Una de las definiciones del ser humano que más han corrido por los mentideros populares es el de ser un mono sin pelo. Cuestiones aparte de si el vello se ha de considerar pelo o no, el hecho de no estar cubiertos de pelo más que en la cabeza, cara, axilas y salva sea la parte, nos diferencia del resto de animales, los cuales, en un tanto por ciento muy elevado están cubiertos por una espesa capa de pelo. Sin embargo, tal vez no debiéramos decirlo demasiado alto, ya que igual que hay perros que tienen el pelo corto y otros que lo tienen largo, resulta que hay humanos que no tienen pelo y otros que sí lo tienen. Y no, no me estoy refiriendo a los calvos y a los melenudos -que me los conozco-, sino a la hipertricosis, una afección muy rara detrás de la cual estaría el mito del Hombre Lobo.
La hipertricosis universal congénita, también conocida como síndrome de Ambras o del Hombre Lobo, no es una enfermedad como tal, sino una mutación genética que hace que quien posea este gen modificado, tenga pelo grueso como el del cabello por todo el cuerpo menos en las palmas de las manos y de los pies. Esto produce en los portadores una apariencia física peluda que se aproxima a la imagen que tenemos de un hombre lobo. Lo más gracioso del asunto es que aquí acaba la "enfermedad", ya que los portadores de esta modificación genética no se ven afectados por ninguna otra dolencia física y son perfectamente normales. No obstante, justamente aquí comienza su desgracia, no por su pelo corporal, sino por culpa de los prejuicios y la ignorancia del resto de humanos que, desde antaño, los han visto como un mera atracción de feria. Y eso, en el mejor de los casos...
Como he dicho anteriormente, la hipertricosis no afecta físicamente más allá del exceso de pelambrera porque es una modificación de un gen -aún no se sabe cual- que simplemente afecta al fenotipo (los rasgos externos) de la especie humana y que, encima, se transmite por herencia genética de forma dominante. Esto se traduce en que si los individuos tienen el gen, en el momento de reproducirse (afecta igual a hombres que a mujeres), sus hijos tendrán una muy alta probabilidad de tener hipertricosis, aunque el verdadero problema es el hecho de reproducirse, ya que el resto de la sociedad, poco menos que los repudia.
A pesar de que son personas absolutamente normales, solo que con pelo por todos lados, el conjunto de la sociedad, acostumbrada como está a ver la diferencia como algo malo, rechaza el contacto con ellos, como si fueran apestados. De esta forma, los afectados de hipertricosis se ven obligados a vivir solos o a circunscribirse al ámbito cercano de la familia. Evidentemente, las salidas laborales de esta gente, quedan reducidas al ámbito circense y poco más, ya que la sociedad, en general, les da la espalda simplemente por su aspecto físico.
Esta variación capilar, si bien se conoce desde antiguo, es extremadamente rara, ya que tan solo se han documentado una cincuentena de casos desde que en 1642 se publicó el primer caso de hipertricosis, cuando el caso del tinerfeño Pedro González fue nombrado por el naturalista italiano Ulises Aldrovandi en su obra Monstrorum Historia.
Pedro González, también llamado Petrus Gonzalvus o el " hombre lobo canario", fue un gentilhombre de Tenerife que vivió durante 44 años en la corte del rey de Francia, casándose en París con una dama de compañía de la reina Catalina de Medicis y donde tuvieron 6 hijos, 4 de los cuales tuvieron hipertricosis. Sus retratos se encuentran en el castillo de Ambras (Innsbruck-Austria), de donde se tomó el nombre de síndrome de Ambras para denominar esta afección. Según parece, descendía de menceyes guanches ( ver La modorra que acabó con los guanches canarios ) y sus nietos también la padecieron.
La extrema rareza de la hipertricosis desde antiguo, mezclado con que hay otras enfermedades, tal como la porfiria ( ver La dura realidad de los vampiros de carne y hueso ) o el hirsutismo, que también provocan un aumento del pelo por diversas causas, junto con el miedo ignorante y la repulsa social del resto de la población, sin duda se encuentran, para la desgracia de estas personas incomprendidas, detrás del desarrollo popular del mito del hombre lobo.
Sea como sea, las personas que tienen el gen de la hipertricosis, en el fondo no están afectadas de nada. No es ninguna enfermedad, ni se contagia, ni afecta en nada en sus facultades cognitivas ni físicas. Bien al contrario, estas personas son el ejemplo viviente de la evolución de las especies donde, dentro de una población específica, las mutaciones del ADN dan y quitan ventajas evolutivas a su libre albedrío. Ahora te tiñen de un color, ahora dan pelo, ahora te hacen bajito, ahora te hacen alto... y a pesar de que eso no tiene la más mínima importancia, seguimos discriminando, apartando o aislando a quien es diferente por simple ignorancia o miedo a lo que desconocemos.
Loquito estoy de que llegue el momento en que haya una mutación en nuestros genes que elimine la estupidez humana.