La compañía Apple, desobedeciendo la orden de un juez, se ha negado a desbloquear el mecanismo de seguridad del iPhone de un terrorista que en San Bernardino (California) mató a 14 personas, tal como se lo pedía el FBI.
La compañía alega razones de seguridad de sus clientes, basándose en el hecho que aceptar el desbloqueo en este caso provocaría probablemente otros usos del mecanismo para evitar el sistema de seguridad en otros casos no tan claros, e incluso en casos en los que no hubiese una razón objetiva para hacerlo.
Como no podía ser de otra forma, aparte todos los buenistas del mundo, organizaciones de la ONU y prácticamente todas las compañías electrónicas que tienen algo que ver con los móviles e internet no solo apoyan a Apple sino que han puesto el grito en el cielo por la maldad del FBI al intentar usar el móvil de un pobre terrorista para detectar a otras almas caritativas y bien intencionadas.
Estamos en la sociedad del Marketing que todo lo justifica y todo sirve para conseguir que la masa idiota se gaste su dinero en lo que conviene, y opine como interesa a cuatro señores. La sociedad que ha hecho que monstruos infumables como Miley Cyrus y muchos otros del mismo estilo se hagan famosos y que un niñato que engañó a todo el mundo en Madrid esté ahora en TV cobrando mucho más que el salario mínimo por minuto.
El sector electrónico en pleno que tanto se ha ofendido porque el FBI ha presionado a Apple para obtener datos de su cliente, no solo aceptan que los gobiernos de países como Arabia Saudita, Irán, China, Rusia y tantos otros controlen “on line” lo que sus ciudadanos hacen y dicen a través de los medios electrónicos, sino que en algunos casos llegan a colaborar con dichas dictaduras, ayudándoles a que su control sea lo más eficaz posible.
Y sin embargo, al mismo tiempo que colaboran con regímenes totalitarios, en vez de ayudar discretamente al FBI para obtener el máximo de información sobre actividades terroristas, aprovechan la ocasión para echar carnaza para que la masa idiota se escandalice y de paso todos los medios de comunicación hablen de ellos.
Estoy totalmente a favor de los derechos humanos porque son imprescindibles para poder vivir de manera civilizada, pero reniego de la frecuente aplicación totalmente pasada de vueltas de dichos derechos que supone la utilización de los derechos humanos para defender a los delincuentes, casi siempre con resultados perjudiciales para los ciudadanos honrados y más o menos legales.
Hace años leí el libro de Misha Glenny, antiguo corresponsal de la BBC en Moscú, que en 2009 fue best seller durante más de medio año. El libro se titula “Mc. Mafia, Seriously Organised Crime”. El libro es muy interesante porque repasa las organizaciones mafiosas de todo el mundo y sus métodos. En uno de sus capítulos más interesantes describe como en los años 70 la mafia americana, que es genuinamente americana y no italiana como en las películas, se desplazó de Chicago a Washington y dejó de contratar solo gorilas para hacerse con los servicios de los mejores abogados del país y los expertos en grupos de presión, pasando de la amenaza armada a la influencia política y legislativa. Desde que leí el mencionado capítulo del libro de Glenny estoy convencido que los criterios de dicha aplicación desorbitada de los derechos humanos, que siempre se inician en los USA, tienen mucho que ver con el cambio de estrategia de la mafia en los años 70.