Hiparquía de Maronea

Por Manu Perez @revistadehisto

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Hiparquía vivió en el último tercio del siglo IV a.C., donde los historiadores expertos en éste tópico concuerdan que la fecha exacta de su nacimiento apunta al año 346 a.C., en la ciudad de los tracios cicones denominada <<Maronea>>,  ubicándose  en la costa del Mar Egeo, cerca del lago Ismáride.

Hiparquía de Maronea

Considerada hoy en día como contemporánea a Platón y Aristóteles, también fue la primera contestataria, filósofa y feminista de la historia occidental; se desenvolvió dentro del seno de una familia pudiente y renombrada que después de la conquista de su ciudad en el año 355, a manos de Filipo, es que se trasladaron a Atenas.

Su educación provino de las enseñanzas de su hermano Métrocles, quien en un principio fue discípulo de Teofrasto (filósofo griego, discípulo de Platón y Aristóteles) y que también asistía a la Academia dirigida en ese entonces por Jenócrates de Calcedonia (discípulo de Platón).

No obstante, se suscita cierta clase de incidente dentro de los muros  del Liceo que no está bien esclarecido, pero se especula cierta afrenta con la escuela, al parecer por su “refinamiento”. Es gracias a las secuelas de este evento que se ve abatido al punto de despreciar la vida misma.

Es aquí cuando entabla amistad con Crates de Tebas (368 a.C.-288 a.C.) quien lo adentra en el mundo de la filosofía y el modus vivendi de los cínicos. A Métrocles se le abren la mente y los ojos y decide quemar sus escritos, junto con otros pertenecientes a la filosofía tradicional, ya que para él estaban repletos de falacias e incoherentes imaginaciones. Ya como un miembro recién integrado al círculo de cínicos comienza a componer chrias (sentencias) y anécdotas, que complementaban  las de Diógenes de Sínope apodado <<el cínico>> y en ocasiones <<el perro>>, las de Crates e inclusive las suyas.

No discurrió mucho tiempo para que a Métrocles se le catalogara como un modelo ejemplar de dicha filosofía, y de hecho es gracias a su mediación, que su hermana entró en contacto con un miembro tan destacado atinente a la escuela cínica como lo fue Crates, hijo de Ascondas y antiguo discípulo de Diógenes Cínico y apodado <<el filántropo>> o también <<el abridor de puertas>>.

Según  Diógenes Laercio VI, este último sobrenombre se le otorgó por su tendencia de entrar sin invitación a cualquier casa para corregir al dueño de la misma, sus vicios y malas acciones, a pesar de ser un hombre afable y tranquilo.

Volviendo con nuestro personaje, dicha fémina era descrita como una joven muy hermosa y talentosa, cualidades de las cuales sus padres quisieron sacarles provecho considerando la idea de que ya era tiempo de desposar a su hija con el mejor candidato posible. En primera instancia planearon entregarla a alguno de sus tantos pretendientes siempre y cuando fuese miembro de la nobleza, poseyera una enorme fortuna o simplemente gozara de un status alto. Sin embargo, Hiparquía no encontró ninguna cualidad remarcable en ellos, así que les rechaza como a la oikonomía (ley doméstica), porque sabe que si elegía a uno de esos hombres escogidos por sus padres, viviría bajo el yugo de la cultura oficial ateniense que recluía, excluía y subordinaba a la mujer al grado de apartarla por completo de los asuntos sociales, políticos y culturales de la polis, donde además aquella sociedad tenía las características de basarse en un patriarcado machista y misógino.

Aunque otra de sus razones fundamentales que justificaba dicho comportamiento era que ya había escogido a su compañero de vida el cual resultaba ser el mismo Crates, su mentor. Dicha atracción surgió por las lecciones recibidas, la dialéctica persuasiva sobre la escuela cínica, el estilo de vida y conversación de este último.

Así que a temprana edad, renuncia a todas sus propiedades, lujos y comodidades para abandonar el burgo de Maronea con el pelo suelto, casi desnuda sólo porque un retazo de tela desteñida y remendada le colgaba en la espalda; todo con el objetivo de desposarse con su maestro; sólo que él no creía en la institución del matrimonio.

Los padres de Hiparquía, se horrorizaron cuando su única hija los amenazó con abandonar este mundo de una forma cruenta si aprobaban el connubio con Crates; pero tan sólo el figurarse una relación entre ellos les provocaba incomodidad, no sólo por el hecho de que Crates era sumamente feo, deforme y con una prominente joroba; sino básicamente por su posición económica y social, a sabiendas de que provenía de familia solvente.

Sin embargo, se entrevistaron con el filósofo luego del terror sembrado por el posible cumplimiento de la amenaza de Hiparquía, realizando entonces una especie de acuerdo en el cual, él prometió hacer hasta lo imposible para que su hija desistiera de su cometido.

De nada servirían  las reflexiones, argucias o desprecios, pues la joven lo amaba desde la base del conocimiento y aquella ideología que podría decirse compartían.

Finalmente, Crates implementó lo que consideró su último recurso extremo, donde sometería a Hiparquía a una prueba definitiva: un día en una plaza completamente concurrida, se le presentó completamente desnudo y señalándose su cuerpo le dijo:

<<Mira; éste es el esposo y estos sus bienes; ahora consulta contigo misma y piensa que para ser mi compañera tienes que seguir en todo mi sistema de vida>>.

Ella replicó taxativamente:

<< ¡Quiero ser tu esposa!>>.

Y contra todo pronóstico y superando cualquier obstáculo, celebraron su unión, donde inclusive muchos de los cínicos más atrevidos de la época demostraron asombro. Según el testimonio de Clemente de Alejandría (Stromata, IV, XIX, 121,6) se conmemoró este acontecimiento con la institución de una fiesta en el portal de Pécile bautizada como <<Kynogamía>>, donde la traducción  actual correcta sería <<Bodas de Perros>> o <<Bodas perrunas>>.

Finalmente sellaron su amor copulando en las escaleras de un portal público. Según cita Apuleyo (escritor romano más importante del siglo II), Hiparquía seguía a su marido a todas partes, estando tan enamorada de él que acostumbraban fornicar en pórticos a plena luz del día, inclusive ante la mirada de su discípulo Zenón de Citio, que era demasiado tímido para unirse a la indiferencia sexual de sus mentores.

Ellos sólo podían explicar que no podían negarse ante los mandatos del deseo. Y es que varias acciones contempladas por los cínicos como orinar y defecar en la vía pública, masturbarse en público o incluso comer en el ágora, no les perjudicaba en lo más mínimo a su sentido de la moral pues se basaban en la anaideia (falta del sentido del ridículo).

A la pareja se le clasificó como: libertina, contracultural, irreverente e irónica por su manera de expresarse y mofarse tanto de la mediocridad, las instituciones convencionales y la artificiosidad ya preestablecida por la sociedad; asimismo los criticaban porque ellos convivían con canes y aseveraban identificarse con estos, a quienes admiraban por su manera sencilla de conducirse, incluyendo por supuesto su ausencia total del pudor. Igualmente se les veía convencidos filosóficamente de que un aspecto como la sexualidad debía vivirse sin ninguna especie de restricción o demora. Se llegaron a considerar así mismos autosuficientes y el hecho de permanecer juntos era metafóricamente estar consigo mismos, pues ella se  llamaba a sí misma, <<otro Crates>> y Crates, <<otra Hiparquía>> (Epicteto, Disertaciones, III, 22, 76).

Esta cavilación, ayudaría años después al discípulo de ambos: Zenón de Citio, quien fuese más tarde el fundador del estoicismo; una corriente que abogaría por la igualdad de sexos y el amor libre.

A partir de la segunda mitad del siglo IV a.C., Hiparquía se había despojado de todo lo superficial para vivir literalmente como una perra. Portaba cuatro harapos sucios y tenía una ley muy simple: satisfacer las necesidades más elementales (autarquía).

Su pensamiento acerca de la felicidad consistía en vivir de acuerdo a la opinión de la multitud pues según los postulados de la escuela cínica no había diferencia entre la imagen que se proyecta y quienes somos realmente. Además, fue una ardiente partícipe en torneos de oratoria y se regocijaba con el acto que conlleva al cultivarse con el estudio, en vez de realizar una actividad como la de tejer, perpetrada por las mujeres que preferían guardar silencio y vivir bajo el yugo masculino.

Cierto es que se siempre se comportó como una persona generosa y piadosa, que se dedicó a ayudar a los más necesitados y de esto da prueba el siguiente apartado: <<Hiparquía  acariciaba con sus manos a los enfermos; lamía sin la menor repugnancia las heridas sangrantes de los que sufrían, convencida de que eran para ella lo que son las ovejas para las ovejas, lo que son los perros para los perros. Si hacía frío, Crates e Hiparquía se acostaban al lado de los menesterosos y trataban de comunicarles parte del calor de sus cuerpos. Prestábanles, en suma, la ayuda silenciosa que los animales se prestan entre sí. Por otra parte, no sentían la menor preferencia por ninguno de los que se acercaban a ellos. Bastábanles que fueran seres humanos>> (Marcel Schwob, Vidas imaginarias, Crates el cínico, Siruela, Madrid 1997).

Hiparquía llegó a participar activamente en las tertulias intelectuales, en las que en vano intentaban avergonzarla o intimidarla, pues hombres en demasía les era insoportable el que una mujer como ella, renegara del supuesto trabajo que le correspondía casi por derecho de nacimiento.

Y con esto se pone en tela de juicio, el testimonio de Suidas, el ilustre lexicógrafo griego del siglo X, que cita  a nuestra filósofa en una obra  titulada <<Cuestiones propuestas a Teodoro el Ateo>>. Aunque muchos expertos en el tema, advierten que probablemente, dicho manifiesto no sea otra cosa, más que una interpretación errada del texto de Diógenes Laercio en  el cual se expone que Hiparquía, junto con su marido Crates, asistieron a un banquete auspiciado por Lisímaco de Tracia (oficial macedonio diádoco); donde ella, tuvo un encuentro dialectico con Teodoro el Ateo (proveniente de Cirene), el cual se encontraba de visita en la ciudad de Atenas, allá por el 317 y el 307 a.C.

Según textos veraces que avalan este hecho histórico, ésta fue la situación que se suscitó cuando Hiparquía le hace una propuesta con un audaz sofisma:

<<Lo que no cabría llamar delito, si lo hiciera Teodoro, tampoco cabría llamarlo delito, si lo hiciera Hiparquía. Teodoro no comete delito si se golpea a sí mismo, luego Hiparquía tampoco lo comete si golpea a Teodoro>>.

Él no supo cómo responder ante tal  argumentación, empero se apropió de su breve cuestión” (Diógenes Laercio, VI, 97). Así que ofuscado, le arrancó el vestido. Sin embargo, Hiparquía no permaneció avergonzada por su desnudez, sino que cuando Teodoro, retomando el verso de Eurípides (Bacantes, 1236), con ironía le dijo: << ¿Esta es la que abandonó la lanzadera en el telar?>>, Hiparquía alegó: <<Yo Teodoro, ¿Es que te parece que he tomado una decisión equivocada sobre mí misma, al dedicar el tiempo que iba a gastar en el telar en mi educación? >> (Diógenes Laercio, VI, 98).

Reflexionemos que todo esto, no es más que un esbozo de la marcada antipatía que Teodoro el ateo, profería por Hiparquía. Además de que siempre mantuvo una ideología misógina, bien vista por aquella época, pues consideraba que las mujeres en general no debían asistir a los banquetes o simposios, porque sólo las denominadas hetairas, tenían el libre acceso a estos eventos, tenían derecho de recibir una educación apropiada e incluso, sus opiniones eran escuchadas y tomadas en cuenta por los hombres. 

Su papel como esposa y madre:

Hiparquía a lo largo de su vida, tuvo un sólo hijo según registros históricos y también correspondencia destinada a su persona, escrita y enviada por su marido Crates.  Esta recopilación de misivas secuenciales se le designó el nombre de <<Cartas pseudográficas 28-33>>, en las que por ejemplo en la epístola número 28, Crates, pone de por medio a las Amazonas para así instar a Hiparquía de no retractarse de pertenecer al cinismo y lo que conlleva predicarlo.

En la epístola 29, Crates partió del ejemplo <<canino>> para instruir y demostrarle a Hiparquía, que al igual que entre los canes permanecía una igualdad, debía aplicarse el mismo caso con el ser humano. De la epístola 30 a la número 32, se rescata la recriminación de Crates hacia Hiparquía por haber perpetrado una actividad representativa del <<oîkos>> como fue el haberle tejido una túnica, y todavía no conforme con ello, también la instigó a dedicarse en cuerpo y alma a su profesión en la que era necesario poner en práctica lo que él, Brisón <<el aqueo>> y Diógenes de Sínope, como sus mentores, le enseñaron previamente.

Pero es precisamente en la epístola 33, en la que Crates, elogia el embarazo de su compañera, la provee de consejos para la futura crianza del que sería  su único hijo varón y la felicita por haber dado a luz sin aparentes complicaciones a <<Pasicles>>, ya que a diferencia del resto de las mujeres, ella tuvo la convicción de entrenarse físicamente cual atleta olímpico. El niño llevó este nombre, a herencia de su tío <<Pasicles de Tebras>>; también filósofo y hermano de Crates.

Por otro lado, de los ya mencionados consejos, se  puede percibir en ellos la marcada influencia de la pedagogía cínica, que tiempo después se proyectaría en la escuela estoica. Ahora bien, el hecho de ser madre, no le impidió continuar con este estilo de vida, al contario, ella prosiguió con una austera dieta y según testimonios de Eratóstenes de Cirene (astrónomo, geógrafo, matemático y filósofo griego) y Diógenes Laercio, en demostración a la austeridad que representaba el cinismo, ella bañaba a su hijo Pasicles en un caparazón de tortuga con agua fría. No obstante, no hay más información referente a la niñez, adolescencia o adultez del hijo de ambos filósofos. 

Apariciones en la literatura:

En la historia, se conservan unos cuantos registros concretos de esta filósofa, uno de ellos por ejemplo es en el séptimo capítulo del sexto libro, del también filósofo griego Diógenes Laercio, titulado: <<Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres>>, que aunque en su mayoría trata de Crates, existe una inclusión de Hiparquía en los párrafos doxográficos 96 y 98.

Igualmente, de la Antología Palatina, libro III, se rescata un epigrama de Antípatro de Sidón (poeta griego), escrito en el siglo II a.C., dedicado a Hiparquía titulado <<A las mujeres>>, el cual recita:

<<Yo, Hiparquía, prefiero a la muelle labor femenina

la vida viril que los cínicos llevan;

no me agrada la túnica sujeta con fíbulas; odio

las sandalias de suela gruesa y las redecillas

brillantes. Me gustan la alforja y el bastón de viajero

y la manta que en tierra por la noche me cubre.

No me aventaja en verdad la menalia Atalanta,

que el saber a la vida montaraz sobrepuja>>. 

Aportaciones literarias:

Aparece en la Souda, s. v. Era (enciclopedia bizantina sobre el mundo mediterráneo antiguo) siendo sustento de Hiparquía, pues ésta muestra algunos apartados en los que  durante su vida como cínica, escribió un libro contra Teodoro el ateo, que llevaba por título: <<Cuestiones sobre Teodoro el ateo>>. Así como <<Hipótesis filosóficas>>, <<Epiqueremas: Silogismos incompletos o de probabilidades>>, y <<Cuestiones>> (José María Zamora Calvo, 2018). Lastimosamente, ninguno de estos textos queda como remanente vestigio del excelente ingenio de la filósofa.

En la vida artística:

La única representación de la cual se tiene fe de su existencia, aunque no es 100% verificable de que los personajes plasmados en una pintura romana que data del siglo I. ubicada en el Jardín de Villa Farnesina del Museo delle Terme en Roma, sean la verdadera pareja de filósofos, compuesta por Crates de Tebas e Hiparquía de Meronea.

Muerte:

Sólo hay fechas estimadas, pues algunas fuentes aseguran que ésta acaeció en el año 300 a.C., mientras que otros deliberan que fue un año más tarde. Una teoría afirma que ella murió ahogada en las costas de Esmirna; no obstante esto no ha sido confirmado o desmentido.

Sea como fuere, los filósofos cínicos declararon una fiesta anual en la que se recordaba el momento de la incorporación de Hiparquía al mundo de la filosofía, como la única mujer cínica; llevada a cabo en el Pórtico Dorado de Atenas.

Autor: Gabriela Bolaños Cacho Gasca para revistadehistoria.es

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Bibliografía/webgrafía

Diógenes Laercio. Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, Madrid, Alianza, 2013.

José María Zamora Calvo. (2018). Viviendo en co-herencia con la filosofía cínica: Hiparquía de Maronea. 26 de enero de 2019, de Co-herencia. Revista de humanidades.

Sitio web:

https://www.redalyc.org/jatsRepo/774/77455380005/html/index.html#fn7

https://revistanada.com/2014/07/19/hiparquia-la-primera-feminista-de-la-historia/

https://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com/2008/09/ac-hiparquia-de-maronea.html

https://sites.google.com/site/laruecadeaspasia/5-cirenaicas-y-cinicas/hiparquia-de-maronea

http://www.filosofia.org/lec/hiparqia.htm

https://aion.mx/biografias/hiparquia-de-manorea

https://escriturafeminista.com/2018/02/02/la-perra-de-hiparquia/

https://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2017/01/hiparquia-de-maronea.html

https://es.slideshare.net/lacidesmartinez/la-incomprendida-escuela-cnica-15733915

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