Hervás, para enamorarse de él
Si hay un pueblo del que enamorarse, ese es Hervás. Por su patrimonio, por la belleza de sus paisajes serranos y por sus gentes que se desviven para dar a cualquier visitante lo mejor de sí mismos. Concretemos. Hervás guarda un barrio judío, una iglesia que fue fortaleza, museos, el río, el castañar, sus senderos. Pero todas estas maravillas no están bajo llave. Se ofrecen a cualquiera que quiera verlas. Si aceptas, Hervás te incluye en su trasiego. Todo el pueblo está en constante movimiento: inventando, pidiendo a la gente que se deje inspirar y que cree arte, programando, a lo largo del año, decenas de actividades, de eventos y festivales. Hervás te sirve un vino y se queda contigo hasta que te lo acabas. Enamorarse de él es fácil, también porque sabe muy bien cómo conquistarte. Y porque él se enamora de ti.
¿Nos tomamos un vino?
El idilio empieza nada más entrar en la oficina de turismo, un espacio lleno de carteles, folletos, exposiciones y con un gran patio. Allí nos cuentan que podemos ver la colección del Museo Pérez Comendador-Leroux en la Casa de los Dávila, visitar el Museo del Automóvil, subir hacia la Iglesia de Santa María de Aguas Vivas que preside el pueblo desde el mismo lugar donde antaño estaba una fortaleza de la que conserva gran parte, acercarnos hasta el Convento Trinitario Iglesia de San Juan Bautista y pasear hacia el puente de Hierro para tomar la mejor fotografía. Desde allí Hervás nos muestra su mejor cara.
Como buenos enamorados tampoco hay que olvidarse de los detalles. O si no, fijaos en La Cabina, una galería, ubicada en el barrio judío, que acoge exposiciones temporales, ¿no es encantador?
La cabina de Hervás
Además, Hervás nos sorprende en las fechas importantes. Con fiestas, eventos y festivales. De enero a diciembre hay hueco para celebraciones tradicionales como las de San Antón, la romería de la Bendita Cruz o las Ferias de agosto, y festivales de cine (El Novelísimo) y de marionetas (Títeres y Trotamundos).
Pero no todo es felicidad. Sus eventos también nos recuerdan el pasado más trágico del pueblo, la historia de los Conversos. Los acontecimientos que se vivieron a partir de 1492 con la expulsión de los judíos del sitio al que pertenecían y que les pertenecía. Los que se quedaron, tuvieron que abandonar sus creencias para abrazar una religión impuesta: el cristianismo. De esta época se conserva una de las mejores juderías de España, inscrita en la red de juderías Caminos de Sefarad.
Puente de la Fuente Chiquita
Iglesia Santa Maria Hervás
Y un acontecimiento más. En noviembre, Hervás recibe al frio, al olor a lumbre y al color rojizo en el Otoño Mágico, el mejor momento para recorrer algunas de las rutas senderistas que nos descubren el Valle del Ambroz, la comarca a la que pertenece Hervás, el entorno que se merece este pueblo.
Disfrutar en Hervás es fácil. Lo complicado es despedirse de él.
Hervás
Y más.
En Salamanca, a tan solo media hora en coche de Hervás, está Candelario. Visitar este pueblo puede ser una buena combinación. Y no olvidemos que, si vamos en verano, podemos refrescarnos en alguna de las piscinas naturales que hay en el Valle del Ambroz. Son un buen plus.
Atardecer en Hervás
Hervás judería de Hervás 2015-08-18 Paula Mayoral