Tal fue la repercusión de esa primera ópera compuesta por Rameau (con posturas a favor y en contra) que, habiéndose dedicado desde aproximadamente treinta años a la teoría musical y a componer música para clave, cantatas y motetes, decidió dedicar el resto de su carrera casi únicamente a la composición de obras dramáticas.
Hippolyte et Aricie, con libreto (embrollo, diría yo) escrito por el abad Pellegrin, se estrenó en 1733 y permaneció en el olvido desde 1767 hasta 1908 (¿no es como un milagro que una obra lleve 141 sin ser escuchada y que, de pronto, se represente?), versa sobre la historia del trasgresivo amor de Fedra por su hijastro Hipólito, está basada en Phèdre de Racine, aunque se realizaron algunos cambios en la trama y otros con el exclusivo objeto de adaptar el drama a las convenciones de la ópera francesa del momento: fundamentalmente la inserción de un prólogo en forma de conflicto entre divinidades paganas (a los franceses les gustaban las apariciones divinas, siempre por arriba, con descensos espectaculares- y las contiendas entre ellos, siempre utilizando a los humanso como conejillos de indias) y de una fête o divertissement, con sus coros, cantos y danzas, en cada uno de sus actos.
Es una música, la de Hippolyte et Aricie, y de la ópera barroca francesa en general, que puede parecer sosa y aburrida en una primera escucha, sobre todo si tendemos a compararla con la tradicional ópera barroca de estilo italiano -Haendel, Vivaldi, Scarlatti, Hasse- pero que conforme las audiciones se van sucediendo va revelando sus extraordinarias complejidades armónicas e incrementando nuestro disfrute. Os aseguro que vale la pena hacer un esfuerzo por la contrapartida que obtenemos a cambio, ya dijo Campra que había en esta ópera tanta música como para componer diez.
Os dejo un fragmento de la producción de Jonathan Kent para el Festival de Glyndebourne 2013, es una propuesta muy comestible, para algunos puede que incluso indigesta. el prólogo es una escena pastoral que se desarrolla en el marco de una nevera abierta (así es imposible negar que la propuesta es muy fresca), entre brocolis, salchichas, huevos... A la dirección no creo que le vayáis a poner peros, se trata de William Christie dirigiendo el Coro de Glyndebourne y la Orchestra of the Age of Enlightenmen. Es el primer trabajo para la escena de Rameau y, en esta ocasión, era también la primera vez que se ofrecía una ópera de Rameau en el Festival.
Más tradicional, aunque con una estética moderna, es la propuesta que se realizó en la Ópera Nacional de París por Ivan Alexandre en el año 2012 , escuchamos el aria de Aricie "Temple sacré, sejour tranquille" cantada por Anne-Catherine Gillet acompañada Le Concert d'Astrée y la dirección de Emmanuele Haim. Esta pieza es toda una joyita.
Y descansamos un poco de lo escénico para centrarnos en los musical, Les Musiciens du Louvre y Marc Minkowsky nos ofrecen piezas aisladas de Hyppolite et Aricie, grabadas en una Gala Rameau efectuada en el Teatro Châtelet con ocasión de la celebración de los 20 años de la creación citada orquesta.
Acte III, Ritournelle
Acte IV, scènes 3 et 4 : Choeur "Ô disgrâce cruelle"; Phèdre "Quelle plainte en ces lieux m'appelle" (Anne-Sofie von OTTER).
Acte II, scène 5 : Trio des Parques "Quelle soudaine horreur" (Cyril AUVITY, Jean-Sébastien BOU, Laurent NAOURI)
Acte III, scène 9 : Thésée "Quels biens !... Puissant maître des flots" (François LE ROUX)
Acte III, scène 1 : Phèdre "Cruelle mère des Amours" (Nathalie STUTZMANN)
Y para rematar la faena, dedicado a los alérgicos al estilo de canto francés, nada mejor que recurrir exclusivamente a la Suite orquestal de Hyppolite et Aricie, en este caso interpretada por La Petite Bande y Sigiswald Kuijken: