HISTORIA BEATLE [XXIX]: OTRO CAPÍTULO DE LA LEYENDA NEGRA. Beatles, diversionismo ideológico y censura en Cuba.

Por Lennon01

A comienzos de los años '90 una multitudinaria reunión en el Parque Menocal de El Vedado, La Habana, Cuba, sirvió para rendir un postergado homenaje a John Lennon en tierras de la isla caribeña. La memoria popular convirtió ese lugar en el Parque John Lennon, un nombre que no es oficial, pero sí usual. El 8 de diciembre de 2000, a 20 años de la muerte de Lennon, el gobierno cubano, encabezado por el propio Fidel Castro, inauguró en ese parque, una escultura en memoria del Beatle, en la cual aparece sentado en un banco de plaza, esperando que se le sienten al lado para entablar esa conversación que todos hemos imaginado haber podido tener con él. El autor de la obra es el cubano José Villa Soberón, quien incluyó además una plaqueta de mármol con la inscripción: Dirás que soy un soñador, pero no soy el único. En la inauguración el escultor declaró haber querido homenajear a un 'contestatario cargado de demonios y sueños'.

En 2011, a pocos metros del monumeto a John Lennon, abrió sus puertas un local nocturno llamado Submarino Amarillo. Se trata de un club en el cual el leit motiv es la música de The Beatles y no se escucha ni salsa ni reggaeton. Claro está, pertenece al Estado, dependiendo del Ministerio de Cultura. Su director artístico es Ernesto Juan Castellanos [estudioso de The Beatles y autor de varios libros al respecto], quien ha sostenido que la inauguración de la escultura en homenaje a Lennon fue una forma de decir lo sentimos, las cosas van a cambiar. Según Castellanos, las cosas han cambiado, 'ya tenemos un centro oficial del Ministerio de Cultura'.

¿Cuál es el por qué de estos dichos? Sin duda hay voces que opinan que estas cosas no configuran ningún favor y solamente expresan lo que es y nunca debió haber sido [What Is And What Should Never Be, como reza el título del tema de Led Zeppelin]. Se refieren a la censura que jamás debió existir y que no ha implicado únicamente a The Beatles, sino que abarcó un amplio espectro de artistas cubanos y extranjeros que resultaron radiados de la difusión en Cuba por décadas.

Debemos retrotraernos a los primeros años de la Revolución triunfante en Cuba, para poder enmarcar un proceso que, como se ve, se interna en el siglo XXI y donde, desde luego, cultura y política se entrelazan fuertemente.

El triunfo de la Revolución contra el dictador Fulgencio Batista en 1959 no solamente cambió los aspectos políticos y socioeconómicos de la isla, sino que también la emprendió con los culturales. Las manifestaciones culturales que no fueran abiertamente pro revolucionarias fueron dejadas de lado. Los propios artistas cubanos fueron siendo relegados si no eran afectos a la Revolución o si se les vinculaba con el pasado pre revolucionario. Ernesto Lecuona fue uno de los primeros desplazados aún siendo presidente de la Sociedad Nacional de Autores Musicales de Cuba [o quizás precisamente por eso]. Siguieron Celia Cruz, Olga Guillot, Ñico Mambiela, entre otros. La lista se iría acrecentando con el paso de los años y pasaría también al ámbito internacional.

Celia Cruz Olga Guillot

Las actuaciones en vivo o las emisiones radiales fueron los modos de acceso a los artistas, ya que la industria fonográfica dejó de existir en 1959, hasta que se retableció por medio del catálogo del sello ruso Melodiya y del cubano EGREM [Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales] que fuera fundado en 1964. Por supuesto que el Estado ejercía total control tanto sobre las grabaciones como sobre las emisiones.


Del mismo modo, se creó en 1962 el Instituto Cubano de Radio y Televisión [ICRT], encargado del control de las emisiones radiales y televisivas por los distintos canales estatales. Tanto las empresas grabadoras como las emisoras previas a la Revolución fueron estatizadas.


El fuerte control sobre la difusión de los bienes culturales y artísticos implicó la existencia de una severa censura que, no obstante, nunca constó por escrito. Sin embargo, las prohibiciones tácitas de determinados artistas, funcionaron casi automáticamente.


Ya en el ámbito internacional, las prohibiciones alcanzaron, en diversos momentos, a cantantes como Julio Iglesias, Roberto Carlos, Raphael y José Feliciano, aún a Carlos Santana.

Capítulo aparte mereció la música de origen anglosajón, cantada en inglés, que fue rápidamente asimilada con el imperialismo enemigo, como penetración cultural y diversionismo ideológico. En esta sección, The Beatles ocuparon un lugar preponderante, ya que fueron los que concentraron la atención y el entusiasmo joven durante los primeros tiempos de la Revolución en el poder. Pero aún así, en 1981 desde las páginas de
El Caimán Barbudo se escribía que se prefería eludir a la banda británica Queen porque era portadora de demasiados tatuajes ideológicos.

Pero también llegó a afectar la vida cotidiana y el aspecto personal. Cualquier elemento de parentesco con las 'nuevas olas', lo que comenzó a llamarse la 'música moderna' y sus modas, resultaba cesurable desde los ámbitos de poder y de los comisariados en sus diversos espacios de aplicación.

Cuenta Eloy A. González en "Los Beatles, Cuba y los que querían la Revolución", acerca de los alcances de la censura social. No había música de los Beatles, nada de Beatlemania y sí atención a las conductas desviadas, corte de pelo, pantalones ajustados, pullovers o playeras con rayas transversales, jazz, jeans o pitusas y un largo etcétera. Para todo esto y más estaban el manido asunto del diversionismo ideológico; si no se podía hablar de conductas inapropiadas o contrarrevolución.

Relata dos anécdotas vinculadas: Terminando el curso de 1966, alguien se me acercó para decirme que un zapatero en su barrio hacía botines de los Beatles a partir de botas de trabajo o militares. Como ya tenía dos pares de botas que me dieron junto a los nuevos uniformes, me llegué al barrio de Santos Suárez y por un precio muy bueno en una semana tenía mis botines, imitación de la que usaban los Beatles, que bien pulidos eran todo un acontecimiento; pronto me di cuenta de que no debía mostrarlos. También por ese tiempo me dieron la información de que en el edificio Alaska en la Rampa una persona hacía excelentes copias de discos de los Beatles, que llamaban 'placas'. Allí fui pero en los dos apartamentos que toqué "nadie sabía nada de estas placas".

Esta consideración de las conductas inapropiadas partía del propio poder. Fidel Castro ya había advertido en su
discurso en la clausura del acto realizado el 13 de marzo de 1963 en conmemoración del sexto aniversario del asalto al Palacio Presidencial, acto realizado en la escalinata de la Universidad de La Habana:

Porque, señores, no se olviden de esto, sobre todo ustedes, jóvenes; no se olviden de esto, ténganlo siempre presente:que al igual que la Revolución une lo mejor, lo más firme, lo más entusiasta, lo más valioso; la contrarrevolución aglutina a lo peor, desde el burgués hasta el mariguanero, desde el esbirro hasta el ratero, desde el dueño de central hasta el vago profesional, el vicioso; y todo ese elemento se junta para dar batalla a la ley, y a la Revolución, a la sociedad, para vivir de vagos, para estorbar.Todo, lo peor, se junta.No lo olviden nunca, no lo olviden nunca.

(DEL PUBLICO LE DICEN:"¡Los flojos de pierna, Fidel!", "¡los homosexuales!")

¡Un momento!Es que ustedes no me han dejado completar la idea (RISAS y APLAUSOS).Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes "elvispreslianas", y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.

Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución.Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS).La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. ¿Jovencitos aspirantes a eso?¡No!"Arbol que creció torcido...", ya el remedio no es tan fácil.No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no!


Ese clima de contralor de la cultura y los comportamientos personales se traducía en las radios y televisoras oficiales en una absoluta prescindencia de lo que Fidel Castro atribuía a lo peor, desde el burgués al mariguanero.


Una anécdota contada por Alejandro Ríos en El Nuevo Herald, en 2009, involucra al propio Castro aunque algo más benévolamente. Dice:

Me viene a la mente cierta tarde sentados a la salida de la secundaria básica, cuando trinábamos de alegría con el álbum Meet The Beatles recién traído por el padre marino mercante de uno de los estudiantes. Habitualmente nuestro barrio era mostrado por Castro a delegaciones extranjeras como un plan de viviendas ejemplar, auqneu su gobierno no lo hubiera construido. Ese día el dictador llegó con su alboroto de autos y seguridad personal, fue directo a congraciarse con los alumnos y no atinamos a esconder el LP. Noté que supo disimular su sorpresa y luego de algunas boberías condescendientes dijo, mirando al disco, que hacían buena música aunque no le gustaba el pelo largo.


Hay quienes han opinado que la censura en general y a The Beatles en particular se ve justificada por las circunstancias históricas. Ven el fenómeno como una lógica autodefensa de Revolución y de la visión de lo anglófono como armas ideológicas del imperialismo. Apoyándose en el episodio de Bahía de Cochinos, de 1961, consideran una reacción esperable la represión de todo lo proveniente del norte imperial, entre ello, el rock, los pantalones ajustados, el pelo largo, etc.

En una entrevista que le hizo Paquita Armas Fonseca en 2011, Vilar amplía estas consideraciones. A su parecer, no se tiende a ver la etapa de la censura de los Beatles en Cuba en relación directa con los sucesos de Playa Girón o de la crisis de octubre. Mientras nosotros estábamos ocupados por el cambio que dieron los Beatles del disco Rubber Soul para el disco Revolver, nuestros mayores tenían sobre sus hombros inmensas responsabilidades por la supervivencia de Cuba como nación independiente, por lo que estos cuatro peludos, con pantalones apretados y cantando en 'el idioma del enemigo', no tenían que ser bien vistos por quienes no comprendían su significado como hecho cultural indiscutible, una valoración a la que se ha llegado con el paso de los años.


Estas posiciones se vieron en 1996 cuando se realizó en La Habana el primer Coloquio Internacional sobre la Trascendencia de los Beatles. En ese encuentro el tema más recurrente fue el de la censura a The Beatles durante el Quinquenio Gris y el de la censura en general.


El encuentro contó con el apoyo de la Unión Nacional de Escitores y Artistas de Cuba [UNEAC], organización de tipo gremial pero presidida por un funcionario de rango del Estado.

A las consideraciones justificatorias de la censura como autodefensa, se contrapusieron otras argumentaciones. Una expositora, Yolanda Valdés, habló sobre Los Pacíficos, la primera banda que tocó música de The Beatles en Cuba, banda hoy ya desaparecida. Calificó los '60 como
una ola de infortunio para los jóvenes cubanos. Agregó que hay que ser honestos con la historia. La prohibición de los Beatles fue una represión espiritual que se llevó por dentro. El ejemplo de Los Pacíficos ilustraba qué pasaba con los rockeros y aún pasa con muchos: Los Pacíficos nunca llegaron a presentarse en un teatro. Ya han dejado de existir, pero son representativos de la historia de los rockeros cubanos que, salvo raras excepciones, nunca abandonan el nivel subterráneo.


En el encuentro se marcó la contradicción entre la prohibición y el mensaje trasmitido por The Beatles, ya que lo que ellos pregonaban no era contrario a los ideales revolucionarios. Hasta que se coteja con las actitudes vitales, ya que el uso de drogas, la libertad sexual y la rebeldía frente al establishment no fueron bien vistos en una sociedad que se mostró rígida en esos aspectos.

A modo de menguar la gravedad de la censura, se planteó también la bifurcación en las medidas de lo que se ha llamado el 'camino sectario' de los primeros años, en el cual las hubo 'correctas' y 'absurdas' [autocrítica atribuída a Ernesto Che Guevara] y también la posible malinterpretación de los límites.

Entre los escapes por los intersticios que siempre existen, se cuentan algunos programas radiales, muchos de los cuales estuvieron a cargo de Guillermo Vilar, especialista en Rock y en The Beatles, cultor del mejor Rock Progresivo [ELP, Yes, Pink Floyd]. Según cuenta a Paquita Armas Fonseca en la entrevista antes citada, uno de los programas que condujo en la década de los '80 a los '90, representó para el cubano amante del rock una posibilidad concreta de conocer el quehacer de los grandes mitos del rock anglosajón desde la perspectiva de la Revolución, escrito en cubano por otro cubano igual que ellos.

Esa consideración perspectivista se conjuga luego con una mención más 'didáctica':
debes respetar al pueblo para el que trabajas, ya que estamos encargados de satisfacer sus necesidades espirituales, una responsabilidad que va más allá de la labor cotidiana.

En relación al tema de la censura a The Beatles y la rectificación con la inauguración del monumento a Lennon se expresa:
creo que la estatuta representa la definitiva armonía con los Beatles en el contexto de la cultura cubana. No podía ser de otro modo, en una Revolución marcada por los principios humanistas que la distinguen. Tan es así, que se ha abierto El Subamrino Amarillo, centro cultural de ARTEX. [...] En ese entorno beatlemaniaco nos encargamos, como directores artísticos, Ernesto Juan Castellanos, escritor de varios libros acerca de los Beatles y Cuba y un servidor.

Sin embargo, sí que fue responsabilizado un solo hombre por todo eso. Si bien desde el comienzo mismo del gobierno revolucionario hubo censuras - como quedó dicho al principio - a través del ICR, luego ICRT, se atribuye al período de 1966 - 1973 ser el más oscuro a este respecto. Y se lo personaliza en un hombre, Jorge Serguera, conocido como
Papito.

Serguera era abogado de profesión y tuvo destacada actuación como abogado de los perseguidos por el gobierno dictatorial de Batista. Debió emigrar a Estados Unidos, tras lo cual se unió a las fuerzas revolucionarias castristas. Triunfante la Revolución, integró muchos Tribunales Revolucionarios que condenaron a muerte a muchas personas. Luego fue un muy joven embajador de Cuba en Argelia y el Congo. En 1966 se lo designó para dirigir el ICR. Serguera se definía como un hombre que no tenía vocación alguna por los medios masivos, ni de escritor, ni de guionista, ni de director, ni de fotógrafo. De hecho, se opuso siempre a los intelectuales, abogó por la eliminación del término y de paso los intelectuales mismos y fue acusado de llevar adelante en el ICRT una política de marginación de homosexuales e intelectuales, acusándolos en ocasiones de contrarrevolucionarios y haciéndolos recluir en la unidades militares UMAP.

Serguera aseguraba, en una entrevista que le realizó Ernesto Juan Castellanos para su libro John Lennon en La Habana with a little help from my friends [Ediciones Unión, 2005], que al asumir en el ICRT afectó muchos intereses. La programación respondía a interesespersonales y ello generó problemas que luego fue difícil combatir y suprimir. [...] Un grupo de compañeros y yo organizamos la estructura del ICR en pos de una mejor calidad de la programación y acabamos con el caudillismo, la jefatura, los dueños de programas y los amles que persistían. [...] Cuando yo comencé en ICR allí había mucho desorden, porque todo el mundo se sentía dueño de aquello. [...] Establecer nuevas reglas de funcionamiento y organización dio lugar a la desaparición de los mediocres.

Según él, la música moderna, al ser considerada diversionismo ideológico, por gente de la dirigencia. Había dirigentes nacionales que estaban en contra, no de ellos [The Beatles] sino de la llamada 'música moderna', que había cambiado los timbres y las sonoridades de cuando éramos adolescentes. Y había otros que estaban en contra de la música cantada en inglés, porque según ellos deformaba la ideología. Era gente con mucha autoridad. Era una presión increíble porque era una presión poderosa.

En ese contexto se produce un episodio que involucra a Silvio Rodríguez, quien en el programa televisivo en el que cantaba, manifestó al aire que se inspiraba en The Beatles. Dice Serguera:
Silvio hizo una apología de los Beatles en el programa. [...] ¡Si él estaba allí para tocar su guitarra y tocar sus canciones, ¿por qué tenía que buscarme líos con los Beatles?! Elmúsico resultó suspendido temporalmente. Continúa Serguera: Si tú estás para cantar, no me des esos criterios. En un tema tan candente como era en esos momentos el de la música moderna, que tú te me bajes con una apología de los Beatlesd a través de un medio masivo, ¡y en vivo! Si hubiera sido un programa grabado y hubiera tenido tiempo para corregirlo, le hubiera dicho: "se te fue la mano aquí".

Se justifica, cuando le pregunta Castellanos si en aquel entonces a él le gustaba el Rock'n'Roll y la música en inglés.
¡Pero claro! Mira, yo vivía en Nueva York antes del triunfo de la Revolución y oía mucho rock and roll. Ahora, te estoy diciendo que el problema no se estaba planteando en el terreno de la música, sino de la política. Y yo no tenía nada que ver con eso, pero tenía que responder disciplinadamente a los problemas políticos, porque uno es revolucionario.

Libros de Ernesto Juan Castellanos. El Sargento Pimienta vino a Cuba en un Submarino Amarillo [2000] y John Lennon en La Habana with a little help from my friends [2001]

Las conclusiones resultan, cuando menos, asombrosas. Le pregunta Castellanos: Cuando usted comenzó a dirigir el ICR ya se estaba produciendo un cambio en la política cultural y se estaba comenzando a divulgar algo de música en inglés.

Contesta: No, eso no es verdad [...] Cuando yo llegué fue todo lo contrario. [...] Los problemas culturales, cuando se ven impactados por la política, conducen a errores. Ahora bien, los problemas políticos son fundamentales antes de los culturales. La defensa de la Revolución lleva a decisiones que son acertadas o desacertadas. Toda decisión en la política es coyuntural. [...] ¿Qué ocurrió entonces? Se estableció la práctica - porque no fue una directiva o una resolución gubernamental - de que si un cantante se iba del país lo prohibían en la radio. Por eso, antes que los beatles, los primeros prohibidos fueron grandes cantantes cubanos como Orlando Vallejo, Celia Cruz y Olga Guillot.

Responde: No existía tal política en la Comisión de Orientación Revolucionaria. Esa tuve que elaborarla yo con la gente que me ayudó en la estructura del ICR. [...] El problema es que aquello se convirtió en ley, a lo mejor de la COR, a lo mejor del Partido Comunista de Cuba. Y hubo sanciones a los jóvenes y hasta gente separada de la UJC y del PCC. Y ello también valía para el pelo largo. [...] Los Beatles eran, de una manera u otra, representantes de una música cuyas tonalidades habían cambiado en relación con las anteriores. Entonces se me quiso ver como enemigo de la llamada música moderna.


Jorge 'Papito' Serguera falleció en el año 2009. La entrevista fue concedida en el año 2001.


Un capítulo más de la Leyenda Negra de The Beatles que tanto puede haber quedado cerrado como no, ya que muchos consideran como oportunismo su 'rehabilitación', así como el testimonio de una censura global que ocurrió y nunca debió haber existido.

Aún nos quedan más episodios de esta larga leyenda, que seguiremos trayendo a los amigos de ABBEY ROAD.