Hilos

Por Marapsara

El chaval recibe un e-mail publicitario de Fnac, hace click en el enlace, repite el proceso en sucesivas páginas y acaba leyendo con interés una noticia sobre Howl, la última película de James Franco. Busca a Allen Ginsberg en la Wikipedia porque no consigue recordar ese primer verso tan famoso. Ya en el autobús reanuda la lectura de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo desde la página donde lo dejó, la primera donde se cita a Allen Ginsberg. Las casualidades cobran vida de tal forma en su interior, que decide bajarse en la próxima parada, frente a la cual hay un kiosco: se llega por la parte en la que un grupo de soldados agoniza de sed. Paga el botellín con un billete de 5€. Recoge el cambio y se va.
La kiosquera al guardarlo advierte algo escrito en el billete azul, Amaral, 1997, lo transcribe en el cajetín de Google y hace click sobre voy a tener suerte. Luego escucha en YouTube el año en que Allen Ginsberg murió de labios de la cantante. Por la noche su chico le pregunta qué tararea. A la mañana siguiente él, de camino al trabajo, introduce en el reproductor de cds de su coche el único disco de Amaral que tiene. Frena en la parada de autobús que hay delante del kiosco, besa fugazmente a su chica y se despiden hasta la noche. A lo largo del día no consigue sacarse de la cabeza una frase.
Advierte que es 19 de septiembre, que todavía le queda al menos un día a ese verano y finalmente lo hace, llama a su ex, y le pide sinceramente perdón por todo el daño que le hizo, borrándolo del pasado, dos tazas de café asisten como testigos. Al día siguiente ella se dirige a Fnac para regalarle la llave a una segunda oportunidad en su historia. Un círculo se cierra pero la rueda no deja de girar: seguimos interconectados por los millones de hilos de la madeja del mundo.