Edgar Soberón: guitarra y vozCarlos Ramírez: guitarraMoisés Martín: guitarraRodrigo Téllez: bajoDavid Fernández Darwin: bateríaSilvia Fernández Cociña: teclado
10/10 Formados en Luanco (Asturias) en 1996 y tras varios cambios de formación, Edgar Soberón decide recuperar la línea del grupo bajo el mismo nombre, y después de varios traslados de residencia por motivos laborales, con la publicación en medio del proceso de su álbum debut, titulado El Increíble Hombre Menguante, se reanuda el proyecto en Madrid. El resultado, de dos años de trabajo, es un trabajo de rock progresivo conceptual extraordinariamente pensado para su representación en directo. Hay que ser justos y decir que en la grabación participó activamente José Sáiz, que tras terminar el disco dejó el grupo, pasando el testigo a Moisés, dejando así una formación definitiva que contó con arreglos de cuerda a cargo de Ruth Bartibás (violonchelo).Un año después de su grabación nos llega este Últimos Días de Pompeya, autoproducido por el grupo, que relata la historia de varios personajes ficticios y sus pensamientos mientras cada uno de ellos se enfrenta a una catástrofe personal que marca su experiencia vital. En los directos, la historia se ve reforzanda por los vídeos de Bruno Praena, lo que le da una solidez sustancial al concepto presentado por este extraordinario grupo que sabe lo que hace y que plasma una música, una historia si se quiere, marcada por un rock progresivo expresado desde la sapiencia y el amor por el género, de forma fluida, vital y excelentemente profesional.Enormes desarrollos instrumentales acompañados por un hilo conductor en las letras, que presentan a un grupo en plenas facultades para hacer lo que quiere hacer: transmitir una energía musical fuera de lo común.Y lo consiguen plenamente, no sólo por la calidad de sus intérpretes, que es solvente y de sobrada reputación desde este mismo momento, sino por la capacidad de recoger elementos musicales para, entrelazados, crear un tejido hermoso y complejo de sensaciones que se desarrollan a través de ingeniosos ejercicios instrumentales, complejos y delicados a la vez, sustentados por enormes arreglos, donde las guitarras, junto a la base rítmica, excelsa, por cierto, se erigen en protagonistas absolutas de este enorme segundo trabajo de Hiagen. Los teclados ayudan, sin necesidad de alardes ni virtuosismos protagonistas, para crear un mundo oscuro y soterrado, que ayuda en el concepto general de una música progresiva, con tintes de psicodelia clásica de los setenta y de post-rock de incidencia actual y contemporánea.Estamos ante un disco concebido desde las entrañas, con gusto, ganas y mucha energía, cuyo resultado, honesto y sincero, muestra a un grupo en un estado de gracia que va mucho más allá de las múltiples propuestas progresivas de la actualidad, en muchos casos carentes de alma y personalidad. Todo lo contrario sucede con Hiagen, un, me atrevo a decirlo, descarado combo que maneja la música a su antojo para hacer lo que más les gusta a ellos y, también, a nosotros: energía vital, lirismo cuasi poético, estilo, delicadeza y fuerza descarnada… Belleza, en definitiva, pero no sólo en la forma, sino en el fondo, puesto que la sucesión de temas, independientemente de su melodía y su ritmo, imaginados y creados para conformar una unidad sólida, nos regala una de las propuestas más valientes y arriesgadas de los últimos tiempos en nuestro país.No creo que el grupo se quede tan sólo con su música progresiva, a tenor de lo que se escucha, pues sus inquietudes, repito, les llevan a la exploración de territorios de la psicodelia más progresiva de los setenta y de las actuales tendencias de un post-rock de calidad, para no quedarse con una sola opción, sino para amalgamarlo y crear una auténtica obra maestra de Rock Progresivo, con mayúsculas, lleno de esencia, sabor y personalidad.Hiagen son una de las referencias clave del progresivo actual, y no me refiero al español sino al universal, por su inteligencia, su devoción, su dedicación y su honestidad.Una de mis cabeceras de las últimas semanas. Permanentes desde su primera escucha. Hiagen saben cómo seducir. Espero que vosotros pronto degustéis uno de los placeres musicales de mayor calidad de los útlimos tiempos. Yo no esperaría mucho.Veinte sobre diez, sin duda.