Hijos de padres enfermos: diferencias según edades
Publicado el 10 abril 2013 por Psidudas, Consulta Daniel Toro
@PSIdudas
Tal y como comentábamos en mi último post, la comunicación con los niños cuando un padre está enfermo de cáncer es muy compleja.
Las pautas que recomendamos eran generales y siempre tienen que adaptarse a cada situación y niño en particular, sobre todo teniendo en cuenta la edad, el desarrollo y las experiencias previas con enfermedades.Y de eso va esta nueva entrada en el blog, de algunas diferencias significativas que encontramos en los niños y niñas según su edad:
EDAD PRE-ESCOLAR (2 a 5 años)
Aunque parezca algo contradictorio, a más pequeño más "fácil" ya que son más ingenuos y tienen menos experiencias previas. Seguramente no van a entender completamente la "gravedad" de la situación, pero sí que se van a dar cuenta de que algo está pasando y que su entorno está cambiando.Por ello es muy importante:- Continuar con los "cuidados básicos" del niñ@: si el padre o la madre no pueden, lo tiene que suplir una persona con la que el niño tenga un apego previo (un tío, abuelos, etc.). El objetivo principal es mantener las rutinas que ya se tenían establecidas.
- Lo que habitualmente sucede son trastornos de los hábitos de vida básicos, como el sueño, el hambre y el juego.
- En estas edades también es habitual las "conductas regresivas" (volver a presentar algún comportamiento ya superado) como mecanismo de protección.
ESCOLARES (6 a 9 años)
En esta etapa del desarrollo resalta la gran fantasía y el pensamiento mágico, por lo que los cambios en el entorno, normalmente acompañados de tristeza, pueden malinterpretarlos e incluso pueden sentirse culpables si no tienen una explicación concreta.Por otro lado son muy curiosos, por lo que pueden estar interesados en conocer funciones corporales y eso nos ayuda a que puedan entender explicaciones concretas sobre lo que está pasando. Siempre tenemos que centrarnos en lo que ocurre en órganos concretos y qué significa eso.También tenemos que aprovechar que ya tienen conocimiento sobre enfermedades (ellos mismo pueden haber estado enfermos y entienden qué significa no encontrarse bien). Si han tenido una enfermedad grave tienen “ventaja” para entender todo lo relacionado con la salud.Suelen expresarse a través de explosión de emociones (rabietas, llantos, …) más que estar tristes como los adultos lo entendemos.También tenemos que estar alerta con las somatizaciones: a veces se encuentran relacionadas con lugares de la enfermedad del afectado.ESCOLARES (10 a 12 años)
Estamos en la etapa preadolescente con el inicio del torbellino de cambios que esto les comportará.Habitualmente lo primero que veremos afectado es la disminución del rendimiento escolar.Las emociones mal gestionadas las expresarán con rebeldía, incluso cercano al negativismo desafiante.Es posible que sientan vergüenza social ya que quieren mantener y no perder su rol habitual. La expresión de la enfermedad expuesta al resto pueden que, inicialmente, creen rechazo (que la madre vaya al colegio a recogerlo con pañuelo por la alopecia, etc.). En este caso la madre tiene que actuar con normalidad y el niño superará esta vergüenza cuando vea que es algo habitual.El consejo es hacerlos partícipes desde un inicio, previniendo los cambios que vendrán y explicando los motivos.ADOLESCENTES
Etapa compleja donde las haya, sin necesidad de incorporar problemas, como es el caso. L@s adolescentes tienen la necesidad de ser iguales al grupo, y un padre o madre enfermo les hace diferentes.A resaltar:- Dan gran importancia a la imagen corporal, algo que suele verse afectado por el cáncer, con lo que podría conllevar vergüenza social como anteriormente he explicado.
- Pueden ocupar el rol de cuidador principal, asumiendo responsabilidades que no les pertocan por edad.
- Presentan indiferencia afectiva: realizan minimización emocional, presentando conductas evitativas para no enfrentarse a lo que sienten ya que tienen vergüenza de sentir y expresar emociones. Dentro de estas conductas pueden enfadarse mucho y ser muy “duros” e “hirientes”.
- Aumentan las conductas de riesgo.
Por todo ello, la comunicación, que ya es compleja con cualquier adolescente, se complica aún más.Es necesario contactar con el tutor/a de la escuela y activar los puntos de soporte que existan (algún amigo, tutor o profesor con el que tenga más confianza, familiar cercano…). Es necesario explicar el proceso y lo que está ocurriendo aunque no pregunten.
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