22 agosto 2014 por JLeoncioG
Somos los auténticos hijos de la panza de burro, bostezando al segundo presionados por una carga de humedad depositada en estas laderas, que nos agobia y nos hace pensar continuamente en cielos azules y soles radiantes que nunca aparecen.
Y sin embargo, al menos en mi caso, cuando nos cae a plomo el sol, cuando nos tuesta hasta las meninges, cuando el calor nos oprime hasta las entrañas, pensamos en lo fresquito que se está cubierto por este edredón de nubes esponjosas. Es que el ser humano no es más que pura contradicción.
Y fíjense que, con panza de burro o sin ella, en estos meses de Alisio yo me suelo ir para la playa. Si lo que quieren es un agosto soleado, éste no es su sitio.
Ahora, para echarse un vaso de vino y un plato de gofio escaldado no hay otro mejor. Salud hermanos, hijos de la bruma.