Recuerdo la aparición de esta novela en 2010, tras ganar el XXVI premio Jaén. Recibió muchos elogios, entre ellos los de mi respetado Ignacio Echevarría, que apuntó: “Por fin un verdadero acontecimiento en el escenario de la nueva narrativa española.” Barajé la idea de leerla, y lo cierto es que fue la reseña de Ricardo Senabre en El Cultural la que hizo que se me quitaran las ganas. En esta reseña (se puede leer AQUÍ) el aparente entusiasmo de Senabre (“una novela enormemente ambiciosa”), se va diluyendo por el camino (“El autor se demora en alardes que, aun siendo una fiesta para el entendimiento, paralizan o retardan a menudo la acción”), hasta un final en el que saca las vergüenzas al autor, a los correctores de Mondadori o al propio editor mostrando ejemplos de los errores gramaticales del libro, impropiedades léxicas e incluso faltas de ortografía.
Así que leí reseñas de Hilos de Sangre de Gonzalo Torné (Barcelona, 1976) y al final me decidí por otras lecturas. En enero de 2014 Torné habló de mi blog, Desde la ciudad sin cines, en su página Rutas hacia la lectura de El Cultural (Se puede leer su comentario AQUÍ). Es decir, yo no había leído a Torné, pero él si me había leído a mí. Esto fue para mí –auténtico periférico de la literatura- toda una sorpresa. Después de tantos años de leer El Cultural, semana tras semana, llegó el día en el que mi nombre apareció dentro. No de la forma soñada, con la reseña a alguno de mis libros, pero sí relacionando mi nombre con la literatura (al fin y al cabo mi blog es posiblemente mi mejor obra literaria). Se volvió a renovar mi interés por la obra de Torné. Más de una año después de este momento, me he acercado a Hilos de sangre, libro que me dejó Alberto Olmos hace ya unos meses.
La narradora principal de Hilos de sangre es Clara Montsalvatges. Cuando comienza la novela tiene treinta y tres años y está a punto de divorciarse de Joan-Marc. Durante la primera parte de la novela (dividida en cinco, de muy diversa extensión), su voz narrativa se intercala con los correos que se está intercambiando con sus hermanos: Álvaro (el menor) y Amanda (la mayor); el tema principal del que hablan es el de su inminente divorcio. Además, mientras Clara trata de tomar fuerzas para dejar a Joan-Marc un segundo acontecimiento está perturbando su vida familiar: su abuelo Gabriel está a punto de morir, sobrepasada ya la barrera de los noventa años.
Hilos de sangre debe leerse con atención: Torné no se para demasiado a aclarar las relaciones que existen entre los personajes, y será tarea del lector ir recordando los detalles vertidos sobre la página para reconstruir la historia. Leí en una entrevista que dos de los autores de cabecera de Torné son Saul Bellow y V. S. Naipaul. A este último aún no lo he leído (a pesar de tener uno de sus libros esperándome desde hace años en mi montaña de inleídos), pero de Bellow sí que he leído algunos de sus libros más significativos y puedo reconocer su influencia sobre esta novela. En Herzog, por ejemplo, el protagonista está también a punto de divorciarse y para pasar el trago se encuentra con algunas de las personas más importantes de su vida, además de dedicarse a mandar cartas desquiciadas a diversos organismos. En la novela de Torné las cartas se han cambiado por correos electrónicos.
La voz narrativa de Clara se dirige a su hermano Álvaro. Algo que iremos descubriendo paulatinamente. En la página 76 nos encontramos con alguna pista: “Si te soy sincera”, dice. ¿Con quién conversa Clara?, pensaremos. Más adelante, de forma más explícita, sabremos que se dirige a Álvaro, que es un escritor de cierta relevancia. Clara, a su vez, está tratando de escribir una novela, y Amanda, la tercera hermana, también está relacionada con el mundo de los libros, ya que trabaja como traductora. Esta conexión con la literatura puede explicar el alto nivel lingüístico e intelectual de los correos electrónicos que se intercambian. Al principio me estaban pareciendo demasiado artificiosos para tratarse de la conversación entre tres hermanos sobre los problemas matrimoniales de uno de ellos. Más difícil de justificar me parece el rico nivel oratorio de los diálogos que Torné ha escrito para sus personajes. Es difícil pensar que alguien pueda hablar así (Joan-Marc o Gabriel, por ejemplo), sin haberlo preparado previamente y estar leyendo un texto en vez de conversando.
Álvaro ha encargado a su hermana Clara que le ponga al corriente de su relación con el abuelo Gabriel, puesto que quiere escribir sobre la familia (sobre los hilos de sangre que unen a los personajes de esta novela). En la cuarta parte del libro –titulada Carne y pureza- el narrador ha dejado de ser Clara -me costó unas cuantas páginas comprender que la voz narrativa era ahora la de Gabriel Montsalvatges-, y que la acción se ha trasladado a la década de 1930. Lo cierto es que al empezar en esta parte a hablarnos el narrador de reuniones clandestinas de carácter político en las que se bebe ginebra, pensé que ahora se nos iba a hablar del padre de Clara y que la narración se había trasladado a las postrimerías del franquismo, a la década de 1970, más o menos. Tardé, posiblemente, unas cuantas páginas más de las necesarias en salir de mi error. Que el protagonista fuese a visitar al seminario a su hermano Jonás debería haberme aclarado todo, en el supuesto de que yo estuviera reteniendo en mi memoria todas las relaciones que existen entre los personajes citados a lo largo de las 464 páginas de la novela. La historia de Gabriel abarca desde la época de la segunda república, pasando por la guerra civil, y las miserias de las primeras décadas del franquismo. En la parte anterior –Una danza de deseo- es Clara la que está reconstruyendo la vida de Llort, el que fue jardinero de Gabriel en Tredòs, en el valle de Arán.
Al acabar Hilos de sangre he tenido la sensación de que una de sus lecturas posibles era la de haberme acercado a tres novelas ensambladas: la de Clara divorciándose de Joan-Marc en la Barcelona del siglo XXI; la de Llort, el hombre práctico de una clase social inferior a la de los Montsalvatges, que sale adelante en el valle de Arán, entre servidumbres y represión sexual; y la de Gabriel, que comienza en la década de 1930 y llega hasta la de 1950. Aunque, es cierto, que la sombra de Gabriel se alarga imponente sobre Clara, y consigue, a través de sus nietos, adentrarse también en el siglo XXI. Me ha parecido, en cualquier caso, curiosa la exclusión en esta novela de nietos y abuelo de la generación de los padres.
Antes he hablado de Herzog de Saul Bellow como posible fuente de inspiración de Hilos de sangre; tendría que añadir que Herzog es una novela más cohesionada que la presente, más compacta; sigue el drama de su personaje y lo dejará al final, cuando haya acabado su periodo de tránsito hacia otra fase de su vida. Yo –sobre aviso gracias a Senabre- he detectado algunos errores ortográficos o sintácticos en la novela. Lo cierto es que esto más que un demérito de Torné (Gabriel García Márquez parecía vanagloriarse de sus errores lingüísticos, por ejemplo), me lo ha parecido de Radom House. Espero que las editoriales no empiecen a prescindir de profesionales tan valiosos como los correctores de texto.
Hilos de sangre, pese a los excesos retóricos ya comentados en los correos electrónicos o diálogos, me ha parecido que contiene páginas de gran belleza formal y ambición estilística. La novela está profundamente trabajada en sus detalles, no creo que haya ningún error de coherencia interna entre toda la información que se ha desplegado en el texto, aunque, como ya he comentado, a veces es poco amable con la capacidad retentiva del lector. Quizás en algún momento no he tenido muy claro hacia dónde quería conducirle la novela, y esto ha hecho que bajara mi interés en algunos tramos. ¿Esta novela quiere hablarme de la Barcelona del siglo XXI? ¿Quiere hablarme de la Barcelona de 1930 y la guerra civil? ¿Quiere hablarme de los catalanes del interior, del valle de Arán? ¿Quiere hablarnos de la familia, del arte, de la casualidad?
La novela está fechada en su última página en noviembre de 2009. Imagino que estará escrita entre 2008 y 2009. La primera novela de Torné –Lo inhóspito- se publicó en 2008, y se acabaría de escribir antes, así que tal vez comenzó con Hilos de sangre en 2007. Es decir, Gonzalo Torné comenzó a escribir esta novela con poco más de treinta años. Con los materiales que despliega en ella (dejando ahora de lado el notable trabajo estilístico) otros escritores de su generación podrían haber escrito al menos tres libros. Así que a pesar de sus altibajos, de sus excesos, de sus aparentes caminos sin salida, me voy a quedar con la parte positiva de esta lectura: Gonzalo Torné es un escritor de gran ambición, destinado a controlar con mayor madurez sus poderosos recursos narrativos y a escribir obras de mayor perfección en el futuro.