Autor: Vicente Rocamora Morales
Premisa:
Este texto ha formado parte del libro "Masonería cuestionada", que en su proceso de revisión para reeditarlo lo he sacado del libro, sin embargo entiendo que podría ser de interés para quienes se encuentran con esta cuestión, la interpretación luciferina del tercer grado masónico. Ya independizado este fragmento del libro, aprovecho para revisarlo.
Surgió de pronto y se extendió rápidamente, la relación entre la maestría masónica y el luciferismo; la anti- masonería y los medios de comunicación, están siempre dispuestos a "sacarle partido" a estos asuntos.
El argumento que relaciona a la masonería con el luciferismo, se limita a utilizar una especulación del ocultista Robert Ambelain en el libro El Secreto Masónico.
En cada acceso a un nuevo grado en la masonería simbólica, se realiza una explicación metafórica de lo que ese grado significa, de modo que tras haber completado las tres etapas de la masonería; los grados de aprendiz, compañero y maestro, así como el estudio de la simbología de cada grado, el masón está en condiciones de obtener la visión de conjunto de todo el sistema masónico.
Un sistema que funciona a través de la alegoría y del símbolo, el sentido pues de cada grado está limitado al simbolismo del mismo y a su leyenda propia.
En la leyenda al tercer grado de la masonería, muere Hiram de manos de tres compañeros que desean acceder a un conocimiento que aún no les es permitido tener.
A partir de aquí, se desarrolla todo el simbolismo del tercer grado y que consiste fundamentalmente, aunque se hayan hecho cientos de especulaciones acerca de este grado, en la narración de cómo se produce la pérdida de la palabra o de la condición indispensable para acceder a un estado superior de desarrollo.
Es cierto que Hiram sigue siendo el eje sobre el que se va a seguir trabajando a partir del tercer grado, pero seguirá siendo el elemento o la excusa sobre la que se plantearan temas no directamente relacionados con Hiram, de modo que sigue siendo un elemento secundario.
La idea de pérdida y necesaria restauración está también en el mito del "Grial", iniciado por la novela de Chrétien de Troyes y el personaje de Parsival. Y resulta interesante notar como el Grial se transforma en un mito universal y que va más allá de la novela de Chrétien de Troyes, para ser el objeto de búsqueda espiritual que ha llegado a la actualidad, pues adquiere ese aspecto arquetípico que toda idea de pérdida del nexo con una tradición antigua posee para el ser humano. Una especie de melancolía que comparten todas las tradiciones espirituales esotéricas y exotéricas.
La interpretación simbólica que hace Ambelain, en su libro, y que es la fuente de esa idea según la cual el tercer grado es un grado luciferino, no está fundamentada en la leyenda de grado, sino que se trata de una interpretación muy libre del personaje Hiram.
Ambelain expone una hipótesis muy personal en relación con la figura de Hiram, mas la leyenda del grado es anterior a esta hipótesis que si bien es sugerente, no tiene nada que ver con lo que la masonería universal considera coherente con el sistema.
Ambelain fue un personaje muy relacionado con distintas Ordenes Esotéricas y Gnósticas y su eclecticismo acaba provocando la mezcla de conceptos.
Fue Gran Maestro Mundial del Rito Memphis-Misraim, sustituido por Gérard Kloppelel primer día del año 1985 y miembro también, de otras sociedades como la Iglesia Gnóstica Católica, o el Martinismo, (siempre ha habido una estrecha relación entre estos tres sistemas, el Martinismo, la Iglesia Gnóstica y Memphis-Misraim).
Un error muy común en quienes practican diversos sistemas esotéricos, es mezclarlos, cada escuela esotérica desarrolla su propio sistema de aprendizaje y comunicación de sus propias doctrinas o convicciones, la mezcla de diversos sistemas de escuelas o sociedades diferentes, sólo consigue crear confusión y error; dificultando la comprensión de los distintos sistemas esotéricos.
Un rosacruz que aplique el rosacrucismo en la masonería (por poner un ejemplo muy típico), no encontrará en la masonería aquello que la masonería le puede aportar y viceversa, esto se puede aplicar en general al resto de sistemas.
Ambelain es un esoterista que como ocurre con otros muchos, como por ejemplo Max Heindel, distorsionan lo que analizan, porque son víctimas de sus prejuicios, de sus deseos e idealizaciones y sus delirios en algunos casos, especulaciones basadas en creencias de otras tradiciones, etc.
Por ejemplo, Max Heindel, en su libro "Cristianismo Rosacruz" comienza hablando de tres teorías que quieren explicar el motivo y justificación de nuestra existencia, cito:
"...1. - La Teoría Materialista, que sostiene que la vida es una jornada de la cuna a la tumba; que la mente es el producto de la materia; que el hombre es la inteligencia más elevada del cosmos y que la inteligencia perece cuando el cuerpo se disuelve al morir.
2. - La Teoría Teológica, que afirma que a cada nuevo nacimiento un alma recién creada entra en la arena de la vida, acabada de hacer por la mano de Dios; que al final de un corto intervalo de vida en el mundo material pasa a través de las puertas de la muerte al invisible más allá y allí se queda; y que su felicidad o miseria allí queda determinada por toda la eternidad por su creencia anterior a la muerte.
3. - La Teoría del Renacimiento, que enseña que cada alma es una parte integrante de Dios, la que está desarrollando todas las posibilidades divinas, así como una simiente desarrolla a una planta; que por medio de repetidas existencias en cuerpos terrestres de creciente perfección, va desenvolviendo lentamente dichos poderes latentes, convirtiéndolos en energías dinámicas; que ninguno se pierde, pues todos los Egos realizarán, por último, la suprema perfección y reunión con Dios, llevando consigo la experiencia acumulada que es el fruto de su peregrinaje a través de la materia.
Comparando la teoría materialista con las leyes conocidas de la Naturaleza, encontramos que es contraría a tan bien establecidas leyes, como las que declaran que la materia y la fuerza son indestructibles. De acuerdo con esas leyes, la mente no podría que dar destruida al morir, como dice la teoría materialista, porque cuando nada puede destruirse debe comprenderse también e fuera cierta, nuestra percepción interior debería sufrir también un cambio idéntico, sin conservar memoria alguna de lo que precedió a ese cambio; así que nadie podría recordar ningún suceso más de siete años. ..." Heindel rechaza la teoría materialista sin aportar más argumentación que la citada anteriormente y continua:
"...La teoría materialista tiene otros muchos defectos que la hacen indigna de ser aceptada; pero ya hemos dicho lo suficiente para que la rechacemos justificadamente y dirijamos nuestra atención hacia las otras dos. ..."
De este modo zanja la cuestión. Obviamente, todos aquellos que poseemos convicciones de índole metafísica, pensamos que la inteligencia casual, no puede explicar la inquietud espiritual.
Pero en todo caso, querer hacer luz sobre una cuestión, rechazando sin el menor argumento una hipótesis tan importante, revela lo tendencioso del escrito.
Luego; dirige su atención a la hipótesis teológica, pero limitándola al cristianismo. "...Una de las mayores dificultades de la doctrina teológica, es su completa y confesada insuficiencia. De acuerdo con su teoría, de que se crea un alma nueva en cada nacimiento, deben haberse creado ya millones de almas desde el principio del mundo (aun cuando ese principio haya tenido lugar sólo 6.000 años atrás). De ellas únicamente, según ciertas sectas se salvarán 144.000 y el resto irá al tormento por siempre jamás. Y a eso se le llama el "Plan de Salvación de Dios" y se lo exhibe como una prueba de Su admirable Amor.
Supongamos que se recibe un mensaje radiotelegráfico de Nueva York, indicando que un gran transatlántico está hundiéndose en el Sandy Hook y que sus 3.000 pasajeros están en peligro de ahogarse. Si se enviara un pequeño y ligero bote automóvil en su ayuda y lograra salvar a dos o tres, ¿consideraríamos eso como un magnífico y glorioso plan de salvación? Ciertamente que no. únicamente cuando se enviaran los medios adecuados para salvar a la gran mayoría por lo menos, podría decirse que era un buen plan de salvación.
Y el "plan de salvación" que ofrecen los teólogos, es peor aún que el enviar ese botecito automóvil para salvar a los pasajeros del transatlántico, porque dos o tres es una proporción de salvados sobre el total de 3.000 mucho mayor que 144.000 salvados de todos los millones de almas creadas según los teólogos.
Si Dios hubiera realmente formulado ese plan, es muy lógico que no sería omnisciente, y si permite que el diablo recoja la mejor parte, según se deduce de esa doctrina, y deja que la gran mayoría de la humanidad sea atormentada por siempre, no puede ser bueno. Si no puede ayudarse a sí mismo no es todopoderoso. En ningún caso podría ser Dios. Tales suposiciones son, sin embargo, completamente absurdas como cosas reales, porque ese no puede ser el plan de Dios y es una gran blasfemia atribuírselo. .."
Sorprende, que quien está dispuesto a creer en las reencarnaciones, no pueda creer que sea posible la creación de 6000 almas, pero además; las alusiones que hace, acerca de los 144.000, de los tormentos eternos, etc; muestran a alguien que jamás ha leído los evangelios ni estudiado acerca de ellos. No al menos, sin usarlos para justificar sus prejuicios. Por otro lado, es una mala práctica de un esoterista tomar literalmente un texto bíblico o una exegesis ajena, tomándola como la fuente original con la que hacer su propia exegesis, y hacer una interpretación simbólica de esos mismos textos sagrados o bien literal cuando le interesa.
Pero a donde Heindel quiere llevarnos burdamente, pero lo suficientemente convincente para las exigencias de los esotéricos contemporáneos, es a la teoría de la reencarnación. "...Si, dirijamos nuestra atención a la doctrina del Renacimiento (encarnación en cuerpos humanos), que postula un lento proceso de desarrollo efectuado mediante la persistencia más decidida por medio de repetidos renacimientos en formas humanas de creciente eficiencia, por medio de lo cual todos los seres alcanzarían a su debido tiempo alturas de inconcebible espiritualidad para nuestro entendimiento actual limitado, podremos percibir su armonía con los métodos de la Naturaleza. Por todas partes se encuentra en la naturaleza esa lucha lenta y persistente por la perfección; y en ninguna parte encontramos ningún proceso súbito, bien sea de creación o de destrucción, análogo al plan que los teólogos y los materialistas pregonan. ..." Y es cuando viene la pregunta.
¿Cree el cristianismo en la reencarnación?
Obviamente no. En los evangelios no se menciona la reencarnación para nada, todo lo contrario, según los evangelios, la persona al morir, queda en sueño hasta el regreso de Cristo.
Toda la doctrina cristiana está supeditada al regreso de Cristo y a la resurrección de los cuerpos. Si tuviéramos que darle crédito a Hendel, en relación con su interpretación del cristianismo, tendríamos que considerar que el cristianismo cree en la reencarnación. El cristianismo considera que cada persona posee una individualidad y que tras la muerte ha de estar esperando al día de la segunda venida de Cristo, momento en el que la persona resucita en cuerpo y alma.
Por otro lado, la idea que los creyentes occidentales en la encarnación, tienen de ella, es la de que una persona, nace y muere repetidas veces; sin embargo, ese concepto de reencarnación, no lo tienen ni siquiera los budistas tibetanos, para los cuales, lo que reencarna no es la misma persona que muere, si no "el efecto" por decirlo de algún modo sencillo, causado por la misma.
El monje tibetano Sogyal Rimpoché, en su libro "El libro tibetano de la vida y la muerte"; un libro de gran difusión hace algunos años. Dice algo al respecto:
"... ¿Es exactamente la misma persona que aquella que se reencarna? Sí y no. Su motivación y su dedicación para ayudar a todos los seres, es la misma, pero de hecho no es la misma persona. Lo que pasa de vida en vida es una bendición, lo que un cristiano llamaría "gracia"..."
Seguir comentando el libro de Heindel es absurdo, pues ya en su inicio se evidencia la contradicción y el poco rigor de este esoterista. Ambelain y Heindel, son como estos esotéricos, que Umberto Eco "retrata" en la novela El péndulo de Foucaoult, pero que poseen un gran atractivo para las masas de aficionados a los temas de misterios y al esoterismo cercano a la mística, como es el caso también de Carlos
Castaneda, que a pesar de haber quedado en evidencia como un fraude, tuvo y sigue teniendo incondicionales a su doctrina y sin duda alguna seguirá teniéndolos en el futuro.
En el capitulo segundo del libro de Ambelain, titulado El Secreto Masónico, se puede leer la historia que Ambelain relata en relación a Hiram, realizando una versión muy particular del mito, y solo tiene que ver con la leyenda del tercer grado masónico, en el hecho de que el protagonista de la leyenda es el personaje Hiram, fundidor de metales.
En la leyenda del tercer grado masónico, Hiram carece de importancia, y su árbol genealógico aún menos. Lo relevante en él la leyenda de grado, es la imposibilidad de transmitir una palabra cualificadora, a alguien no capacitado aun. Y también de cómo el ambicioso ignorante destruye al portador de la palabra, haciendo que esta palabra desaparezca definitivamente.
Esta leyenda de grado, hace alusión, en mi opinión, a la pérdida de la información necesaria, para acceder al conocimiento en un nivel superior de consciencia, debido a la ignorancia e imperfección humana. Tiene, junto a la narración del Génesis, el objetivo de dar a entender, que buscamos el modo de reconstruir lo que fue perdido o roto.
El grado de maestro, tiene mucho más que ver con un aspecto escatológico de la masonería al aludir a la muerte. La alusión al estado en el que la consciencia del iniciado ha estar en ese momento, el acceso truncado a un nivel superior de consciencia nos suguiere la idea de trascendencia de la consciencia individual tras la muerte física y recuerda los requisitos que se exigen al difunto en el Antiguo Egipto para ser recibido en el otro mundo, como podemos leer en el Libro de los Muertos.
La muerte como elemento simbólico no significa el fin, si no la transformación; de modo que el maestro masón, al morir simbólicamente, muere para transformarse en un ser distinto espiritualmente, pero esa transformación se trunca, por el hecho de que se produce sin el conocimiento de la palabra que le daría paso a ese nivel más elevado o completo, el maestro masón muere en un estado aun incompleto.
La cámara de maestros es una cámara de espectros que buscan en otro tipo de existencia, el acceso perdido a un nivel superior de consciencia o lo que sería lo mismo, a nuestra propia naturaleza divina o sagrada. Aquí en esta cuestión, al hablar de nuestra consciencia divina, alguien podría llegar a la conclusión, de que se alude al luciferismo, ya que el luciferino se constituye a sí mismo como su propio Dios.
Sin embargo, es Dios según el Génesis quien crea al ser humano a su imagen espiritual y en semejanza en cuanto a sus cualidades y por consiguiente, el aspecto divino de la naturaleza humana es obra de Dios, perdida y olvidada entre las sombras de nuestro propio Ser.
Al hacer yo esta exposición, equivocada quizá, estoy haciendo lo mismo que hace Ambelain al interpretar el personaje de Hiram, me limito a dar rienda suelta a mi especulación.
Se podría decir, que la cámara de maestros incita a investigar lo relacionado con la muerte y de la superación de la misma a través de la palabra redentora, que nos transporta a un estado espiritual superior. En cualquier caso, en mi opinión, es la muerte el material de trabajo del maestro masón, y de como la recuperación de la palabra perdida, nos liberaría de la misma.
Entre la leyenda del tercer grado masónico, y la teoría de Ambelain, no hay nada mas que una especulación simbólica, que por muy respetable que sea, no posee puntos de convergencia y no menciona para nada ni la a la ceremonia de pase a maestro, ni a la leyenda de grado.
Y siendo la leyenda lo que le da contenido al grado, la lectura de Ambelain hay que verla como una visión al margen de lo genuinamente masónico.