«Hijos de la Luna» de Alejandro Monreal, un viaje al Aragón medieval donde la superstición dicta el destino

Publicado el 05 septiembre 2025 por Delecturaobligada @DelecturaOblig

La novela rescata la fragilidad y la esperanza de quienes se atreven a desafiar la ignorancia y el miedo

Por: Alberto Berenguer / Instagram: @tukoberenguer; @delecturaobligada

En «Hijos de la Luna” nos traslada a un oscuro y mágico Reino de Aragón medieval, donde la ignorancia y la superstición lo dominan todo. ¿Qué fue lo primero que le atrapó de esta ambientación histórica para convertirla en el escenario de una historia tan intensa como la de Brun?
Esta historia se gestó mucho tiempo atrás. Antes siquiera de plantearme transformarla en una novela. Fue durante las prácticas en un máster de guion cinematográfico a cargo de la FIA-UIMP que, por desgracia, ha dejado de impartirse. Allí había profesores de la talla de Michel Gaztambide, Julio Rojas, Fernando Castets… Al final del año lectivo teníamos que tener una versión 0 de un guion para película y no sé decir muy bien cómo llegué hasta el final de la Edad Media. Algo tuvo que ver que no hacía mucho que había revisionado la película de “El nombre de la rosa” y también me había leído “La herejía” de Romain Sardou. Por otro lado, siempre me ha atraído esa época oscura, aunque no lo fuera tanto, pero en la que parece que la humanidad dio un paso atrás en muchas cosas, sobre todo empujada por la sombra del extremismo religioso, la superstición y el analfabetismo.

La novela toca temas como la identidad, los prejuicios sociales y la persecución de lo diferente. ¿Qué paralelismos cree que existen entre el siglo XIV que describe y la sociedad actual? ¿Le interesaba hacer una crítica de la sociedad actual?
En aquel momento no tenía intención alguna de hacer una crítica social del presente. La idea nació entre 2006 y 2007, y el año pasado, diecisiete años después, la adapté a novela. Han pasado tantos acontecimientos que entonces me habrían parecido impensables. Sin embargo, al releerla, sí parece que contiene aprendizajes posibles. Ese extremismo está hoy en boga, y también existe un cierto analfabetismo: no estructural —porque para eso está la educación obligatoria y gratuita—, pero sí, en cierta medida, elegido. Hay personas que optan por no creer en los avances, en el conocimiento reconocido y demostrado. Y es cierto que cuestionar es la base de la ciencia, pero hay verdades elementales que estamos poniendo en duda. Solo falta que volvamos a decir que la sangre no circula por las venas o que la Tierra es el centro del universo. Camino llevamos.

Brun es un personaje vulnerable, soñador, y atrapado en un mundo que no le entiende. ¿Cómo fue el proceso de construcción de su voz interior, especialmente en lo que respecta a sus dudas sexuales y su vocación artística?
Creo que tiene bastante que ver con la adolescencia en general. Cuando comencé a escribir “Hijos de la luna” no hacía tanto que había dejado de ser un adolescente. Todavía recordaba tener aquellas mismas dudas. “¿Cómo me ganaré la vida?” o “¿Me aceptarán tal como soy?” son preguntas que todos nos hacemos sea cual sea nuestra orientación, aspiraciones vitales, credo, fisonomía… Es connatural, creo, a cualquier ser humano. Entonces solo tenía que volver a aquella época y tirar del hilo. Es cierto que el tema de la sexualidad y la época en la que se encontraban era diferente, pero los deseos son iguales en la época en la que nos encontremos. Otra cosas son cómo los podamos afrontar. 

En la novela conviven el realismo mágico y la crudeza histórica. ¿Qué importancia tienen las figuras mágicas, como el hada del bosque, dentro del mensaje de la historia?
“El hada”, más que figura mágica, es una proyección de ese mundo mágico. Me gustaba la idea de añadir un personaje a caballo entre lo real y lo fantástico y cómo en aquella época los mitos, las leyendas, el folklore y las creencias populares estaban mucho más vivos en el día a día. Para lo bueno y para lo malo. Hoy día muchas de esas creencias o supersticiones nos pueden parecer ridículas, pero si nos retrotraemos a aquella época con lo que sabían, con sus medios de comunicación que eran lentísimos y con quién tenía la información, resultaba muy fácil crear bulos, lo que ahora llamamos fake news, y empezar a imaginar seres de otras realidades, personas endemoniadas y cualquier cosa que se les pasase por la cabeza. También hay una especie de homenaje en un momento dado a las historias sobre La Santa Compaña, aunque no lo digo explícitamente. En general me encantan esos márgenes entre lo real y lo imaginado.

La epilepsia, entendida en la Edad Media como una señal demoníaca, juega un papel clave en la trama. ¿Qué le llevó a incluir esta condición en el personaje principal y cómo se documentó para representarla con sensibilidad y realismo?
El tema de la epilepsia surge a través de un “¿Y sí?”. Me gustaba la idea de hablar de los comienzos de los tribunales inquisitoriales y en alguna parte leí una cita que incluyo de un manual de exorcismos en los que habla de echar espuma por la boca y tener espasmos. La asociación se hizo sola. “¿Y si tienes epilepsia pero has nacido en la Edad Media? ¿Y si acusaron a gente de estar poseída por padecer epilepsia y murieron por simple ignorancia de aquellos que estaban seguros de tener la verdad última?”
En cuanto a la documentación he tenido en mi entorno a personas que la han padecido, además de haber leído bastantes manuales sobre el tema, reportajes… Lo mejor es cuando un lector que se dedica a la medicina me escribió para darme la enhorabuena por cómo había tratado el tema de las enfermedades y los tratamientos. Así que, ya solo por eso, me doy por satisfecho. 

Uno de los aspectos más poderosos, en mi opinión, de la novela es la esperanza que mantienen los personajes, incluso en un mundo hostil y cruel. ¿Qué importancia tiene para usted mostrar esa luz en medio de la oscuridad? ¿Es una constante en sus historias?
Creo que es fundamental. No concibo que en cualquier situación no haya un resquicio de esperanza para cualquiera. Hay situaciones complicadas, pero necesito creer que todo puede mejorar. Aunque pienso en cosas como lo que está pasando en Gaza y pierdo un poco la fe en el ser humano. 

Las ilustraciones de Nareme Melián enriquecen el universo de la novela. ¿Cómo fue el trabajo conjunto con el ilustrador? ¿Hubo alguna escena o personaje en particular cuya imagen superara incluso lo que usted había imaginado?
Pues con el tema de la portada estaba un poco al margen a la hora de su desarrollo. Me consta que tuvieron que hacer bastantes idas y venidas con mi editor, hasta que dieron con esta. Y, si bien yo me la imaginaba desde el principio de otra manera, ha terminado por encantarme. Ahora no concibo esta historia sin la portada de Nareme y muchos de mis lectores me escriben para decirme lo bonita que les resulta.

Los inicios en el mundo literario no suelen ser fáciles, y más aún sin el respaldo de una editorial convencional. ¿Cómo ha sido su experiencia publicando con Editorial Siete Islas y qué destacaría de su forma de trabajar con usted y con su obra?
La verdad que muy bien. Mi primera historia, El camino inesperado” la autopubliqué en 2022 a través de Amazon y me ha ido bastante bien. Aún sigue teniendo ventas y la gente se sigue interesando por ella. Me suelen escribir para decirme, normalmente, que les ha gustado y que es muy bonita y realista. Pero quería intentar publicar a través de una editorial tradicional como Siete Islas. Ismael, que es mi editor, siempre ha sido muy amable y muy claro con todo, cosa que se agradece. Ahora estamos trabajando para que “Hijos de la luna” llegue al mayor público posible y espero que esta no sea la primera y única novela que publico con ellos. 

¿Qué destacaría de las presentaciones de su novela en las que ha tenido la oportunidad de encontrarse con sus lectores? ¿Con qué se queda de esas experiencias?
De momento solo he tenido un evento y fue en la Casa del Libro de Alicante en julio. La experiencia fue una pasada. Yo no soy muy amigo de exponerme en público, me come la timidez, pero el personal fue muy amable conmigo y muy atento y ya los lectores… Una maravilla. Estaba convencido de que no vendría mucha gente porque, al final, soy prácticamente un desconocido. Sin embargo, cuando vi que empezaban a sacar más sillas para acomodar a la gente que seguía pasando me pareció una pasada. Ahora tengo pendientes varias firmas y presentaciones tanto en Valencia como en mi pueblo, Hellín, y espero que se den, al menos, igual de bien. 

Ahora nos interesamos sobre su faceta como lector. ¿Hay alguna lectura reciente que recomendaría sin dudar a quienes han disfrutado de “Hijos de la Luna”?
Aunque no son recientes te diría las que ya he comentado antes de “El nombre de la rosa” y “La herejía”. Y así, más actual, pues te diría que Los chicos del valle” de Philipe Fracassi. Este último sucede en un orfanato y es muy oscuro, aunque a mí me encantó.

¿Está ya inmerso en una nueva historia o prefiere seguir acompañando a “Hijos de la Luna” durante un tiempo más antes de empezar otro proyecto literario?
Ahora mismo estoy moviendo una nueva historia, aunque es muy diferente de la última. Hago un giro de 180 grados para meterme en una comedia romántica llena de humor, que espero podáis leer pronto. Además también estoy trabajando en un thriller con tintes políticos que, esta vez sí intencionadamente, tiene mucho que ver con la realidad que estamos viviendo. Una especie de distopía de proximidad. En cuanto a aumentar el mundo de “Hijos de la luna” no me lo había planteado hasta que algunos de mis lectores me pidieron más. Estaban deseosos de conocer en profundidad a algunos personajes y le estoy dando vueltas al tema. De momento ya tengo un nombre y un protagonista, pero poco más. 

Tras “El camino inesperado” y ahora “Hijos de la Luna”, parece que tiene un talento especial para crear protagonistas que luchan contra lo establecido. ¿Qué le atrae de contar historias sobre personas que desafían las normas impuestas por la sociedad o la religión?
Pues supongo que lo que a todos, o a la mayoría, que nos ponemos del lado de los que sufren, de los que son apartados por el motivo que sea, de los oprimidos. Siempre está bien señalar las situaciones injustas. 

Para concluir esta entrevista, le ofrecemos este espacio para que dirija unas palabras finales a los lectores. 
Lo principal que tengo que decir es: muchas gracias. Gracias por estar ahí y acompañar a los protagonistas de mis historias en sus vidas ficticias. Al final son como los hijos del escritor y ¿quién no quiere que sus hijos estén en la mejor compañía? Además, espero que todas aquellas personas que han disfrutado, sufrido, reído o llorado con mis historias lo sigan haciendo con las venideras. Yo prometo dar lo mejor y esforzarme todo lo posible para que, con cada una de ellas, pueda emocionarles de alguna manera y llegarles al corazón, la mente o el estómago. Hacer lo que sea para que les quede una huella por diminuta que sea de las historias que cuento. Y también, muchas gracias a vosotros por dejarme este espacio para darme a conocer y dar a conocer a mis protagonistas. Siempre es de agradecer las plataformas que dais voz a los autores menos conocidos.