Los mapas pueden ser geográficos, sobre mundos reales, sobre mundos imaginarios, pero también pueden ser mapas sobre nuestra personalidad y nuestra psique. Todos tenemos rincones de nuestro ser interior que pone “Terra Incógnita”, donde hemos dibujado serpientes y dragones para decirnos donde no debemos adentrarnos.
La mayor parte de los “Hic sunt dracones” son marcas ficticias, no hay nada. Miedos imaginarios, viejos bloqueos ya carentes de significado emocional, viejas heridas que hace tiempo que han sanado pero de la que nos hemos negado levantar la costra para que respiren.
Pero a veces el “Hic sunt dracones” es un indicio cierto y sin darnos cuenta despertamos un dragón que lleva tiempo escondido. Ese dragón puede ser un trauma no afrontado, un recuerdo doloroso o una herida emocional no trabajada. Puede ser también un rasgo de nuestra personalidad que tenemos apagado o escondido. Deseos no realizados, frustraciones vitales o una autoestima herida.
O a veces, ese dragón es un rasgo que nos conviene despertar, una parte de nuestra personalidad que solo sacamos cuando lo necesitamos y en momentos extremos. Una parte de nuestra personalidad que no hemos sabido integrar a pesar que nos es positiva. Esa parte de nosotros que por motivos de nuestra historia de vida hemos tenido que renunciar o esconderla, para sobrevivir en ciertas etapas donde no podemos ser nosotros mismos. El gran problema es que un dragón que lleva tiempo dormido es difícil de domarlo una vez liberado. Pero en ello estamos.