A casi cinco años de la salida de su disco debut homónimo, el trío bonaerense de música electrónica presenta Ganbare, trabajo editado por los sellos Casa del Puente (Argentina) y Raso Estudio (España).
Foto por Ariel Schlichter
"Dar lo mejor de uno. Hacer el mejor trabajo posible". Ése es el significado del término japonés que se pronuncia Ganbare y que Lujo Asiático eligió como título para su segundo trabajo discográfico.
Con nueve canciones instrumentales marcadas por climas que van del ensueño al pico de euforia, de la densidad emocional al frenesí del éxtasis, Ganbare se presenta como un disco hipnótico y estimulante. "Electrónica experimental de amplio espectro: entre el cuerpo y el cerebro, entre el escenario y el laboratorio", dirá Segundo Bercetche -parte del equipo que termina de armarse junto a Andrés "Chango" Serantes y Cristián García Laborde-, y tiene razón. Las canciones del nuevo álbum fueron macerándose al compás de los conciertos y las giras que realizó la banda tras lanzar su muy bien recibido disco debut, editado en digital en 2016 y en vinilo en 2017: "Algunos de los tracks nuevos conservan elementos del primer álbum: atmósferas fluorescentes y melodías enormes. Este nuevo disco introduce elementos clásicos de la electrónica pero desde una perspectiva propia, y tiene un halo ambient donde se suma un bombo y melodías épicas. Las capas de teclados crean un colchón de nubes felices interrumpidas por sidechains super precisos. Se podría decir que este álbum ambiental bailable es un tributo al éxtasis de Caribou, a la detallada producción de Jan Jelinek y al downtempo espacial de Boards of Canada", comenta la banda.
Grabado en vivo en los estudios ION en tan solo una jornada y media, el álbum fue posteriormente trabajado con el productor Ariel Schlichter durante más de un año y medio. Esta metodología de trabajo le brindó a los tracks una inmediatez y un pulso orgánico palpable que, en conjunto con el tratamiento delicado y detallista de la postproducción -la cual contó con el paso por los equipos analógicos de los estudios de la Red Bull Music Academy-, dio vida a un disco etéreo, de a ratos freejazzero, refrescante, bailable y lleno de nostalgia por un futuro en el que se pueda volver a compartir la música en vivo.