El sombrerero gamberro
Hagamos un ejercicio imaginativo, una recopilación de futuribles literarios: si pudiéramos fusionar en un solo autor los rasgos de Cortázar, muchos, y de Joyce, algunos, posiblemente el resultado sería una persona capaz de tomar en sus manos la realidad y arrugarla como un pañuelo, alguien que escribiera como Pedro Pujante. Estamos ante el tercer volumen de relatos de un autor que se mueve como un axolotl en el agua de la intersección de planos, y tan pronto nos sitúa en el ambiente más usual como nos aferra por el cuello, o por las neuronas, o por la memoria literaria, y nos lanza al vacío hasta hacernos aterrizar en otras dimensiones paralelas llenas de sombras, sorpresas y el hálito desmesurado de la muerte.
Y por encima de todos ellos, Pedro Pujante, un narrador-espejo, como su Ciudad del último texto, y a ratos un sombrerero, si no loco, sí gamberreando con la prosa, capaz de manejarse en la neblina del lado de acá y el fulgor del lado de allá, o tal vez fuera a la inversa. Pero capaz también de alternar el sobresalto y los finales sorpresivos con la delicadeza y la poesía, personalizando un estilo que poco a poco ha ido encontrando su voz y su camino. Habla de hijos de un dios extraño, criaturas con las que juega desde su posición de Zeus blandiendo rayos como metáforas, y que son producto de una imaginación incansable.
Hijos de un dios extraño. Pedro Pujante.Editorial: Chiado. Salamanca 2013. 159 páginas.(LA VERDAD, "ABABOL", 9/3/2013)