Antigua Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad.
Si nos atenemos a las crónicas más antiguas de la ciudad ya los documentos que han mantenido la tradición, esta cofradía es la más antigua de Toledo, con una vida ininterrumpida a través de nueve siglos de existencia.
Fue fundada durante el asedio a Toledo por el rey Alfonso VI posiblemente en el año 1085 a iniciativa de los capitanes Antonio Téllez y Suero Gómez de Gudiel y otros con objeto de enterrar a los soldados de uno y otro lado en lugar sagrado, motivados por no existir fuera de la ciudad parroquias ni cofradías que pudiesen hacerlo.
Su primer lugar de residencia fue el monasterio de San Antonio, extramuros de Toledo, pasando después de aproximadamente dos siglos al Monasterio del Carmen; estos cambios fueron debidos a lo dificultoso que resultaban las reuniones de los cofrades en lugares tan apartados.
Infanzones de Illescas,
Finalmente en el siglo XV determinaron fijar su residencia en la céntrica parroquia mozárabe de Santas Justa y Rufina, por su doble condición de ser la más antigua de Toledo y su situación en el centro de la ciudad, lugar éste donde continúa sus actividades hoy, con verdadera fuerza renovadora.A ella pertenecieron en sus primeros tiempos sólo caballeros, por lo que podemos pensar en su carácter no biliario inicial.
Tras nuevas reestructuraciones fue perdiendo ese carácter aunque seguía persistiendo entre sus cofrades los nobles y los hidalgos pertenecientes a las familias de más raigambre en la ciudad como eran los: Chaves, Herrera, Montenegro, Pineda, Ayala, Rojas, San Pedro, de la Torre, Ortíz, Castilla, condes de Cifuentes, de Puño en Rostro, Lasso de la Vega, de Toledo, Vargas, Villarreal, Egas, Avila, Niño, Arce, Mesa, Carvajal, Santa María, Gómez Silva, Medinilla y otros muchos. A éstos se unían otros cofrades de profesiones liberales: mercaderes, alarifes, sastres, boneteros, espaderos, etc., según las fuentes de los siglos XVI y XVII.
Ilustres Hermandades de San Pedro, San Miguel y San Bartolomé.
Se llamó así a una cofradía producto de la reunificación en el siglo XVIII por un lado la cofradía de San Pedro y por otro la de San Miguel y San Bartolomé, cuyas ordenanzas pretenden llevar la fecha de su fundación a la reconquista de la ciudad y hacerlas con· temporáneas a la Santa Caridad, sin embargo hasta el siglo XV no encontrarnos documentación que nos indique sus actividades benéfico·hospitalarias.
La cofradía de San Miguel y Santa Bartolomé radicaba en la parroquia de San Miguel el Alto, siendo muy numerosa en el siglo XV. La particularidad de exigir estatuto de limpieza a sus cofrades y la afirmación que en 1581 hace el preámbulo de sus ordenanzas al hablar de "los nobles y antiguos vuestros antecesores en esta Santa Cofradía ... " testimonian su carácter cuasi nobiliario, el cual se mantiene hasta su desaparición.
Las listas de cofrades nos aportan datos sobre algunas familias que en Toledo tenían esta condición de hidalgos o nobIes. En la cofradía de San Pedro parece que su entrada era más restringida y sólo para personas del estamento nobiliario, así encontrarnos corno cofrades a principios del siglo XVI a Diego de Albornoz, Juan de Albornoz, Juan de Ares, Alfonso Sánchez, García Sánchez en los que se anota su condición de hidalgos, a los caballeros Fernando de Rojas, Pero Alvarez de Mesa y Hernán Alvarez de Mesa; regidores Aseguera y Alonso de Sosa; alcaldes Díaz Gómez; jurados Tomás Sánchez, Gaspar de Párraga, Diego de Rojas, junto' a otros personajes más conocidos corno Antón Egas, Juan de Borgoña, Gregorio Pardo hijo de Felipe de Vigarní y María Pardo, Alonso de Covarrubias, García Manrique hijo del duque de Nájera y, otros pertenecientes a los linajes de los Yepes, Ortega, Morales, Vivar, Vera, Niño, Baena, Cisneros, Ajofrín, Gaytán, Guzmán, etc. entre estos se encuentran caballeros de órdenes militares, hidalgos, miembros de la familia del conde de Cifuentes; Juan de Rivera y Silva señor de Montemayor, VilIaseca y VillaIuenga y su hijo Juan.
Los Lasso de la Vega pertenecieron desde muy antiguo a la cofradía. Encontrarnos a D. Alonso Lasso de la Vega hijo de Gutierre Lasso y a Mariano Covarrubias que era nieto de Alonso de Mesa cuya familia estuvo muy vinculada a la iglesia de San Miguel, quienes reconstruyeron la capilla mayor, colocando su escudo en los enterramientos y pechinas de la misma.
En el siglo XVII disminuyen los cofrades quizás por cerrarse la cofradía en torno a la condición nobiliaria de sus componentes o a una mayor exigencia de pruebas para ingresar. Aumentan los familiares y oficiales del Santo Oficio de la Inquisición, los clérigos y nobles.
Conocemos a los siguientes hidalgos cofrades a principios de esta centuria: Diego Robles Gorbalán y su hermano Gaspar, Francisco de Tovar, Juan de Rivera y Silva señor de Villaseca, Diego López de Ayala conde de Fuensalida, Juan Niño, Juan Barrientos, Diego del Aguila Montejo.
En el siglo XVIII son ya muy pocos sus cofrades y entre ellos están los caballeros: José Gaspar Dá- vila con enterramiento en la iglesia de Burguillos, Alejandro Díaz Osorio, los regidores José de la Palma, Eusebio García Toledano, Antonio Palomeque y Hurtado, Antonio Alonso Huerta, junto con otros miembros de un estamento social privilegiado y una parte del clero encargado de capellanías donde también era exigible el estatuto de limpieza o nobleza como los capellanes de Reyes Nuevos de la Catedral o los de la capilla de la Epifanía en la parroquia de San Andrés.
Infanzones de lllescas.
Tiene su origen en los caballeros de aquella villa que obtuvieron privilegios de Sancho IV y Juan II, constituyéndose en corporación en torno a la Virgen de la Caridad en tiempos de Cisneros. Fueron citados por los literatos clásicos del Siglo de Oro como Lope de Vega y Tirso de Molina y más tarde incluso Moratín. Fue el Conde de Cedillo en 1925 quien actualizó esta antigua corporación nobiliaria vinculándola al Santuario de la Virgen de la Caridad.
En la actualidad está en plena vigencia y para su ingreso exigen pruebas de nobleza. Visten hábito rojo y ostenta como emblema una cruz flordelisada hueca de color blanco. También de la provincia hemos podido constatar documentalmente en algunas cofradías la exigencia de estatuto nobiliario para ingresar en ellas; tenemos noticias de algunas con estatuto de limpieza de sangre o con mayordomías reservadas para hidalgos.
De nobles conocemos una solamente, dedicada a San Sebastián y 28 radicada en el pueblo de Borox y que en el siglo XVIII contaba con escasos cofrades. En Novés la cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo o Vera Cruz, cuyos primitivos estatutos establecían el requisito de limpieza de sangre por los cuatros costados hasta su reforma en 1883, introducida por el cardenal Moreno.
Por último una serie de cofradías de la parroquial de Esquivias en las que alternaban en las mayordomías hidalgos y pecheros. En la del Santísimo Sacramento servían dos años mayordomos del estado de hijosdalgo y cuatro años cofrades del estado llano.
En la del Nombre de Jesús eran mayordomos cada dos años dos cofrades hidalgos alternándose con otros dos labradores. En la de San Bernabé se alternaban por cada año Un hidalgo y un pechero, nombrando el hidalgo saliente al pechero entrante; igual sistema era utilizado por la cofradía del Santísimo. La distinción de mayordomías también se hallaba establecida en la cofradía de Ntra. Sra. del Rosario en 1627. El ocupar estas mayordomías en los años que gobernaban por turno los hidalgos podía ser presentado como prueba de nobleza
Ventura Leblic García y Mario Arellano GarcíaDiputación Provincial de Toledo
Fuente: http://www.realacademiatoledo.es/files/temastoledanos/48.%20Los%20hidalgos%20en%20Toledo,%20por%20Ventura%20Leblic%20Garcia%20y%20Mario%20Arellano%20Garcia.pdf