Hipólito G. Navarro: El pez volador

Publicado el 14 diciembre 2016 por Libros Prohibidos @Librosprohibi2

Año: 2016
Editorial: Páginas de Espuma
Género: Colección de relatos
Valoración: Muy recomendable

No sé cómo os funcionará a vosotros la memoria. La mía, aparte de estar casi siempre de vacaciones, tiene un marcado carácter azaroso y necesita pistas para traer al presente lo que tiene que estar por ahí archivado en las mohosas circunvalaciones de mi sesera. Por qué os cuento esto; pues veréis, estábamos reunidos todo el equipo de Libros Prohibidos en una de nuestras sesiones de elección de títulos para reseñar –espero que el patrón me perdone por desvelar lo que sucede entre bambalinas–, que son un tanto peculiares porque usamos una catapulta medieval que arroja los libros con fuerza y, si uno te golpea, te haga daño o cosquillas, tienes que reseñarlo. Pues bien, a mí me dio de lleno este pez volador y me dejó una picazón en el occipucio, «de qué me suena este libro, de qué me suena este libro», me preguntaba mientras regresaba a casa después de la reunión de equipo. Cuando pude sentarme a leer, ya desde el primer relato lo reconocí al instante; ese señor con barbas, ese estilo enrevesado pero atractivo… Corrí a la estantería y allí estaba, mi ejemplar firmado del mismo libro pero editado ocho años antes. Ahora entenderéis el porqué de la queja inicial respecto a mi memoria, que es como un tío en Alcalá. La sorpresa fue grata porque de repente casi toda la obra apareció fresca en mi mente, cada relato que comenzaba me traía recuerdos muy vívidos; algo habría hecho en su momento Hipólito G. Navarro para dejarme tan bien grabadas sus ocurrencias. En definitiva, esta nueva edición de la obra no hace más que confirmar que aún están vigentes estos textos alocados que en su momento me hicieron pensar y sentir como pocos autores han conseguido.

Ha sido, pues, un feliz reencuentro con una forma de escribir que me reconcilió con Cortázar (del que hay mucho en la prosa de Navarro) y que me llevó a intentar la relectura de Rayuela. Pero dejo ya mis experiencias personales con la obra, solo quería recogerlas para dar testimonio, uno más, de lo que los libros hacen a las personas.

Estamos ante una antología de la obra de Hipólito G. Navarro a la que da título el habitante más fantástico de una bañera rebosante de fauna: un pez volador que es difícil de avistar y que no es más que una metáfora colorida de vete a saber qué. Toda una advertencia este título de lo que encontraremos. Veinte textos emparedados entre un sugerente prólogo y una entrevista con el autor que nos ayudará a explicar muchas de las conjeturas que podamos haber hecho durante la lectura acerca de por qué este hombre escribe de forma tan juguetona y desconcertante.

«El arte de Hipólito G. Navarro puede calificarse de barroco. Lo barroco no entendido como ornamento, y en esa medida prescindible, sino como lo que consiente la reunión de lo múltiple, complejo, contradictorio, dinámico, tenso, violento, dramático, exagerado, extremo. Es decir, aquel estilo que convulsiona su opuesto: lo clásico, el cual ejerce la reducción de la experiencia a una forma medida, serena, ordenada y pulcra. El espíritu barroco vive en la confusión, y brilla en la medida en que quiere retener en sus expresiones la mayor cantidad posible de realidad, la cual se le antoja esencialmente densa».

Esto dice Javier Sáez de Ibarra en el prólogo del estilo del autor. Estoy bastante de acuerdo, porque, si obviamos que al mencionado prologuista se le derramó sobre el folio el saco de los adjetivos, es verdad que lo confuso está, y de qué manera, en todas las piezas de esta antología. Se podría argumentar que, junto con el sexo como tema e hilo conductor y la ironía como tono favorito, constituiría la santísima trinidad de este autor que no te dejará indiferente.

El lenguaje que se utiliza en los textos tiene un doble plano que Navarro domina con soltura, lo coloquial y lo culto conviven sin darse mordiscos, se coordinan y cooperan para dar una pátina humorística, patética, luminosa o trágica a cada corte, según la intención del narrador. También creo necesario destacar el gusto por la experimentación formal, aquí de nuevo se atisba a Cortázar; de hecho, los relatos que más me han gustado son los que tienen apariencia de retales cosidos, de historias que nada tienen que ver entre sí y que en algún momento convergerán para desvelarnos su secreto.

Temas hay muchos en las líneas de El pez volador. Mucho sexo tratado con elegancia o socarronería, infancias crueles, absurdas formas de vivir la realidad, vidas a las que les faltan piezas, perdedores de andar por casa en los que nos podremos reconocer y a los que nos acercaremos desde la plataforma inestable que plantea el autor. Hay también mucha poesía en el pulso narrativo de Navarro, deja caer imágenes evocadoras y bellas, como si se le escaparan, aquí y allá, dejando un regusto agradable en la memoria.

De los veinte textos, he disfrutado especialmente de Ni a trescientos metros de las acacias, Las notas vicarias, A buen entendedor y el que da título a la antología, Sucedáneo: pez volador. Tendréis que leer el libro para escoger vuestros favoritos o que os escojan ellos a vosotros.

Toda una experiencia de lectura, unitaria en la calidad y cambiante en tonos, formas y temas. No se aburrirán, no, con estos disparates de cuentista curtido en mil batallas. Disfrutarán mucho los amantes del género narrativo breve porque creo que estamos ante un maestro del mismo, pero todos deberíamos pasar por obras así porque demuestran que exigir al lector y entretenerlo son asuntos compatibles.

Suerte en la búsqueda del pez volador.

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