A partir de 1967, la editorial empieza a publicar en el interior de varias de sus revistas -y de manera seriada-, una nutrida cantidad de adaptaciones a la historieta de clásicos de la literatura universal, fundamentalmente del género de aventuras. Su posterior recopilación en tebeos monográficos a partir de 1970, constituirá uno los mayores aciertos de la editorial en la nueva década.
Tal es el éxito del producto, que pronto se empiezan a producir nuevas adaptaciones historietísticas directamente para este formato, lográndose casi un centenar más en sólo tres años. Esta inolvidable colección lleva por título Joyas Literarias Juveniles, y dada su capital importancia le he dedicado un extenso artículo aparte, que ya podéis consultar pinchando aquí.
También, en abril de 1969, ve la luz el que será otro de los superventas setenteros de la editorial: el célebre Trueno Color. Estos tebeos consisten en una reedición tras remontaje y recoloreado de las páginas de la original El Capitán Trueno (vista aquí), de los números extraordinarios de ésta, de El Capitán Trueno Extra y de lo que se publicó del personaje en la revista Pulgarcito.
Os diré que para tal reedición se mutilan o suprimen numerosas viñetas, se publican viñetas y secuencias censuradas (cuando curiosamente no lo habían sido en la versión original), se construyen historias con fragmentos de aventuras diferentes, y se dejan aventuras por publicar, todo con el fin de ofrecer una aventura completa cada tres cuadernos (cuatro cuadernos desde el núm. 34), y en formato de página vertical, más acorde con los nuevos tiempos. Además, se le añade color máquina con unos resultados de dudoso o mal gusto, y ya para rematar la jugada, se sustituyen los elegantes textos manuscritos del original por una impersonal rotulación mecánica.
Pese a todo, como digo, la colección gozará de un gran éxito entre toda una nueva generación de lectores. Personalmente, os diré que pese a todos los fallos que le reconozco, yo mismo soy un rendido admirador de dicha reedición. Probablemente mucho de ese éxito sea mérito de las maravillosas portadas creadas ex profeso para la ocasión, obra del siempre genial Antonio Bernal Romero (aquí la reseña que le dediqué), casualmente también responsable de las dinámicas portadas de la anteriormente citada Joyas Literarias Juveniles.
Ese mismo año, 1969, también llega a los kioskos Jabato Color, un calco exacto de la anterior (tanto en su formato como en sus fallos), pero dedicada al famoso héroe íbero en tiempos de la conquista romana.
Las tres obras aquí reseñadas (Joyas Literarias Juveniles, Trueno Color y Jabato Color) a nivel de ventas habrían de comerse, literalmente, la década de los setenta.