Heterodoxia

Publicado el 08 abril 2017 por Rubencastillo

Vuelvo una vez más a Ernesto Sábato, que me maravilló y me sigue todavía maravillando con las reflexiones contenidas en Heterodoxia, volumen breve y densísimo, con ideas geniales y genialmente expresadas. Dice que la lengua no se corrompe, sino que se transforma; que hombre y mujer son diferentes en su esencia; que la admiración por la ciencia es directamente proporcional a la incomprensión que genera; que el chauvinismo es la vanidad multiplicicada por varios millones; y mil cosas más que no cabe disfrutar sino leyendo sus palabras exactas. En síntesis, un libro “bíblico” al que se puede acudir de continuo para extraer ideas. Así lo hice allá por la mitad de la década de los 80 (cuánto tiempo ha pasado, don Ernesto, qué viejos nos hacemos los dos, usted dentro de la muerte y yo aún dentro de la vida); y hoy repito la experiencia.
Queden apuntadas aquí, para disfrute general y para excitar el ánimo lector de los amables visitantes de esta reseña, algunas de sus frases: “El espíritu no es rectilíneo sino dialéctico y paradojal (...). El hombre va de la realidad a lo descabellado, centrífugamente. La mujer, de lo descabellado a la realidad, centrípetamente”. “Es trágico y siniestro que el fanatismo y la mala fe difundan el sofisma “o comunista o fascista”. Parece que inevitablemente hubiese que ser —de uno o del otro lado— partidario del terror, la venganza, la opresión, la calumnia, la duplicidad y el servilismo que caracterizan a todos los regímenes totalitarios”. “Madurar es envejecer, ensuciarse las manos, volverse sensato, aburguesarse, entrar en el juego de las conveniencias y de la razón; en suma, transformarse en un cochino”. “CASTICISMO.- Según se sabe, consiste en escribir como si viviéramos cuatrocientos años atrás en Talavera de la Reina. Hay muchas maneras de impedir la comunicación entre los hombres. Esta es la más apreciada por los profesores de gramática”. “Ni Shakespeare, ni Cervantes, ni Dante, ni Montaigne pudieron gozar de los beneficios de un Diccionario de la Academia. Esoexplica la muchedumbre de errores que afean sus obras y que muchos manuales tienen la precaución de señalarnos. Tal vez con el deseo de que no se repitan”. “No es que me repugne lo extenso: me repugna lo extendido, que no es lo mismo”. “En el hombre el sexo es un apéndice, no sólo desde el punto de vista anatómico, sino también fisiológica y psicológicamente: está hacia fuera, hacia el mundo, es centrífugo. En la mujer está hacia dentro, hacia el seno mismo de la especie, hacia el misterio primordial. En el hombre el semen sale, es proyectado hacia fuera, como su pensamiento hacia el Universo; en la mujer, entra. Esa proyección masculina implica separación, escisión, desvinculación del hombre respecto a su simiente. En la mujer, al contrario, implica unión, fusión. Cuando el acto carnal termina para el hombre, para la hembra empieza. En cierto modo, la mujer es toda sexo”. “El Yo aspira a comunicarse con otro Yo, con alguien igualmente libre, con una conciencia similar a la suya. Sólo de esa manera puede escapar a la soledad y a la locura... De todos los intentos, el más poderoso es el del amor”. “No se debe elegir el tema de una novela o de un drama: es el tema quien lo elige a uno. No se debe escribir si un tema no acosa, persigue, y presiona, a veces durante años, desde las más misteriosas regiones del ser”. “El amor ansía lo absoluto, causa por la cual todos los grandes amores son trágicos y de alguna manera terminan con la muerte”.