y nunca, nunca, nuca se paren para hablar con desconocidos.
Hilos de carne
Tiempo era al igual que hoy cuando donde muere la calle vi correr los hilos de cien golondrinas, los picos abriendo el vasto espacio hasta coser mi carne con sus estelas.
Voces e hilos me atraviesan hasta ser una transparencia suspendida en una marea de formas, veo los paralelos, olvido ser quien era, sueño ser un pájaro ingrávido abandonando la tierra. ¡Quebrar el ocaso! ¡Apuñalar el vidrio azul! Y así veo el mundo, verde y tenue serpiente sobre el barro, allí abajo brillan luciérnagas… Es la tierra adherencia que la ave deja en vuelo rasante, se eleva sobre la bóveda perfora las nubes enrejadas y cuando cree ser una flecha —aullido de acero vivo— su propio reflejo la confunde, la golondrina cae en picado y la ave piensa ser un hombre, carne que sueña en frágil permanencia negando ser un hilo que arde.
El hombre sueña ser ave que rasga el blando rostro de los cielos, que cruza el oscuro vientre del tiempo y no se detiene para volar, volar, volar. Kutuzov, en Poemas 3,14Hilos de carne