Will Kane (Gary Cooper), es el sheriff de Hadleyville, un pequeño pueblo en el medio de la nada. En su último día de trabajo antes de retirarse y recientemente casado con Amy (Grace Kelly) llegan a la estación de tren local tres matones a la espera del tren del mediodía en el cual arribaría Frank Miller (Ian Mac Donald), quien años atrás Kane había atrapado. El film, que en un primer momento se pensó realizar en tiempo real, se focaliza en la figura del comisario tratando de reclutar infructuosamente ayudantes para enfrentar a este matón y defender al pueblo de él. SI bien todos saben que Miller viene a matar al sheriff, como lo había prometido cuando lo enjuiciaron, nadie mueve un dedo por él aun cuando saben que gracias a él el pueblo se transformó en lugar seguro y pacífico.Las escenas, acompañadas por la misma balada, se centran entonces en esa búsqueda desesperada por ayuda y en el nerviosismo de los minutos que se acercan a las doce. El reloj es un gran protagonista. Kane es un sheriff fuera de lo común, muy dispar a lo que sería un John Wayne (a quien de echo la película no le gustó por la inverosimilitud de un sheriff buscando ayuda en el pueblo) pues teme, suda, no quiere estar en el lugar que está, pero sabe que debe hacerse cargo de la situación. No puede ni quiere abandonar el pueblo a pesar de que este mismo se lo recomienda a gritos. En esta espera del minuto a minuto, las actuaciones son las que marcan la magnificencia de este film. La acción es poca pero las emociones muchas, imposible no ver una alegoría en esta historia sea cual fuera. Podría ser la parábola de muchas sociedades, de la cobardía normal del ser humano, de las traiciones inesperadas, de la soledad ante los problemas, del abandono de los seres en quienes uno confiaba.
El trabajo de montaje en esta joya cinematográfica debería llevarse unos cuantos premios ya que su director C. Zimmermman confió a Elmo Williams la tarea de edición por ciertas escenas que no le gustaban. Este genial editor entonces pasó dos días cortando aquí y resaltando allá hasta lograr casi lo que en un principio se quiso hacer: remarcar el tiempo real de espera, lo que se logra recién en la mitad de la película si uno sincronizara un reloj con los muchos que muestra el film. No obstante los relojes mostrados, están magníficamente compaginados con la espera en sí y uno sufre el paso a paso de lo inevitable: Kane enfrentando solo a los cuatro matones. El genial de Williams además, supo respetar la idea del director y del fotógrafo Floyd Crosby de resaltar el agotamiento físico de Cooper, quien para ese entonces ya sufría problemas de salud (no olvidemos que fallece 8 años después, en 1960, de cáncer). Así, las arrugas continuas, el tono de voz, la sudoración, palidez y movimientos pesados del actor, hacen de este sheriff nervioso y temeroso de lo que vendrá un ganador seguro del Oscar de ese año. El film en total gano 4 Oscars.
A la hora señalada, es un western original, un thriller psicológico inmejorable, una obra intachable.Una última curiosidad que me encantó conocer de este film: Henry Morgan en el film personifica a un tal Sam Fuller, nombre de un conocido realizador de la época (El rata, on South Street, 1952). Foreman lo conocía del Sindictado de Escritores Cinematográficos y probablemente enojado por su sentido cínico con respecto al ambiente dictatorial y asqueado de sus ideas contrarias lo hizo figurar en el film de forma realmente patética pues ahí no solo se niega a ayudar al sheriff sino que se esconde en su casa haciendo mentir a su mujer. No es capaz ni de enfrentar al protagonista como el resto del pueblo escondiéndose tras las espaldas de esta.