Revista Cultura y Ocio

HISTORIA BEATLE [XXXVII]: The Beatles entre el desprecio y la manipulación propagandística del Régimen Franquista. España, julio, 1965.

Por Lennon01

El propio periodista afirma haber grabado personalmente el concierto con un equipo rudimentario [grabador Grundig de 1/4 de pulgada, con 4 micrófonos AKG y un pequeño mezclador] poniendo directa y disimuladamente los micrófonos a las salidas de los parlantes del concierto. No obstante eso, sostiene que El disco es de lujo, con libreto de puta madre, portada preciosa y calidad técnica acojonante. El disco lleva por título The Beatles: 2 de julio de 1965, Concierto En Madrid y se hizo una edición limitada de 1000 copias en vinilo más un CD, todo por €29.90. De más está decir que las ventas se dispararon en cuanto se libró al público. Pero de la misma manera y con la misma rapidez, se desató la polémica, ya que pronto se puso en tela de juicio la autenticidad de la grabación.

Las críticas que se le han hecho motivaron que fuera retirado de las plataformas de ventas de Internet, aduciendo que las pistas grabadas no corresponden al concierto de Madrid, sino que se habría hecho una mezcla con los conciertos en París [Palais des Sports] y en Japón, [Budokan] y que se le habrían agregado efectos, como fades al principio y al final de cada tema, para evitar los agradecimientos o las presentaciones de los propios músicos hablando en francés. Por otro lado, también se cuestiona que las palabras que McCartney dice en español provengan de ese concierto y se las identifica con palabras auténticas de McCartney en España, pero en un concierto de 1989 en el Palacio de Deportes de Madrid. Ni siquiera se adjudica veracidad a las palabras de presentación de Torrebruno [showman, actor, cantante y presentador cómico italiano arraigado en España], ya que muchos sostienen que no fueron las que en verdad dijo en aquella ocasión sino regrabadas a pedido de Álvarez, ya que las originales dichas en 1965 y recogidas por el noticiero No-Do no estaban en buenas condiciones de audio. También sostienen otros que Torrebruno se negó a regrabar aquello. Mientras tanto, esta edición del concierto de Madrid , sea tanto auténtica como falsificada, se ha convertido ya en una pieza de colección apetecible para los adeptos a atesorar cualquier objeto Beatle.

El disco publicado por Álvarez, que ha sido sometido a comparaciones con las grabaciones de París y no las resistió: son iguales.

El cincuentenario de la visita de The Beatles a España suscitó una nueva efervescencia en el país hispánico. A medio siglo de aquello, las cosas se ven bien diferentes y en ningún nivel de la sociedad se les ocurriría poner peros a celebrar tal acontecimiento. Muy distinto a como se dieron las cosas en 1965. Tan distinto que aquella estancia de The Beatles en la península configura un capítulo más de la Leyenda Negra.

Así que The Beatles incorporaron España a su agenda 1965 de actuaciones. Lo que dice Álvarez es cierto, en España había un fuerte acento de aceptación de la banda, entre la gente joven. Y más allá de las cuestiones musicales, es interesante ver cómo los fenómenos de aceptación de The Beatles revistieron ciertos caracteres semejantes, muy especialmente en sociedades o segmentos sociales o grupos subculturales que, de un modo u otro, se mostraban poco o nada liberales. Si repasamos lo visto hasta ahora en los episodios que componen esta Leyenda Negra, podemos observar que los entornos en los que se produjo un impulso muy pujante de la Beatlemania coincidió con pautas socioculturales que ya no eran de recibo para los jóvenes. Parece una obviedad, pero no lo es tanto. En la URSS y en Cuba, después de una década de los '60 sumamente represiva en lo concerniente a los comportamientos juveniles alternativos o no ortodoxos, se pudo verificar un afloje que finalmente condujo a, por lo menos, una apariencia aperturista. Las invectivas de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana, especialmente los concentrados en el Bible Belt, no tuvieron más efecto que manifestaciones que el tiempo después aplacó y redujo las ideas acerca de conspiraciones o vinculaciones satanistas a círculos circunscriptos a un entorno socio religioso determinado, sin que ello minara el talante generalmente liberal de la parte de avanzada de la sociedad norteamericana [La Otra América, como la llama la historiadora, crítica de cine y periodista italiana radicada en Nueva York Fiamma Arditi en su libro homónimo]. El ultranacionalismo, el conservadurismo y el tradicionalismo no pudieron evitar que el gesto inaugural de The Beatles en el Budokan, abriera una puerta para que al día de hoy sea un escenario internacional para espectáculos de Rock y música en general, en el cual se han desarrollado un millar de conciertos en estos 50 años [de los cuales 77 fueron solamente de Eric Clapton].

HISTORIA BEATLE [XXXVII]: The Beatles entre el desprecio y la manipulación propagandística del Régimen Franquista. España, julio, 1965.
La popularidad y el nivel de aceptación hoy en día en España es generalizado, pero no lo fue tanto en los '60. Así como ocurrió en otras latitudes, hubo una ola de rechazo, recelo y desaprobación hacia la banda de Liverpool, no tanto por su música, cuanto por los otros aspectos que entrañaban ciertos 'peligros' para los jóvenes españoles: el pelo largo, la vestimenta informal, la euforia que provocaban, los fenómenos masivos que podían desencadenar, la rebeldía, el anticonformismo y anticonvencionalismo que podían encubrirse tras la fachada de la Beatlemania. El Régimen Franquista, dominante en España desde 1939, tras ganar la Guerra Civil Española [1936 - 1939] no veía con buenos ojos ni las costumbres, ni los excesos, ni las efusiones, ni la histeria colectiva que rodeaban a The Beatles allí donde iban, mucho menos que 'sus jóvenes' se contagiaran de ello.

Por eso hubo una ambivalencia en la visita de The Beatles a España. Mientras los jóvenes bullían de entusiasmo por la llegada de los ídolos, los círculos de poder cercanos al gobierno del Generalísimo Franco, la tecnocracia gubernamental provista por el Opus Dei y los sectores conservadores y tradicionalistas de la sociedad, más algunos no tan afectos al régimen pero sí refractarios a las novedades exógenas, se retorcieron de desagrado por esta irrupción distorsiva del 'modo de vida español'.

España estaba teniendo, desde comienzos de la dácada de los '60, un vuelco visible en su modo de relacionamiento con el mundo, producto de la necesidad de romper el aislamiento que ella misma se había impuesto en las dos primeras décadas de Franquismo. La apertura hacia Europa se hacía impostergable, así como tratar de incorporarse a la Comunidad Económica Europea [hoy Unión Europea] a la cual solicitó ingresar en 1962 y que recién se concretaría en 1985. Una de las medidas que caracterizó a la España de los '60 en su esfuerzo de actualización respecto al mundo fue el acceso de las capas tecnocráticas a los cargos de gobierno y un aspecto relevante del nuevo perfilamiento del país fue el impulso al Turismo. Esto trajo aparejado dos grandes cosas: primero, el encaminamiento de España hacia una sociedad de consumo 'moderna' mediante el desarrollo de una clase media 'a la americana' y segundo, la interacción dinámica con todo tipo de turistas provenientes de muy diversas partes del mundo que influyeron decisivamente en el cambio de paradigmas de comportamiento. Esto afectó principalmente a los jóvenes, que se vincularon mucho más con sus congéneres franceses [Pirineos mediante] e ingleses [Canal de la Mancha mediante].

Dice Paloma Otaola González en La música pop en la España franquista: rock, ye-ye y beat en la primera mitad de los años 60 [citando a José Ramón Pardo, Historia del pop español, 1988]: El entusiasmo de los jóvenes era tal que no pasaron desapercibidos. Comenzaron a aparecer en la prensa comentarios negativos sobre los chicos y chicas que salían por la calle bailando y aullando al ritmo enloquecido del Twist. La música moderna era vista por la sociedad de adultos como patear, berrear y hacer ruido. [...] La revista 'Triunfo' hizo un reportaje sobre los conciertos del Price [...]: "El espectáculo, habitual en otras capitales europeas, de desenfreno e incondicional devoción por los ritmos nuevos, se ha visto en su propia salsa en el recinto teatral madrileño. Los jóvenes han respondido al ritmo que electriza hoy día a todo el mundo" La butaca es como una cárcel para estos muchachos que necesitan moverse, bailar el Twist, gritar, aplaudir [...] Se levantan, chillan, marcan unos compases, se vuelven a sentar; silban cuando un número les gusta [...] ¿Donde vamos a parar? Los chicos se suben por las paredes, mientras les dejan, claro. Quieren más, más... [...] Los dos mil muchachos salen tarareando Speedy Gonzalez.

También fue muy notorio el fenómeno ye-ye, procedente de Francia y, por su intermedio, de Gran Bretaña. Dice Otaola: La ola ye-ye se propagó rápidamente en España y fueron sus portavoces las revistas 'Fonorama' y 'Fans'. La expresión 'ye-ye' fue introducida por Fonorama. 'Fans' se presentó como la revista de la canción indispensable para las chicas ye-ye. [...] En un primer momento, la moda ye-ye afectó sobre todo al mundo de las fans más que al de las cantantes, ya que ninguna de las españolas respondía bien al modelo francés [Sylvie Vartan, Françoise Hardy, France Gall] [En Italia, Rita Pavone; en Gran Bretaña, Petula Clark, Cilla Black] La imagen de la chica ye-ye se hizo popular en España gracias a la canción interpretada por Conchita Velasco [...] 'La chica ye-ye' se convirtió en el gran éxito del verano 1965 y una de las canciones más populares durante 1966. [...] Ser 'ye-ye' era sinónimo de ser 'joven y moderno' en la manera de ser, de vestir, de cantar y de bailar.

La moda 'ye-ye' puso en el tapete el tema generacional, una ruptura que en todo el mundo se venía manifestando tras la Segunda Guerra Mundial y el de los cambios en la mujer, sus roles, sus derechos, sus libertades, que se emblematizó en la indumentaria, en la pelea por el uso de los pantalones y la minifalda.

La modernización española traía aparejada la transformación de sus jóvenes, mal que le pesara a la burocracia gubernamental. Esta dicotomía está plenamente vigente - y queda en evidencia - durante la llegada de The Beatles a territorio español. Las autoridades manipularán la situación de tal modo que hacia afuera se emitiera el mensaje de que España era prácticamente inmune a los vaivenes de las modas foráneas y que su juventud difiere de la del resto de Europa en tanto que, hacia adentro, el mensaje fuera de severa reprimenda y advertencia de que a los jóvenes se les toleraría muy pocas transgresiones y de expresión de indignada desaprobación de las conductas impropias respecto a la cultura hispánica. Todo esto, claro está, revestido de una superficie de indiferencia distante y superior y de una indulgencia aparente. De cualquier forma, el Régimen Franquista quiso dejar en claro que admitían ver las manifestaciones de sus vecinos por excéntricas que fueran, pero que la cultura de España - y en ella van sus jóvenes - tenía rumbos tan seguros que no se torcerían por esos destellos foráneos. Una permisividad motivada por la necesidad de afluencia de turistas extranjeros, clave de las polìticas del Ministro Fraga Iribarne, aunque ello trajera aparejado cierto escándalo por costumbres bien diferentes a la estricta moral tradicionalista.

Planteadas así las cosas, España presentaba un sector de la sociedad conservador de su tradición, ya fuera por nacionalismo acendrado, ya por desconfianza xenófoba a lo extranjero, ya por otro tipo de nacionalismo que desconfiaba de lo extranjero por resabios imperialistas. En una entrevista realizada por María Isabel García Acosta a Javier Tarazona [co autor del libro
The Beatles Made In Spain. Sociedad y recuerdos de los años 60, Ed. Milenio, 2007] en su avance de tesis Imagen y recepción de The Beatles en la España Franquista, Master Comunicación y Cultura, Universidad de Sevilla, 2011, el entrevistado afirma: Sí, fue importantísimo para el desarrollo musical de los jóvenes españoles, que imparables en su empeño por hacer una música que nada tenía que ver con la música tradicional española, que era la que sonaba por la radio. Y socialmente también. Que unos músicos extranjeros, y encima ingleses, los pérfidos que nos habían arrebatado Gibraltar, aparecieran en tal cantidad de artículos de la vida cotidiana española era una buena prueba de hasta qué punto los Beatles calaron en nuestra juventud y en nuestra sociedad.

Agrega Francesc Vicens Vidal en Música e Identidades Juveniles. La llegada del Livepool Sound a la Mallorca de los años sesenta, Univeritat des Illes Ballears, 2013, que en España [...] el conflicto intergeneracional que causaba la cultura popular se vio agraviado por el sustrato político y social de la dictadura. Los mecanismos de censura que trascendían todos los ámbitos de la vida cotidiana fueron propicios para que el fenómeno de la beatlemanía institucionalemtne fuera considerado como algo marginal. [...] Cuando se empezó a intuir que los Beatles, aquellos cuatro 'gamberros melenudos' podían ser un factor externo que condicionara a los adolescentes del país, se activó una campaña de descrédito. según Tarazona y De Castro, esta campaña incluyó a los Beatles en la lista de fantasmas predilectos del franquismo como Gibraltar, el comunismo bolchevique, el laicado o las conspiraciones judeomasónicas.

La llegada de The Beatles no resultó, así, indiferente ni a unos ni a otros. Los jóvenes esperaban algún tipo de revelación que permitiera vislumbrar una salida al encierro de la socio-cultura franquista y tradicionalista. Las autoridades buscaban salir del trance con la menor pérdida posible. Las tendencias libertarias pero de arraigado nacionalismo aspiraban a que su juventud tampoco se contaminara del germen proveniente del mundo capitalista imperialista, la pérfida Albion.

Menudo intríngulis para una sociedad que se debatía entre un tradicionalismo reaccionario y conservador y otro tracionalismo más libertario y un modernismo que aspiraba a trascender simultáneamente a ambos. Los jóvenes miraban con otros ojos a la Gran Bretaña que para sus padres había sido una contradictoria alternativa. Si por un lado Inglaterra había sido un contraresto a la Invasión napoléonica de comienzos del siglo XIX, también había configurado una carga imperialista que oscurecía un pasado glorioso de vieja potencia colonial. España había sido el Imperio donde jamás se pone el sol, pero esto poco parecía importar a los jóvenes de los '60. Es claro que la generación post Segunda Guerra Mundial, para España también post Guerra Civil, aspiraba a una incorporación a un mundo moderno que quedaba fuera de los límites del país peninsular.

Al final del film documental ¡Que vienen los Beatles! [Pedro Costa y José Ramón da Cruz, TVE2, 1995], se esboza una conclusión elocuente: Aquellas imágenes filmadas se perdieron [referido a la visita de The Beatles a España en 1965] pero han quedado grabadas para siempre en el recuerdo de los que asistieron a los conciertos de Madrid y Barcelona. La imagen de un país asustado, de una juventud atemorizada para la que los Beatles fueron un ejemplo de que ser joven iba a ser muy importante desde entonces. El día en que los Beatles llegaron a España entró con ellos una ráfaga de libertad que poco a poco se convirtió en un huracán.

Lo cierto es que, más allá de la previsible euforia juvenil con la llegada de The Beatles a España, las autoridades hicieron todo lo posible para que esa visita no perturbara la calma del redil doméstico. Bajo la apariencia de una condescendiente tolerancia, desplegaron una campaña de descrédito del modo más sutil, muy impropio de las dictaduras severas y brutales. Sin embargo, tuvieron a disposición recursos retóricos mucho más refinados que la lisa y llana condena. De hecho, pudieron decir más o menos directamente y más o menos veladamente: Que vengan estos gamberros de la Inglaterra que al pueblo español y a su juventud no le moverán ni un pelo, de los que ellos tienen muchos y largos. En otro registro: el pueblo español es capaz de soportar cualquier invasión extranjera, cuanto más inglesa, mejor.

Sin embargo, veremos como, a juicio de los propios españoles, las consecuencias de esta visita no fueron tan inocuas como se trató de que fueran.

Primero, veamos cómo, a través de los medios afines al régimen [y algunos no afines], la presencia de The Beatles en España se tomó con recelo, cierta indiferencia y un buen aire de superioridad:

El principal órgano de difusión del régimen era el No-Do, acrónimo de Noticieros y Documentales, creado por la Vice Secretaría de Educación Popular del Régimen Franquista en 1943 con la finalidad de mantener con impulso propio y directriz adecuada, la información cinematográfica nacional. Su proyección era obliagada en los cines varias veces al día. Prácticamente toda la información pasaba por las cámaras del No-Do. Según dice Juan Pérez Koheler, en Los Beatles según Franco [https://juanprezkoehler.atavist.com/los-beatles-segn-franco], estas noticias filmadas tenían la particularidad de que se utilizaban como arma informativa del régimen para convencer y lanzar consignas favorables al franquismo obviando otros puntos de vista. La imagen del Caudillo era vinculada prácticamente a valores divinos. El único y verdadero responsable de la unidad de España, de la paz y la restauración de la sociedad.

El No-Do ya había dado cuenta, con anterioridad de la visita a España, de ciertas andanzas de The Beatles. Unas pocas, no tantas como para promocionar lo que se veía como un mal ejemplo para la sana juventud española [en realidad querían decir franquista]. Es claro que estas informaciones no ocultaban ciertos fenómenos, pero los presentaban con un sesgo particular siempre protector del régimen oficial. Así, por mal ejemplo que fueran The Beatles, algo se habló de ellos pero en el lenguaje de la condescendencia paternalista que indicaba que eran unos excéntricos que poco influirían sobre los jóvenes españoles, dando por sentado que esa afirmación del régimen sería entendida como la advertencia paterna velada detrás del elogio. Algo así como decir: 'confío tanto en tí que ni se me ocurre pensar que seas capaz de ... tal o cual cosa'. Por detrás quedaba implícito el 'pero si se te ocurriera, ten por seguro que sería una muy mala idea'.

Decir excéntricos ya era un descalificativo muy elocuente. Lo excéntrico se manifestaba por fuera de la línea dominante y siempre resultaba potencialmente subversivo. La excentricidad de The Beatles, sin embargo, no era más que el peculiar sentido del humor británico, cargado de nonsense, con esa capacidad de parodiarse a sí mismos y que en los años '60 proliferaba por Gran Bretaña con grupos humorísticos como
The Goons [con Peter Sellers] o programas como Not Only ... But Also.

Claro está, el aperturismo no debía poner en riesgo el tradicional talante español o lo que el régimen creía que lo era. La llegada de The Beatles pondría a prueba la capacidad del régimen de conservadurismo cultural frente al impacto de la actualidad más novedosa.

Pieza de antología en cuanto a restar importancia, banalizar y trivializar un fenómeno que solo aqueja a ciertos jóvenes de una sociedad que, de todos modos, está acostumbrada a no ser afectada por las novedades por extravagantes que sean. O sea: esto ocurre en Francia, pero no aquí.

A los pocos días, el 27 de febrero del mismo año, el No-Dovuelve a dar cuenta de las andanzas de la banda, ahora por New York. Este es el año en que The Beatles desembarcaron en USA y concitaron una de las audiencias más fenomenales de la historia de la TV, al lograr que 73 millones de estadounidenses estuvieran frente al televisor para verlos actuar en The Ed Sullivan Show. Los estadounidenses recuerdan esa noche como The Night That Changed America. El No-Do dará, 20 días después de los hechos, una versión algo más escuálida:

Nuevamente se percibe la banalización de los hechos con expresiones como 'armar ruido', 'alegres intérpretes', 'ritmo desorbitante', 'extravagantes ingleses', etc. El tono que se emplea es de ligereza, restando importancia a lo que, por otro lado, se demostrará como un asunto de principal importancia para el régimen. De ahí que persistan en mostrar como una incursión frustrada en territorio español lo que en París y New York fueron invasiones exitosas.

El noticiero oficial no dará ninguna información previa y la que brinde posteriormente será muy tardía, como recordando de paso que ya hace un tiempo, pasaron The Beatles por España y todo quedó tal cual.

El primer encuentro con la prensa fue en la conferencia de prensa que se llevó a cabo en el Hotel Fénix de Madrid a su llegada. La mayoría tomaron la conferencia como una instancia intrascendente preguntando sobre cosas sin sustancia, acerca del por qué del pelo largo, si conocían a El Cordobés, si se casarían con una española o si conocían a Marisol. Resultado de la Conferencia, un vacío absoluto sin trascendencia alguna.

Primer asalto aparentemente para el Régimen que logra desteñir todo interés o exaltación por la venida de los músicos más famosos del momento.

El 3 de julio, mientras The Beatles se dirigían a Barcelona, el diario ABC, de corte monárquico, publicaba una crónica del concierto de la plaza de toros madrileña de Las Ventas, firmado por Luis Martínez Redondo. Este periodista señalaba que las canciones de The Beatles eran muy viejas [a pesar de ser modernas] pues ofrecen argumentos tan viejos como el mundo ... cantados por todos los hombres de todas las épocas. También afirma que su actuación dio al traste con las de sus teloneros, diciendo que borraron del mapa anoche el programa de atracciones que los precedió.

El 4 de julio aparece en El día sábado 10 de julio, una semana después de los conciertos, hubo más publicaciones. El mismo La Vanguardia Española una nota firmada por Manuel Pombo Angulo, titulado La vieja melodía. Este diario catalán por entonces dominado por el régimen franquista a través de la censura dio cuenta del evento de un modo bastante deslucido. ABC monárquico, en su suplemento Blanco y Negro, publica un reportaje fotográfico a cinco páginas, realizado por Álvaro García-Pelayo y Jaime Pato. Las fotografías y los pie de foto revelan momentos de la estadía de los músicos, pero señalando trivialidades y obviedades para restar trascendencia al hecho. Se le da espacio al peluquero que, reivindicando el derecho al trabajo pidió una oportunidad para pelar a los Beatles. Hace mención la crónica al exiguo número de asistentes a la plaza de toros madrileña: En Madrid no llegaron los entusiastas de la famosa agrupación ni a formar multitud ni a causar gran ruido. [...] no constituyó un gran éxito de taquilla y en cierto modo tampoco lo fue artístico porque muchos jóvenes espectadores se encargaron de impedir con sus gritos - lanzados con simpatía hacia los Beatles - que los ritmos ejecutados llegasen con claridad a los oídos del público. [...] En Barcelona lograron reunir un número mucho mayor de oyentes. Desde luego gritan - aunque no tanto como sus fans - pero detrás de sus gritos esconden la eternas y manidaspalabras: amor, ilusión, desengaño, pena ... [...] El tango acariciaba estas palabras, los Beatles las retuercen. El autor se detiene a comparar a los Beatles con excéntricos adinerados que aspiran a parecerse a los Hermanos Marx. Pero termina algo enigmático: Bajo sus melenas, que dan siempre la impresión de no pertenecerles, con sus posturas rebuscadas, en las que siempre parecen incómodos, los Beatles dan la sensación de tristeza, de ensueño [...] Quizás con ellos surge una vez más el romanticismo. La conclusión ya estaba dicha al comienzo del artículo: Llegaron, vieron ... y cantaron, parafraseando a Julio César y su Veni, Vidi, Vinci, solo que para el autor, los Beatles no obtuvieron victoria alguna. Algunos pasajes de su crónica hace pie en la anterior de Martínez Redondo.


no registra tampoco los incidentes afuera de la plaza y que los grises arremetieron contra grupos de jóvenes airados.

Otro órgano de prensa, la Revista Destino, publicación catalana en los '60 que en ese entonces tenía un talante más liberal, ironizó sobre los temores que había despertado la visita Beatle: [refiriéndose al concierto en Barcelona] Pasó por nuestra ciudad el célebre conjunto británico que defraudó en algunos aspectos de tipo formal pues no se halló en ellos rastro del explosivo gamberrismo que muchos esperaban.[...] Estos intérpretes, dotados de un impresionante instinto musical, se condujeron de la forma más disciplinada.

Dicen las páginas de Triunfo textualmente: Los inmovilistas a ultranza han visto alzarse ante sus ojos el espectro de quienes niegan las formas de lo establecido: los jóvenes, en tumultuosa manifestación, han pronunciado un no rotundo a la inercia, a la cómoda estabilidad arraigada en bases falsas y han puesto de relieve que la realidad no es un pantano [...] sino que es un proceso abierto, un quehacer en pleno dinamismo, un conjunto de hechos en constante trance de renovación.

Pero luego señala otro aspecto: nunca pudo entablarse un verdero contacto, había una coacción que lo impedía [...] Las manifestaciones de entusiasmo eran esporádicas y marcadas por el signo de la inhibición: se palpaba el sentimiento de lo reprimido [...] Los espectadores eran simplemente espectadores: no llegaron a participar. [...] Esta tierna y neófita juventud ye-ye indígena, hace lo que puede y lo que le dejan. Si no hay posibilidad de levantarse y bailar, si no hay forma de desahogar eso que se dispara al reclamo de una estrofa beatleliana, el contacto no se produce.

La publicación Fonorama con su director José Luis Álvarez fue la que hizo un seguimiento más nutrido de la visita Beatle. Cierto es que se trataba de una publicación especializada en música y que daba cabida a las expresiones jóvenes en sus páginas. Ya había traído informaciones sobre The Beatles en lo previo y en el número correspondiente a julio, que era doble, se despachó no solamente con la crónica del concierto, sino también con una entrevista exclusiva que Álvarez personalmente realizara a The Beatles en el hotel, las notas de una enviada especial al concierto de Barcelona y una entrevista a Brian Epstein. El tono de esta publicación fue mucho más laudatorio de la banda, por lo cual no califica como parte de este episodio de la Leyenda Negra, porque, por otro lado, tampoco exhibió una actitud crítica hacia el inmovilismo oficial, en parte porque Álvarez también tenía sus contactos dentro del gobierno y se evitó problemas. Así que no entró en la polémica de los valores tradicionales de los jóvenes puestos en peligro por estos ingleses peludos y se dedicó a hacer una cobertura para fans. Cuenta más de lo ocurrido dentro de la plaza que fuera de ella, aunque deja constancia de que hubo revuelo fuera, no dentro, cuando entraron en la plaza y alguna carga de los agentes contra los 'económicamente débiles'.

Dos números de Fonorama con The Beatles en la portada. En la que están vestidos de toreros se publica la entrevista exclusiva que Álvarez les hiciera en el Hotel Fénix de Madrid.

El último de los medios en pronunciarse fue el No-Do. En el noticiario Nº 1157B emitido el 12 dejulio de 1965, la narración, acompañada de imágenes sosas, decía:


La actuación musical está prevista en la plaza de toros donde salta a la vista que no hay un lleno. Junto al bullidor elemento joven hay familias tranquilas y señores con barba, representantes del servicio doméstico y muchachas nerviosas de las llamadas fans y en el estribo de la barrera la familia completa con el "nene". No faltan espectadores impacientes que marcan el ritmo antes de que aparezcan los Beatles en el escenario. Por fin salen los melenudos al tablado. Alguno lleva sombrero ancho, es una concesión al ambiente. He aquí un fragmento de su actuación y algunas fases de la reacción del público.

La conclusión va en línea con las intenciones propagandísticas del régimen. Sin demasada pena y sin demasiada gloria quiere decir que fue algo insignificante, algo intrascendente, que no tuvo ni tendrá repercusiones sobre la cultura española. Lo cual de paso está también diciendo que la apertura hacia Europa responde a razones económicas y no a necesidades culturales. España no necesita de nadie que la influya, están diciendo los voceros franquistas y no serán cuatro peludos los que conmuevan sus bases. España seguirá siendo, según el lema nacionalista franquista, inserto en su Himno Cara al Sol, "Una, grande y libre".

¿Tuvieron razón? Al parecer no. El impacto que dejaron The Beatles sobre la cultura joven española a partir de los '60 fue mucho más duradera de lo esperado y penetró mucho más hondo de lo temido.


En sus conclusiones, María Isabel García Acosta señala: Las campañas anti-prestigio no pudieron frenar el fenómeno beatle que también triunfó en España, a pesar de realizar una campaña en la que se desprestigiaba al grupo inglés, incluyendo calificativos como "melenudos" o "excéntricos".

Javier Tarazona, co autor de The Beatles Made In Spain, arriba citado, preguntado por García Acosta acerca de las cosecuencias de la llegada de los Beatles, contesta: La imagen que se difundió de los Beatles fue creada a base de epítetos descalificativos como "melenudos, "sucios", "descerebrados", "salvajes"... Excepto en las revistas musicales, que los trataron con justicia, todos estos calificativos pudieron leerse en la gran cantidad de artículos que se publicaron. [...]

Pero además, por su peculiar situación insular, las Baleares fueron algo diferentes a los territorios continentales españoles. Mallorca, Menorca, Ibiza fueron puntos de entrada del ingente Turismo impulsado desde el Estado y, por tanto, absorbieron las novedades que llegaban con anticipación al resto de España. The Beatles no llegaron a Mallorca, pero sí lo había hecho con anticipación Rory Storm & The Hurricanes, la banda de origen de Ringo Starr y había una fuerte movida en torno a bandas vernáculas que incorporaban rápidamente la influencia anglosajona.


Por su parte, Juan Pérez Koheler afirma:

¿Algún Beatle dijo algo de esta estadía en España? Aunque no mucho, algunas cosas de interés dijeron.

Por su lado, Ringo apunta: Lo que recuerdo de Madrid, donde tocamos en la plaza de toros, es lo violenta que era la policía. Fue la primera vez que los vi pegar a gente joven. Después se expide sobre las corridas de toros de las cuales dice que fue lo más triste que vio en su vida y que nunca más tuvo interés en ver otra.

Siguiendo, les presentamos aquí un par de registros visuales de los dos conciertos en España, muy breves y con limitaciones técnicas evidentes.

Por lo que antecede, este capítulo de la Leyenda Negra compuesto por la imagen que el Régimen Franquista quiso dar para su propio manejo propagandístico, muestra que tal intento tuvo vuelo corto ya que no caló en la juventud española y, por el contrario, la definición del propio ser joven, empujó para que la realidad cambiara en España. Y lo haría en el lapso de una década. El Franquismo pasó como régimen y su sustrato subcultural declinó aunque no haya desaparecido. En tanto, en 2015 todos los lugares significativos que hay en España desde el punto de vista Beatle, han celebrado el cincuentenario de aquel acontecimiento. A las exposiciones, conciertos de bandas tributo, actos y actividades académicas se suman otros hechos también llamativos, como el hecho de que la suite 111 del Hotel Avenida Palace de Barcelona sea ahora y desde 2012, la Beatles Suite, por ser aquella en la que se hospedaron los famosos músicos en 1965. Hoy muestra cuadros y objetos Beatle que la decoran y le dan sentido temático.

También se agrega el ambiguo hecho de la edición, que mencionamos al principio del post, del disco con el presunto concierto de Madrid del 2 de julio de 1965 y que, falso o no, ya es parte del mundo que rodea el fenómeno Beatle.

Esperamos que haya resultado de interés este nuevo capítulo de la Leyenda Negra de The Beatles, una saga que muestra cómo los círculos de poder siempre resultaron temerosos de la movilización de masas que eran capaces de provocar 'esos cuatro melenudos'.

HISTORIA BEATLE [XXXVII]: The Beatles entre el desprecio y la manipulación propagandística del Régimen Franquista. España, julio, 1965.


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