Evidentemente, lo que más me gustó de todo fueron los dragones. Los había de todos los tipos y colores, de cualquier forma y tamaño, gordos y enormes. “El Vuelo de los Dragones” es una gran, gran, gran película que, como la Fuerza en Luke Skywalker, estará conmigo siempre.Con el paso del tiempo mi tía me regaló mis primeros libros de “Elige tu propia aventura”, los rojos, y luego llegaron los negros, los de Dungeons & Dragons. De estos últimos, si bien el que más me gustó fue “La Montaña de los Espejos”, hubo dos que atesoré como oro en paño: “Las Alas del Dragón” y “El Dragón Negro”En “Las Alas del Dragón” encarnas a un mago al que el hechizo le ha salido mal y acaba atrapado en el cuerpo de un dragón. Las similitudes con “El Vuelo de los Dragones” son obvias.En el otro libro, “El Dragón Negro”, eres el sobrino de un mago que va a invocar a un dragón negro para sembrar el pánico y el terror, y tú debes evitarlo.Y así crecí, entre libros de fantasía y películas que ahora podrían encarcelar a mi familia por dejarme verlas, quizás no por el contenido sino por el mal gusto (la moda de películas italianas y bárbaros hizo estragos) al elegirlas. También hay que reconocer que alguna película estuvo bastante bien, como por ejemplo “El Dragón del Lago de Fuego”, aunque esta no ha envejecido tan bien, pero se deja ver.
Rompiendo el cascarónEl destino quiso que comenzase a jugar a rol con una edición roja. No era la famosa caja roja, no, sino El Señor de los Anillos que, por aquel entonces, tenía tres ediciones a la venta. Una azul, una rosa y la roja de toda la vida y que ha pasado a la historia; el famoso MERP. Y aunque en mis años de rolero merpetiano nunca me enfrenté a un dragón, sí que les hice frente en la otra encarnación del universo tolkiano que tenía JOC y de la que ya hemos hablado en esta tabernilla.El juego de cartas de El Señor de los Anillos me permitió consumar dos grandes pasiones en lo que ocupa una baraja de cartas, y aunque tuve muchos mazos a lo largo de mi vida como jugador, casi todos centrados en la corrupción y, por tanto, lleno de hobbits para que a mí no me pasara nada, el mejor mazo que tuve fue el que se centraba en los enanos y en recuperar sus guaridas de manos de los dragones.La primera ampliación SATM se titulaba “Los Dragones” y estaba, obviamente, centrada en las grandes sierpes que aterrorizaron La Tierra Media hasta que algún héroe cabrón decidió enfrentarse a ellos. Joder, que a Smaug se lo carga un arquero al que un pájaro le chiva que tiene un hueco entre las joyas pegadas en su vientre. Vamos, que como si me dicen que un piloto novato puede destruir una estación espacial lanzando unos cohetes, que describen un arco perfecto, por el único hueco que tiene y da directamente al punto débil.Pero bueno, temas aparte, la ampliación de “Los Dragones” nos trajo toda una gama de cartas relacionadas con estos seres. Guaridas de dragones nuevas como el Hueco Ovir; hermosos objetos mágico como el Daño del Gusano; personajes como Thrain II (pedazo de enano) o Fram hijo de Fram; nuevos dragones que no aparecieron en el juego como Scatha, Bairanax y Scorba que se unían a Smaug, Leucaruth y Daelomín y, como colofón a todo esto, las nuevas manifestaciones de dragón. A partir de ahora podías encontrarte con tres manifestaciones de dragón diferentes. Podía ir por el Brezal Marchito y que Bairanax estuviera de caza, y tener un encuentro con el dragón. También podías llegar a La Montaña Solitaria y despertar a Smaug en casa, o bien podía enfrentarte a la manifestación más poderosa del dragón, la de criatura de toda la vida, también en su guarida. La ventaja de enfrentarte a un dragón en la forma en casa o normalera que, al menos en el caso de mi mazo, podía convertir a un enano en Rey Bajo la Montaña y recuperar el reino enano y, a su vez, en el siguiente turno, traer a la facción de enanos de Exiliados Repatriados, y casi habías ganado la partida con todo eso por la cantidad de puntos que te daba todo el combo.
El caso es que los dragones seguían ahí, sin irse nunca pero sin estar siempre presentes.Los tiempos de roleo con mis amigos del pueblo terminaron y, tras un periodo de inactividad, volví a retomar los dados y, como no podía ser de otra manera, caí en Dungeons&Dragons.
Dragones de mesa
Sí, necesitamos sentirnos dragones. Queremos cabalgar un dragón, hablar como un dragón, ¡ser un dragón!. Para ello, amigüitos y amigüitas, tenemos el Draconomicón.El Draconomicón es un libro, librazo, con información
Con todo este repaso de abuelo cebolleta, acabo de recordar una historia que venía en el Maravilloso del Mundo de los Gnomos. Cualquiera de mi generación sabe de qué hablo. Bueno, la historia se ambientaba en la antigua china donde un emperador tenía todo su palacio lleno de dibujos y esculturas de dragones. Era un amante de los dragones y no perdía oportunidad de hablar de ellos en cualquier momento. El dios de los dragones, encantado con este humano amante y defensor de los dragones, decidió visitar al emperador para agradecerle sus actos. Cuando apareció el dragón, el emperador se asustó tanto que huyó del palacio y nunca más quiso saber sobre dragones.
Y aquí terminamos. Me he dejado muchas cosas en el tintero, como otros libros de "Elije tu propia aventura" que trataban de dragones, el propio Dragon Age (aunque lo del dragon es circunstancial), y alguna que otra anciana sierpe que habré olvidado mencionar.
Pero por hoy, ya es suficiente.
Por cierto, si queréis tener los libros de D&D de "Elige tu propia aventura", aunque sea en digital, pasaos por aquí y encontraréis los que he mencionado y muchos mas.