto, Cortés decide no esperar más y captura a Moctezuma fingiendo que sólo lo protegía. De oponérseles, confesó, se le ejecutaría. Fingió creerle con respecto al soldado degollado acerca de que no tenía nada que ver. No obstante los sacerdotes fueron ejecutados y Moctezuma se declaró vasallo de Carlos V. Hasta este momento, Cortés había demostrado verdaderos dotes de un hombre cuyas pretensiones políticas eran de alguien que aspiraba a ser algo más. Los problemas llegaron cuando Narváez fue enviado como representante de Velázquez, por tanto, Hernán decide solucionar las cosas fuera de Tenochtitlán, ya que no le convenía que los indios lo viesen en problemas ni como un desleal ante el rey Carlos o lo matarían en seguida. Salió con el grueso de su ejército y dejó unos cuantos españoles en Tenochtitlán. Consiguió actuar rápidamente venciendo a Narváez pues las tropas de éste se pasaron en su mayoría al bando conquistador. Al regresar encontró que en Tenochtitlán había acaecido la Matanza de Tóxcatl en la cual los españoles reprimieron la celebración de nombre homónimo, y el encargado, Pedro de Alvarado, ante la sublevación generalizada, no tuvo más remedio que perpetrar un genocidio.

Cortés entró a fines de junio de 1520 mientras Moctezuma seguía cautivo. Cuauhtémoc y Cuitláhuac se separaron de él e incitaron una revuelta. Mientras el cautivo emperador intentaba calmar a la muchedumbre, cuenta la tradición que recibió una piedra en la cabeza y fue llevado otra vez al palacio gravemente herido. Existen otras fuentes las cuales dicen que Cortés lo mandó a matar. Ante esto, los españoles deciden salir inmediatamente de allí. Mientras los europeos y sus aliados escapaban cargados de oro, los mexicas por poco y los exterminan en el suceso llamado la Noche Triste. Los españoles desgarrados a duras penas consiguieron derrotar a los mexicas mientas los perseguían, cerca de Otumba. Cortés tardó varios meses en organizarse, pero lo hizo muy bien. Nadie quería aliarse con Tenochtitlán, pero sí con los invasores. En efecto, así fue y Cortés fue rodeando a la ciudad mexica hasta dejarla aislada. Finalmente luego de un sitio de más de dos meses, Cortés tomó prisionero a Cuauhtémoc torturándole al quemarle los pies, para que le dijese donde estaban los tesoros escondidos.

Después de Tenochtitlán

Cortés quiso extender sus dominios hacía las actual Honduras, conocida como Las Hibueras. Primero envío a Cristóbal de Olid, pero éste al parecer lo traicionó y Hernán lo castigó matándolo a traición, hasta que decide ir él mismo. Su travesía incluyó varios pueblos donde los europeos fueron conociendo más etnias nativas. En el transcurso también mató a los mexicas cautivos Cuauhtémoc y Teutiercas, pues llegó a sus oídos el rumor de una supuesta traición. Llegó a Guatemala hasta el puerto de Naco donde se enteró que el traidor de Olid ya estaba muerto para luego regresar a México.
Más tarde viajó a la península de Baja California y a pesar de no ser el primero en llegar, la historia lo toma como su descubridor. En esos años, tal cual el paso de Magallanes, Cortés creía que existía un paso por el norte y estaba decidido a encontrarlo. Se lanzaron cuatro expediciones al Mar del Sur, u Océano Pacífico en Norteamérica entre costas de California y México y todas terminaron en verdaderos fracasos. Sin embargo sus éxitos en México eran irrefutables, lo cual le trajo envidias y pronto se le acusó de traición hacia el rey y de no entregarle correctamente el quinto real al soberano; eso sin contar el genocidio perpetrado a los indios. Carlos V ordenó desterrarlo desde México con el fin de desterrarlo o castigarlo. Al final no obtuvo ninguna de las dos y a Hernán Cortés sólo se le dio un par de tierras que administrar en España. En México las cosas no le irían bien tampoco. Siempre reclamó a Carlos V su deseo de ser el gobernador de toda Nueva España, pero sólo consiguió tierras en Oaxaca. Finalmente, tal cual vino al mundo, sin pena ni gloria, murió el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta. Sus restos fueron inhumados muchas veces y actualmente descansa en la Iglesia cerca al hospital de Jesús.